Un lobo con piel de cordero

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Cuando entró a su tienda de artesanía esa mañana, había mucho silencio, se suponía que Bella ya debía haber abierto, pero no era así, fue a la parte trasera, no la encontró y un mal presentimiento lo invadió, siguió buscando para no perder las esperanzas, hasta esperó, tal vez salió a desayunar, aunque si era así, por lo menos le hubiese dejado una nota, ¡una nota!, se dio cuenta de que encima de una de las vidrieras de la  tienda vio un pedazo de papel blanco, el que ignoró por completo ya que ni se imaginaba que todo esto se tratara de un secuestro, con mucha cautela, desdobló el papel para encontrarse con unas letras bien aclaratorias, SI QUIERES QUE TU NOVIECITA VIVA, DEBERÁS SEGUIR LAS INSTRUCCIONES, no decía absolutamente nada más, como en automático, pensó en Regina, era lógico, convirtió su vida en un infierno, fue cómplice de su madre en el secuestro de su hija, le borró la memoria, sembró tanto odio en su corazón que su magia blanca tan pura cambió radicalmente para así convertirse en La Reina Malvada, le dio suficientes razones para querer vengarse de él, no una, mil veces, pero, también pensó que no era su forma de actuar, para este momento ya hubiese estado allí alardeando por su hazaña, por eso de inmediato la descartó, comenzó a probar todo tipo de hechizo localizador, pociones para encontrar una pista que le permitiera saber algo, todos sus intentos fueron fallidos, no le quedaba más remedio que acudir a los héroes del pueblo, era capaz hasta de ponerse en deuda con ellos por Bella, la única persona que siempre amó todo de él, quien único fue capaz de ver al hombre detrás de la bestia en que se convirtió por no querer renunciar al poder, a la magia, juró que la encontraría le costara lo que le costara.

Tal y como lo predijo, esa reunión en la alcaldía sería la más tormentosa de todas las que había dirigido durante el tiempo que duró la maldición y ahora que todos comenzaban a verla con otros ojos, trató de esmerarse lo mejor que pudo, pero la presencia de dos personas en particular la tenían muy desconcentrada, David quien llegó con mucha naturalidad como si esa fuera su rutina de vida, no fue previamente notificada de que sustituiría a su hija, no le molestaba su presencia, ni su imposibilidad para llevar las riendas de la conferencia como tanto le gustaba, solo que no le quitaba los ojos de encima, no sabía cómo no se hubiesen dado cuenta porque ni se molestaba en disimular, además, se había sentado en uno de los asientos delanteros, tan cerca de ella que hasta lograba percibir el aroma inconfundible de su colonia, una deliciosa distracción, nada en comparación con la otra persona, Jorge, quien nunca antes se había tomado el trabajo de asistir a una reunión como esta, como no logró que se tragara el anzuelo con las nuevas regulaciones para el pueblo, este debía ser su plan B, y no se equivocó, lo comprobó porque al finalizar su exposición y pedirle la palabra a la audiencia como de costumbre, fue el primero en alzar su mano.

“primeramente quisiera expresar mi insatisfacción con respecto a esta reunión, hubo muchos puntos en los que no quedé totalmente convencido con la explicación de la señora alcaldesa y también quiero hacer pública una información muy importante, nuestra reina, acá presente, no tiene la capacitación que se requiere para dirigir este pueblo…”, tuvo que hacer una pausa, el barullo de los presentes le impidió continuar.

“¡silencio en la sala!”, ordenó Regina, “prosiga Rey Jorge”, se dirigió a él con mucha frialdad, si este era el plan B, su objetivo se cumplía al ciento por ciento.

“como les decía, hace unos días le propuse a la alcaldesa un plan de acciones que beneficiarían a los habitantes del pueblo, y ella se negó rotundamente, con el pretexto de que esas leyes traerían contradicciones entre los pobladores y nada positivo saldría de todo ese conflicto, culminaré mi intervención dejando dos interrogantes para su reflexión personal, ¿qué clase de dirigente no quiere el bien para su pueblo?, y ¿será la alcaldesa Mills, la indicada para continuar a la cabeza de Storybrooke?”, terminó su comentario, con una risa de satisfacción que dirigió a Regina, comprobando así sus teorías.

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