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— ¡Vamos, Jungwon!—chillaba Sunoo mientras agitaba de un lado a otro el brazo de Jungwon

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— ¡Vamos, Jungwon!—chillaba Sunoo mientras agitaba de un lado a otro el brazo de Jungwon.— Será divertido, mis papis invitaron a mucha gente, mis papis compraron una fuente de chocolate, mis papis rentaron al mejor DJ de la ciudad. ¡Por favor! ¡Vaya a mi fiesta de cumpleaños!

Mis papis, mis papis, mis papis...

Sunoo llevaba al menos 20 minutos insistiéndole que fuera a su fiesta de cumpleaños, numerando cada cosa que sus papis habían comprado para que los invitados de el único hijo varón Kim tuviera contentos a sus invitados.

Sentía que si dejaba otro segundo sin respuesta al menor, lo seguiría torturando hasta su muerte.

— ¡Bien, iré, pero suelta mi brazo!

El coreano soltó otro chillido, esta vez de felicidad al saber que de nuevo había conseguido lo que se propuso.

— ¡Gracias, gracias, gracias!

— ¿A qué hora será?

— Será a las 10:00 p.m. en adelante... y bueno, tú ya sabes donde vivo.

Jungwon soltó un bufido e ignorando a Sunoo, quien se fue corriendo, comenzó a adelantar sus tareas, si es que quería conseguir el permiso para salir. Realmente no le veía nada interesante, pero si eso lo libraba unos momentos de Kim necio Sunoo todo estaría bien. Buscaría a alguien con quien entretenerse esa noche y todo saldría de maravilla.

— ¡Yang!—alguien gritó desde el otro lado de el aula, específicamente Choi Soobin, quien se acercaba con pasos lentos y una sonrisa hacia Jungwon. —Así que... Irás a la fiesta de Kim.

Jungwon sólo asintió y bajo la mirada desinteresado hacia sus apuntes de clase para seguir contestando las preguntas que tenía de tarea. Segundos después, los pasos de Soobin se sentían más y más cerca, hasta que finalmente, un dedo en su barbilla dirigió su rostro hacia el del contrario que seguía con una sonrisa y estaba parado frente a él.

— Mis amigos no quisieron asistir, pero yo si—acercaba cada vez más sus rostros, hasta que finalmente ambos se separaron—. ¿Tú quisieras acompañarme?

— ¿Yo?¿Acompañarte?— Jungwon soltó una carcajada. —No lo creo.

— ¡Oh! Vamos. No te atreverías a rechazar este galán— Choi fingió dolencia—. ¿O sí?

Otra cosa que Jungwon odiaba de sus compañeros de clase en aquel costoso colegio, era que todos se creían la última soda de el desierto, haciéndose sólo valer por su físico o por la fortuna de sus padres. Él sabía que no era un santo, que también llegaba a tener sus actitudes superficiales, pero cuando las mostraba, ni siquiera era intencional. En cambio, un 90% de el alumnado de el colegio "HYBE" era todo lo contrario.

— Está bien, yo seré tu compañía... ¡Pero! Tendrás que ir por mí a mi casa a las 10:30 p.m. en punto y llevarme de nuevo al terminar la fiesta— especificó haciéndose el difícil.

𝗦𝗧𝗥𝗔𝗪𝗕𝗘𝗥𝗥𝗜𝗘𝗦 𝗔𝗡𝗗 𝗖𝗜𝗚𝗔𝗥𝗘𝗧𝗧𝗘𝗦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora