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No tenia sentido.
Algo parecía ser distinto, ¿acaso una alucinación?, ¿alguna fantasía?, ¿qué otra explicación seria coherente entonces?
¿Por qué Todoroki había dicho que todo terminaba a pesar de haber sido tan insistente ese último mes?
Simplemente no tenía sentido, Bakugo no lo encontraba.
—¿Qué?
—Lamento haberte molestado, no lo haré más. — le dedicó una leve reverencia, para después disponerse a dar media vuelta e irse.
Sintió una punzada en el pecho, tan repentina que ni siquiera notó que su mano salió de su bolsillo para detenerle.
El mitad albino le miró con sorpresa.
—Si tu piensas en irte y pedirle ayuda a Deku...
—No es así. — interrumpió, alejando su mano de su agarre.
Sentía que el toque le quemaba, se sentía tan impuro que su corazón latiera de esa manera.
—¿Crees que no soy bueno enseñando?
—No, yo no...
—¡El estúpido de Deku no es intimidante y...– gritó, sintiéndose frustrado de repente.
Bien, lo aceptaba, era un poco su culpa. No había ayudado ni había sido cooperativo, de hecho, no había hecho nada. Todos los insultos y agresiones que Todoroki había aprendido eran meramente porque le estuvo observando e imitando.
Y eso no era tan desagradable como pensó.
—¡Ya dije que no iré con Izuku!— gritó de vuelta.
La punzada apareció de nuevo.
—¿Izuku?— escupió. —Vaya, a pesar de que le dejaste de lado por estar con mis chicos parecen ser cercanos.
Que se refiriera a sus amigos de esa manera era algo que le había sorprendido porque ¿quién en su sano juicio imaginaria que el bestia de Bakugo fuera tan protector y posesivo con su grupo?
Maldición, incluso eso ahora le parecía de lo más adorable. Comenzaba a odiarlo, preferiría no haberse dado cuenta de nada y seguir siendo el lento de siempre. ¿Por qué nada en esta vida le salia como quería?
—¿Por que carajos me estas deteniendo, Bakugo?— encaró, comenzando a cansarse de la situación. —Tu eres el que decía a diario que dejara de molestar, ¿cuál es el maldito problema?
Maldecía más que de costumbre, pero sentía que tenia justificación para hacerlo. Había notado tan repentinamente el oscuro y asqueroso porqué de su petición que se sentía estúpido.
Solo quería irse a su habitación y poner la almohada en su cara; hasta dormir o asfixiarse, lo que pasara primero.
Tener al causante de sus pecaminosos deseos deteniendole no ayudaba en nada.
—¿Y desde cuándo te importa lo que quiero, bastardo? Eres tu quien estaba detrás de mi cuál perro sin dueño...— ocultó de nuevo sus manos, disfrutando de la expresión avergonzada del otro. — Oh... entiendo...— comenzó, sarcástico. —El niño puede maldecir en una oración y se siente dueño del mundo...
—Estas siendo más molesto que de costumbre, Bakugo.
—¿Y?, ¿que harás?, ¿un berrinche porque me niego a enseñarte?
—A diferencia tuya, no caigo en provocaciones infantiles. — se giró, de nuevo. —Al diablo el ser intimidante, eso no va a darme lo que quiero.
—¿Y qué es lo que quieres?— había preguntado por impulso, como si eso fuera lo único que creía que sería capaz de detenerle sin tener que humillarse de nuevo.
—¿Por qué?, ¿vas a dármelo?— se befó, girando el rostro levemente, viéndolo de reojo.
Katsuki le miró mal, molesto en sobremanera de su repentino actuar. Seguía sin entenderlo. Hasta hace un segundo caminaba a su lado perdido en sus pensamientos como de costumbre, ¿qué demonios había pasado?
—¿Estas insinuando que no puedo?
Una sonrisa, arrogante y burlesca, como las que el rubio cenizo dedicaba a todo mundo se adueñó del monótono rostro del más alto.
—Al contrario...— soltó, confundiendo al otro.
Disfrutó por un segundo aquella expresión aturdida.
Shoto entendía a la perfección que sus deseos de detenerle eran meramente por orgullo, porque en su pequeña burbuja creía que iría a con Midoriya por ayuda; y eso era algo que el gran Bakugo Katsuki se negaba a aceptar.
No por él, no por un interés genuino o amistoso como le gustaría imaginar. Era lento, pero no estúpido.
Al menos no tanto como para ilusionarse con mentiras autoinducidas.
—Voy a enseñarte.— propuso. —Así que no se te ocurra pensar de nuevo que el jodido nerd de Deku es mejor que yo.
Quiso replicar de nuevo, pero sabía que sería en vano. Nada de lo que dijera iba a ser escuchado de cualquier forma y no es como si pudiera dar razones del porqué quería alejarse porque ¿cómo le explicaba sin parecer loco o un fenómeno?
—Olvídalo...— respondió sin más. —Un extra como yo seria incapaz de intimidarte, no tiene sentido.
—Nunca dije que fueras un extra. — murmuró, después de chasquear la lengua y desviar la mirada al suelo exasperado.
Escuchó las pisada incrementar e intensificarse, y para cuando lo notó, tenía a Todoroki acorralandole contra la pared.
Sus ojos estaban como inundados, le veían tan fijamente que sintió que esos cuatro centimetros de pronto eran más de lo que podía soportar.
Lo odiaba con su vida; que el bicolor fuera más alto era una de las pocas cosas que más le molestaban.
Que le mirara desde arriba, que se tuviera que curvar levemente para que sus ojos conectaran y que a pesar de ser más débil que él esa pequeña diferencia de altura fuera jodidamente intimidante.
—Lo intenté, Bakugo. — susurró. —Espero que seas consiente de que fue culpa tuya. — amenazó.
Y aunque no entendió de qué hablaba, se limitó a sonreírle con burla.
—Muerete, jodido extra.
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Teach Me, Please.
FanfictionTodoroki está cansado de que le llamen lento y aburrido. Quiere que la gente deje de repetirle una y otra vez que es tierno y adorable. Todoroki quiere intimidar a las personas y ser un héroe respetable. Y sabe perfectamente a quien pedirle ayuda. [...