O12

1.2K 190 27
                                    

— Sal conmigo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

— Sal conmigo.

— Jungwon...

— Necesito distraerte, me preocupa como has estado y creo que es buena idea.

Jay se cruzó de brazos mientras desviaba la mirada con inquietud: — ¿A dónde iremos?

— Conozco un lindo lugar que estoy seguro te encantará.

El mayor comenzó a moverse sobre el columpio azul, de adelante hacia atrás.

— No es necesario, Wonie...

— Quiero hacerlo— musitó el menor—. Y no me vengas con tus mierdas de que "estás bien" y que no me preocupe por ti.

Jay suspiró.

— No trates de salvarme...

— ¿"Salvarte"?— espetó Jungwon con un ahora claro enojo en su voz— No sé a que te refieres pero realmente estás mal, Jay. Comprende lo que te digo.

— ¿Cómo que "estoy mal"?

— Joder, no te hagas el desubicado. Ambos sabemos como ha sido tu comportamiento últimamente, y dejame decirte que no es nada normal en ti.

El mayor bajo la mirada a sus Converse desgastados y murmuró casi inaudible: — No valgo la pena...

Autoestima. Autoestima es algo que Jungwon se había dado cuenta que era algo que a Jay le faltaba en demasía. Siempre en sus pláticas salia una frase de ese tipo: "No te preocupes por alguien como yo."

Y es que en su cabeza no cabia el por qué era así. Es decir... ¿Han visto a Park Jay? Realmente para Jungwon, Jay era la definición de lo indefinible. Contradictorio, pero cierto. Era de una forma tan indescriptible, ustedes entienden. Además, el tipo era realmente apuesto; sus pequeños ojos, finos labios en forma de corazón, la gran altura con la que contaba, además de rasgos extremadamente... Extremadamente perfectos.

— Deja de decir eso.

Jay se encogió de hombros: — Es la verdad.

Jungwon rodó los ojos y tras el ultimo trago de su leche de fresa, se levantó del columpio rojo.

— Dame tu dirección.

— ¿Para qué?— cuestionó el más alto.

— Mañana, 8:00 p.m.

— ¡Oh! No estás hablando enserio...

— Por supuesto que si, estaré afuera de tu casa y te llevaré a una cita.

— Se supone que soy yo quien te invita— se burló el mayor.

— Tu auto es un desastre y sigue en el taller. Deja de hablar y anota tu dirección aquí.

Jungwon le extendió su teléfono y Jay rodando los ojos pero con una expresión divertida, anoto su calle en la aplicación de notas.

El menor sonrió satisfecho: — Gracias.

𝗦𝗧𝗥𝗔𝗪𝗕𝗘𝗥𝗥𝗜𝗘𝗦 𝗔𝗡𝗗 𝗖𝗜𝗚𝗔𝗥𝗘𝗧𝗧𝗘𝗦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora