Jamás te olvidaré

Un hombre feliz

Entre la sensación de sus labios y la fuerza de la magia, sus ojos se empeñaban en continuar cerrados, pero sí contestó gustosa perdiéndose en su tan intoxicante aroma, parecían estar flotando en la gloria misma, tanto se enajenaron uno en el otro, que olvidaron la multitud que los observaba, David la sostenía suavemente en sus brazos, mientras que ella, levantó una mano que viajó hasta sus mejillas para acariciarlas lentamente, sus labios haciendo contacto en un baile único e inolvidable, explorándose mutuamente, como si nunca lo hubiesen hecho antes, es que este beso se sentía como el primero por muchas razones, era la primera vez que sacaban sus sentimientos fuera de su pequeña burbuja de amor, esa en la que acostumbraron encerrarse desde sus años de juventud, pero ahora le plantaban cara al mundo sin importarles las consecuencias, las enfrentarían juntos, porque así estarían hasta el fin de sus días, también porque le demostraban a todos que sus corazones latían el uno por el otro haciéndose más fuertes con cada aliento de vida, que sus almas se pertenecían y finalmente, que ellos serían sus líderes indiscutibles desde ese momento en lo adelante.

Los aplausos efusivos de los que presenciaban su intercambio les recordaron que aún estaban acompañados.

"¿David?", susurró su nombre, besando su labio superior, parecía haberlo embrujado, porque seguía exigiéndole un contacto con su piel.

"¿mhm?", evadió el imperceptible sonido que emitió y la distrajo profundizando el beso, evitando que la coherencia se apoderara de ella.

"¡VIVA LA REINA!", ante esa exclamación que llegó desde lo último de la multitud, además, inesperadamente, se detuvieron de golpe y se pusieron de pie.

"¡VIVA!", respondieron todos y continuaron aplaudiendo, Regina tenía las mejillas enrojecidas por la vergüenza, también, sus manos habían perdido la orientación, moviéndose frenéticas de un lado al otro, David presintió su tensión, escurrió los brazos por su cintura colocando las manos en su vientre, con un certero, pero discreto movimiento fundió ambos cuerpos, como respuesta, ella colocó sus sudorosas manos encima de las suyas, entrelazando los dedos, poco a poco, ese contacto, fue controlando su ansiedad, ese era el poder que El Príncipe Encantador, ejercía sobre la impenetrable Reina Malvada.

"¡es hora de celebrar!", Granny interpretó el intercambio de la pareja y se aprovechó para distraerlos con su as bajo la manga, "¡bebida gratis en la cafetería!", funcionó porque todos comenzaron a caminar al interior de su negocio, se dio cuenta de que Regina soltó la bocanada de aire que estaba sosteniendo debido a la ocurrencia de alabarla, no acostumbraba recibir esas pequeñas muestras de agradecimiento, porque ninguno estaba de acuerdo con ella ni la aceptaba, lo hicieron por las palabras de David.

"¿mejor?", le dijo al besarle el hombro izquierdo, la vio asentir, así el intercambio se mantenía íntimo, no sabía cómo actuar ante sus cuidados y menos, delante de todos, suponía que tendría que acostumbrarse, pero por ahora, no pensaría en eso.

Se quedaron prácticamente solos en la calle, enfrente, vieron rostros conocidos, Zelina con una sonrisa incomparable, Azul con los ojos de, no me lo imaginaba, esto es una gran sorpresa para mí, aún así, lo disfrutó de lo lindo, se le notaba el entusiasmo, aunque logró disimularlo bastante bien, y Emma, la pobre Salvadora, con muchos deseos de salir corriendo, a ella fue a quien más la tomó por sorpresa la noticia.

"iré a beber un trago, Granny tiene razón, debemos celebrar, lo que acabamos de vivir fue intenso", Zelina entró a la cafetería, las conversaciones en el interior, se escuchaban desde afuera, parecían estarla pasando muy bien, ella necesitaba distraerse.

"tengo que hablar con Emma", David continuaba hablándole con los labios pegados a su piel cubierta por la seda de la fina camisa gris que lucía, acompañada por unos pantalones negros de tiro alto, aún así, le provocaba escalofríos, estremeciendo toda su piel