David salió de la mansión con su hija de la mano, orgulloso de tenerla de vuelta, además, su sonrisa también se debía a cierta reina con quien había pasado la noche y él no podía sentirse más feliz de saber que ella también correspondía sus sentimientos, se encargaría de amarla por todos esos años que les borraron la memoria y estuvieron separados, no podía esperar para tenerla en sus brazos otra vez.
"papi", la vocecita de Ruth, lo sacó de lo profundo de su mente.
"dime reinita", le prestó atención con su típica ternura.
"te amo", estaban a punto de llegar al colegio, tuvieron que ir caminando, él no llevaba su caminoneta, en cualquier momento del día, la recogería, le hacía falta para el trabajo en la comisaría, donde si no se apresuraba, llegaría tarde, pero lo que acababa de escuchar detuvo su paso, se inclinó ante ella y tuvo que corresponder con un beso bien cargado de sentimiento.
"papi también te ama mi reinita", la atrajo a un abrazo el que la niña respondió de inmediato.
"¿por qué me llamas reinita?", le preguntó ingenuamente.
"porque me recuerdas a tu madre", le dijo sin excederse de los límites del volumen, nadie los podía escuchar, en el pueblo había oídos por doquier.
"¿por qué me llamo Ruth?", seguía con la preguntadera, no cooperaba y él la quería complacer en todos sus caprichos.
"porque mi mamá, la mujer más buena y bondadosa que conocí, también se llamaba Ruth y tu mami me dejó llamarte así en honor a ella", en medio de la calle no debía ahondar tanto en el tema.
"¿me recogerás en la tarde?", eso estaba de más que se lo preguntara, a partir de esa mañana, él cumpliría con su deber como padre.
"y te llevaré a comer helado", la niña festejó, continuaron su camino, en el colegio vieron a los niños esperando que abrieran las puertas para entrar.
"¡Ruth!", escucharon la voz de Henry y la niña no podía con la emoción de verlo, ambos niños se abrazaron, llevaban días sin verse, "abuelo, ¿cómo estás?", fue su turno de saludarlo, el niño era todo un pequeño hombrecito, tan educado y correcto, no esperaba menos de él, su madre le dio la mejor educación.
"muy bien chico", se saludaron como los hombres, chocando las manos.
"vamos Ruth, quiero mostrarte lo que pinté ayer", la animó, ella se levantó en puntillitas para que David le diera el beso de la despedida.
"estudien mucho", los aconsejó a ambos y les dejó un beso en la frente, se fueron casi corriendo, "¡hey, Henry!", el niño se volteó con su llamado, "cuida a tu hermana", le guiñó un ojo y le dedicó una sonrisa, el niño le correspondió con un asentimiento continuando su camino acompañado por Ruth, él se les quedó mirando, era imposible no admirar el amor que se percibía entre esos dos pequeños seres tan dulces y tiernos, suspiró enternecido y siguió hasta encontrarse con su camioneta, condujo hasta la comisaría donde su hija mayor, lo esperaba con una noticia no tan agradable.
"papá, buenos días, tenemos una reunión en la alcaldía, mamá nos está esperando, y no la escuché muy contenta que digamos", Emma ni esperó a que saludara, lanzó la noticia sin anestesia, internamente suplicó para que todo saliera bien, cerraron el lugar y fueron a ver qué era lo que la nueva alcaldesa, tenía que decirles.
"tan tarde como siempre", Snow tenía la puerta de su oficina abierta, al parecer estaba esperando por ellos.
"aquí estamos, ¿no?", respondió David en un tono de enojo, el tenso ambiente entre ellos era palpable.
"a partir de hoy cambiarán las cosas en este pueblo, no les toleraré la tardía entrega del informe mensual y diariamente quiero encima de mi buró un documento con el resumen de lo hecho esa jornada", ni por educación los mandó a tomar asiento, parecía otra Snow.
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Jamás te olvidaré
FantasíaRegina y David caen por accidente por el sombrero. Regina empieza a recordar algunas cosas de su pasado que tienen que ver con David más de lo que se imaginan.