T R E C E .

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[...]

A veces siente que no entiende nada a su alrededor, por más que lo intenta.

No entiende el porqué Kirishima, a pesar de ser tan amable y carismático, se empeña en autodenominarse su mejor amigo. No le molestaba, en realidad. Solo le confunde.

No entiende porque Uraraka le sigue teniendo miedo aún después de que en aquel festival le hizo frente de aquella manera. Quiere pelear de nuevo, pero no sabe como pedirle entrenar juntos sin aparecer un rarito.

No comprende porque de un día para otro se volvió líder de un grupo de idiotas que se hacen llamar el "Bakusquad", y mucho menos el porque disfruta, un poco, ser parte y dueño de eso.

Desconoce porque Todoroki,  uno de los mejores prospectos a héroe, está tan obsesionado con parecer intimidante. Él, personalmente, creía que era innecesario. Tenía un aura tan distante y misteriosa, no entendía porque quería que le tuvieran miedo. No era necesario,  consideraba que el respeto y la admiración era muchísimo mejor. No juzgaba, era el menos indicado, pero sentía que no le quedaba.

Era amable, reservado y directo, caballeroso y educado al punto de parecer algún príncipe de ensueño, curioso, infantil y adorable, tanto que incluso daba miedo lo fácil que conseguía que otros quisieran cuidar de él.

Él, incluido. Aunque nadie debía saber eso... nadie además de Eijiro, que por alguna razón lo sospechaba.

No odiaba a nadie realmente, ni siquiera a Deku. Lo irritaba en magnitudes incalculables, obvio, su positivismo y sus discursos evangelizadores eran algo que le provocaban nauseas y ganas de matarlo pero, en definitiva, no lo odiaba.

Y eso era algo que tampoco entendía.

Se sentía estúpido, un poco. ¿Cómo lograría ser el número uno si no resolvía incógnitas tan simples?, ¿cómo ayudar a otros si no podía ayudarse a sí mismo en sus crisis?

Mira el reloj a su lado; las dos de la madrugada.

Se siente frustrado por no poder conciliar el sueño. Acostumbraba dormir temprano porque madrugaba para poder entrenar antes de ir a clases, y disfrutaba en verdad dormir sus ocho horas diarias.

Cierra los ojos para tratar de contar ovejas, como hacen los mortales. Todo parece ir bien, hasta que su cerebro decide joder todo y le recuerda una estúpida conversación entre Denki y Sero argumentando que animales serían; Deku era en definitiva algo parecido a una oveja, según ellos.

Él lo comparaba más a una araña, pero si lo decía en voz alta se abriría un debate del que no quiere ser participe.

Y entonces unos Dekus comienzan a brincar la valla y su intento de sueño se convierte en pesadilla.

Sale de su cama y baja al comedor.

Se encuentra a Todoroki en la mesa, bebiendo tranquilamente algo de la taza que la chica rana a personalizado para él. Todos tienen una, de hecho; las había regalado la última navidad.

La del mitad albino es sencilla, blanca con una mancha roja; la suya, negra con una cruz naranja y las simulaciones de explosiones de su primer traje. Linda, le gustaba.

—Buen...— intenta saludar el heterocromatico, pero se detiene a media frase. Sus ojos se pierden por un segundo, como suele hacer cuando piensa o trata de recordar algo.

—¿Buen...?— imita, sirviéndose agua que hay en la tetera. Agrega dos cucharadas y media de café y una de azúcar.

—No lo sé... ¿Buena noche?, ¿buen día?, ¿buena madrugada?

Teach Me, Please.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora