D I E C I N U E V E

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[...]

Nunca había imaginado besar a Bakugo.

Observarlo de cerca y poder entablar conversación decente con él era el máximo de sus alucines.  Así que ahora simplemente no sabía existir.

Se sentía tan irreal, tan abrumador y perfecto que una sonrisa se le escapa sin permiso entre el beso.

Bakugo lo nota, y le sonríe de igual manera, casi matándolo.

—¿De que te ríes?— pregunta contra sus labios, bajito y dulce como nunca había visto.

No responde, solo le besa de nuevo. Suave, superficial, como si tuviera miedo de despertar.

Bakugo le corresponde. A todos los pequeños y fugaces besos que da sobre sus labios. Sonríe de nuevo, sin poder creer la situación del todo.

—¿Qué es tan gracioso, animal?— repite la pregunta, robando esta vez él un beso que no tarda en ser correspondido.

—Soy feliz. — confiesa.

Entonces las mejillas de Katuski se vuelve rojas.

Shoto se apresura a su lado; rodeando la mesa para poder sentarse frente a él y entrelazarse en un abrazo. Oculta su rostro en su cuello y lo aprisiona de la cintura.

—¿Por un simple beso?

—No es simple, Bakugo.  — responde, apretando más su agarre.

—Katsuki.— corrige. —Puedes llamarme Katsuki.

La boba sonrisa en sus labios incrementa, si es posible. Bakugo lo aparta, porque quiere ver sus reacciones.

Lo encuentra tierno, bonito; tanto que le asusta.

—¿Puedo besarte otra vez?— pregunta.

El rubio cierra sus ojos en respuesta.

Siente pronto como los labios de Shoto toman los suyos. Sigue siendo suave y cuidadoso, pero esta vez no se queda en algo superficial. No son expertos, pero se dejan guiar por el momento.

Bakugo lo toma de la mejilla, acariciándole, y Todoroki lo toma de la nuca, acercándolo.

Y se dejan llevar. Dejan que las mariposas en sus estómago se ahoguen en caricias y suspiran al separase para recuperar la humanidad que sienten perder al tocarse.

Porque se sienten eternos al entrelazar sus manos.

—Creí que me odiarias. — confiesa el mitad albino.

Se atreve a meter ambas manos a la camisa del rubio, para poder acariciar directamente su piel. Encuentra enteramente divertido ver el reaccionar del chico ante los cambios de temperatura.

—¿Por qué lo haría?— dice. Tiene ambas manos enterradas en su cabello, lo peina con sus dedos y acaricia algunos mechones rebeldes.  Claro, tira de ellos con fuerza cuando siente un cambio demasiado brusco.

Pero no busca lastimarlo. Y Todoroki lo sabe.

—Porque estoy enamorado de ti desde hace mucho. — suelta. —Porque soy un chico.— dice, obvio.

—¿Enamorado?— pregunta con sorpresa. Se felicita internamente por no tartamudear al hacerlo. —¿Estas enamorado de mi?

Shoto ríe, genuinamente divertido por la reacción que recibe.

—Mucho. — acepta. —Tanto que si me lo permites, intentaría hacerte feliz el resto de mis días.— sigue hablando, perdiendo poco a poco la monotonía en su voz. — Pero esa no es la parte importante que quería resaltar.

—¿Te preocupa que ambos seamos chicos?

—Creí que a ti si.

—No lo hace. — le responde.

Shoto lo mira de nuevo, fijamente, buscando en sus ojos, esos que no saben mentir, alguna pista de broma.

Y no la encuentra.

—Me gustas Katsuki. — dice entonces.

—Si, ya lo dijiste.

—Lo hice.— ríe. —¿Puedo seguir diciendolo mañana?

—¿Yo qué sé?— reprende, dándole un pequeño golpe en la frente. —No soy tu padre.

—Entonces lo haré. — amenaza. —Y te besaré de nuevo.

—¿Vas a hacerlo hasta mañana?— intenta provocarle.

Y funciona, porque Shoto vuelve a besarlo. De una manera tan dulce y bonita que se siente adictiva.

Entonces, para sorpresa del rubio, el otro se levanta bruscamente de repente y toma sus cosas con rapidez.

—¿Shoto?— pregunta, confundido

—Es tarde, Katsuki, me iré ya.

—¿Te vas?, ¿ya?

—Si, eso dije. — le roba un rápido beso en la mejilla. — Te veo mañana.

El rubio le detiene tomándolo del brazo.

—¿No vas a preguntarme nada?— frunce el ceño.

—No. — lo aparta con cuidado. — Aún no.

Sale de la habitación ante la atenta mirada del chico.

Cuando la puerta se cierra Bakugo se siente capaz de respirar correctamente. Comienza entonces a recapitular su tan vergonzoso comportamiento y lo rápido que avanzaron las cosas de pronto.

En su mente sólo se repiten una y otra vez las palabras del heterocromatico. Le pone la piel de gallina el recordar su cercanía, el calor de su aliento, los suaves y húmedos de sus labios y lo malditamente cómodo que se sentían sus brazos.

Sabía que había caído bajo. Muy, muy bajo.

Toma su celular y le manda un mensaje a Kirishima. Siente como sus mejillas arden con cada letra escrita y cuando el mensaje es enviado, siente que el corazón le explota.

"Besé a Shoto Todoroki."

Esperaba, de verdad, que no fuera amor.

[...]

Teach Me, Please.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora