O15 (2/2)

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Maratón: 4/5

— Oh, por Dios, Jay

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— Oh, por Dios, Jay. Te dije que no debiamos tomar tanto.

El rubio rió y acarició la espalda de Jungwon.

— Eres tan lindo cuando te preocupas.

Jungwon suspiró y trató de sentarse bien en la cama de el mayor, pero tener al contrario sobre él acariciándolo no ayudaba mucho.

— Deberíamos dormir ya, Jay— dijo Jungwon.

— No quiero— respondió el más alto tumbando a el de pelo oscuro sobre la cama mientras él hacía lo mismo— Quiero verte. Me gusta verte.

— Estás ebrio, Jay...

— Tú también, Won...

Yang dirigió su mirada a el chico a su lado, quien se acurrucaba entre sus brazos buscando cariño y mimos.

Yo soy el menor, soy yo quien debería ser mimado, pensó haciendo un pequeño puchero, pero igualmente comenzó a acariciar la piel de el rubio.

— ¿Te he dicho que eres lindo?

Jay sonrió con los ojos cerrados: — Sí...

Y es que Jungwon, aunque no era alguien de muchas palabras, sentía esa necesidad interna de adorar a Jay, de decirle lo mucho que lo apreciaba y lo hermoso que era. Porque sí, era una adoración que a muy pocas personas le había tenido.

Veía las numerosas y ya vacias botellas de soju tiradas en la alfombra, unos vasos de plástico que encontraron en la cocina y lo desolado que lucía el ambiente de esa habitación. Entonces recordó ese pensamiento que tuvo sobre los cambios que tuvo al pasar tiempo con Jay, ese sentimiento de vacío que se apoderaba de él además de lo quebrada que se volvia su vida. No lograba comprender porqué, enserio no lo sabia. Supuso que era algo que le surgió al convivir con Jay. Si realmente era asi, era jodido.

¿No se suponía que al conocer al amor de su vida, su día a día sería mejor y más colorido? ¿Por que estaba pasando exactamente lo contrario?

¿Por qué mientras más tiempo pasaba con Jay se sentía cada vez más en el fondo de un hoyo sin forma alguna de salir?

Era como si... Como si Jay lo destruyera de forma inconsciente.

Miró a el rubio que mantenía esa pequeña sonrisa en labios mientras recibía caricias en su cabeza y abdomen.

Dias atrás llegó nuevamente a una conclusión de que lamentablemente él mismo era quien le daba el único que cariño que recibia su mayor. Definitivamente el señor Park no le daba ningún apoyo ni amor a Jay, tampoco tenia una mamá que le cocinara galletas o al menos estuviera ahí para brindarle apoyo en los momentos necesarios. Jay estaba sólo...

— ¿En qué piensas?— preguntó el más alto mientras veia los ojos de Jungwon.

Pensaba en muchas cosas. Pensaba en todo y a la vez en nada.

— En nada— sonrió el menor— ¿Ya te sientes mejor?

Jay rió: — ¡Pfff! Yo siempre estoy bien.

La boca de Jungwon esbozó una sonrisa: — Lo dice el tipo que se cayó de su propia cama cuando solamente estaba sentado.

— ¡Se movió la cama, fue una trampa!

— Acéptalo, no tenemos aguante para el alcohol.

El rubio rodó los ojos divertido: — Me parece impresionante de tu parte, yo pensaba que acostumbrabas a tomar vino y esas cosas en las fiestas elegantes a las que vas con tu familia.

— De hecho no, no soy mucho de tomar. Hice una excepción esta vez.

— Me siento halagado— dijo el mayor y se posicionó sobre Jungwon—. Dame un besito.

El pelinegro accedió y elevó un poco su cabeza para plantar un pequeño y suave beso en los finos labios de Jay. El antes mencionado sonrió y volvió a su lugar acostado junto a Jungwon, esta vez siendo él quien pasaba las yemas de sus largos dedos por la suave piel de el menor y dejando besos de vez en cuando sobre la cabellera ajena.

— ¿Jay?— susurró Jungwon viendo al techo.

— Dime.

El menor suspiró un tanto cansado, definitivamente tenía sueño pero le gustaba estar recibiendo mimos.

— ¿Qué te gusta de mi?

Esa cuestión invadia sus pensamientos muy seguido. ¿Qué era lo que atrajo a Jay? Es decir, ni siquiera era alguien interesante, o una persona que hablara mucho. Simplemente lo que podia ofrecer era ser oyente y si de Jay se trataba, pues claramente su amor. Pero quería oírlo, queria saber exactamente qué es lo que tiene de interesante.

El mayor posó su mano bajo su barbilla simulando pensar a fondo y luego en un rápido y hábil movimiento se volvió a situar sobre Jungwon, posando sus piernas entre la cintura del menor y acorralándolo contra el colchón. Acarició el rostro del pelinegro y miraba con detenimiento a su dongsaeng.

— Me gusta...— dejó un beso en su rostro— todo de ti. Cuando digo todo es enserio, amo tu bello rostro— beso su mejilla—, tus largas pestañas— besó su párpado con cuidado—, tus bonitos labios— beso suavemente los belfos rosados de Jungwon, haciéndolo suspirar—. Significas mucho para mí; significas la razón de los latidos rápidos de mi corazón aunque simplemente tomes mi mano, la fuerza que tengo para levantarme todos los días de esta horrible vida.

A este punto, la garganta de Jungwon estaba hecha nudo, mas no lloraba, no iba a llorar. Su cuerpo fue recorrido por un escalofrío y algunos pequeños espasmos.

— Jay...

— No es necesario que digas nada. Ya respondí tu pregunta, querido.

El mayor salió de encima suyo y lo beso antes de apagar la luz y disponerse a dormir abrazando a Jungwon.

Esa noche, Jungwon lloró entre los brazos de Jay, ahogando sus sollozos mientras mordía su labio inferior. No sabía si se encontraba sensible por el alcohol de tan sólo un rato atrás o simplemente lo que dijo su mayor lo dejó pensando.

No quería pensar en las cosas malas, pero de pronto llegó a su mente Jay y su consumo excesivo de el cigarro. Esa tendencia que tenía a la autodestrucción, parecía que él mismo se buscaba su final. Fue así como comenzó a sentirse mal de que él no podía hacer nada para detenerlo, no era tan fácil como pedirle que dejara de fumar. A ese paso las cosas empeorarían, algunas veces escuchó al rubio toser de una forma extrañamente potente, le pidió que al menos en ese rato no fumara otro cigarrillo, pero Jay sólo le sonrió y dijo:

“— Todo está bien, no te preocupes por mí.”

”

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𝗦𝗧𝗥𝗔𝗪𝗕𝗘𝗥𝗥𝗜𝗘𝗦 𝗔𝗡𝗗 𝗖𝗜𝗚𝗔𝗥𝗘𝗧𝗧𝗘𝗦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora