D I E C I S É I S .

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[...]

—Muy bien, para poder intimidar de manera correcta solo necesitas una cosa.— habla Bakugo, parado frente al mitad albino. —Ser yo.

Todoroki deja la frase a medio escribir en su libreta, levanta la mirada y frunce el ceño molesto.

—¿En serio, Bakugo?, ¿todo este tiempo para eso?, no me jodas.

—Lo siento, así funciona el mundo. — resta importancia, comenzando a caminar al comedor.

—Así funciona mis pelos bicolor...— comienza a caminar detrás de él.  Todos le miran curiosos por la expresión pero le ignoran, después de todo era más común ahora.

Denki y Sero ven alguna serie en la laptop, abarcando todo el sofá sin vergüenza alguna. Tokoyami habla con Koda, aunque no saben si a susurros o telepaticamente, nadie se atreve a preguntar al respecto así que solo los dejan ser. Iida y Momo ayudan a Uraraka, Mina, Kirishima y a Izuku con algunas tareas.

Una tarde normal en los dormitorios, realmente.

—¡Deja de putas seguirme! — reprende de nuevo, cuando están solas.

—¿¡Tienes que insultar en cada jodida frase?!, ¡pareces un maldito bestia hablando de manera tan vulgar!

El rubio se gira entonces, para verle con las cejas altas. Su expresión es clara; de loco e idiota no logra bajarlo.

—¿En serio?, ¿yo?

—¿Vas a enseñarme en serio o no?

—Bien, solo si logras imitarme de alguna manera  — se acerca. Su mirada es directa y orgullosa, lo mira a los ojos y no duda ni un segundo.

Todoroki lo hace, un poco, pero lo hace.

—¿Qué quieres que imite?

—Mi nombre. — dice, sin más.

—Bakugo Katsuki.

—No, Todotonto,  eso no suena intimidante.

—Tu nombre no es int...— guarda silencio al verlo fruncir el ceño.

—Repitelo. — ordena.

—Bakugo Katsuki. — suelta, monotono y sereno, aunque su ceño esté arrugado.

—¿Por qué acepté ayudar?— toma el puente de su nariz y lleva una mano a su cintura. Exagera sus gestos, para que el lento de su compañero entienda de alguna manera su frustración.

—No lo hiciste...— contesta, en un murmullo.

—Tienes razón, nunca hubiera aceptado una estupidez como esta.

—Bakugo Katsuki. — repite, tratando de sonar molesto, sin éxito

—Bakugo Katsuki. — suelta,  con su natural tono de voz ronco y grave. Alarga las "a" apropósito,  sabiendo lo provocadoras que pueden llegara a ser.

—Bakugo Katsuki...— intenta imitar la pronunciación. Lo ve sonreír con burla.

—Más ronco.

—Bakugo...— comienza,  inconscientemente, a acercarse a él. Baja su mirada y comienza a encorvarse lentamente.

—Más grave...– retrocede un paso, chocando levemente contra encimera. Su vista se había oscurecido porque la cercanía del otro opacaba la  luz que había en la habitación.

—Bakugo... — pone ambas manos sobre la encimera, acorralandolo. Jura ser capaz de sentir la respiración del rubio mezclarse sin vergüenza alguna con la suya.

—Alarga más la palabra.— indica,  maldiciendose mentalmente por haber sentido un temblor imperceptible en la oración.

Había acortado la distancia porque había recordado que él solía hacerlo, así que decidió probar suerte. Funcionaba, pues los ojos que solían verlo sin más brillaban un poco.

Se sintió egoísta al pensar que, aunque sea por un segundo, le veían solamente a él; que le pertenecían un poco.

—Bakugo Katsuki.

Sus labios se mueven peligrosamente cerca al hablar.

—Bien, no estuvo tan del asco.— aceptó,  empujando al más alto para alejarlo. —Sigue siendo horrible, claro.

Una mueca triste se apodera de él junto a un leve puchero.

—Me rindo.— levanta los hombros restandole importancia al asunto. —Tendré que practicar más... nos vemos mañana.

Katsuki le vio marcharse en silencio, y cuando la puerta de la cocina se cerró pudo respirar de nuevo. Apretó su pecho con una mano, como si eso fuera a ayudarle a calmar a su repentino desenfrenado corazón. Sentía el rostro caliente, como si aún tuviera la respiración del más alto contra la suya. Sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo entero al recordar sus ojos; esos que siempre mostraban un vacío mítico siendo invadidos por un peculiar y ansioso brillo. Mordió su labio al recordar su voz, esa que sentía retumbar en sus oídos como si se le hubiera susurrado directamente.

Maldición, ¿qué demonios sucedía?

Se dio unos golpes en las mejillas para devolverle a la realidad.

Todoroki no intimidaba... pero, joder, era capaz de hacer cosas mucho más peligrosas.

—¿De que demonios hablas, Katsuki?— se regaña en voz alta, frota su rostro bruscamente con sus manos. 

—¿Sucedió algo?— escucha la voz de Eijiro.  — Todoroki intentó subir las escaleras pero se tropezó con sus pies tres veces seguidas, ¿lo golpeaste en la cabeza o algo?

—¿Estas culpandome de que sea un idiota?

—Estoy culpandote porque tu lo pones más idiota de lo normal...— reacciona a sus palabras. —No estoy diciendo que Todoroki sea idiota, no, esa es una afirmación muy grosera, no quise decirlo de esa manera es solo que... tu entiendes, yo no queria...

La mirada burlona del rubio le avergüenza más.

—¿No querías decirle idiota al idiota?

—Exacto, yo no quería decirle idiota al id... ¡Katsuki!

—¿Si?— finge inocencia

—¿Vas a decirme porque entraron aquí discutiendo y salen todos idiotas?— cubre su boca, frustrado. —No quise llamarlos así, es solo que están actuando raro desde hace días y nos tienen a todos muy nerviosos... ¡como si estuvieran a nada de hacer explotar al país!

—Eiji...— habla, suave, calmado y con una leve sonrisa en los labios. —¿Puedes decir mi nombre completo?— pide.

El pelirrojo duda por un segundo.

—¿Bakugo Katsuki?

—¿Puedes decirlo como si me estuvieras imitando?

Frunce el ceño, confundido. Separa levemente las piernas e imita su pose con las manos, entonces sonríe lo más "chico malo" que puede.

—Bakugo Katsuki ...— alarga las letras a la perfección, respeta toda entonación y su tono incluso a sonado rasposo.

Aun así, no provoca nada.

Comienza a caminar a la salida, dejando a su mejor amigo asustado a más no poder, como si hubiera provocado el fin del mundo sin saber exactamente cómo.

—¿Kats?, ¿qué sucede?

—¡Shoto!— grita, desde afuera, asustando a todo mundo. —¡Ese imbécil es lo que sucede!

Nadie sabe como, pero todos son capaces de aguantar la risa cuando el rubio tropieza con sus propios pies intentando subir la escalera y verse obligado a subirla como si escalara alguna enorme montaña.

[...]

Teach Me, Please.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora