Cuando termine de darle mis razones, y aunque no era la primera vez que ella las oía, accedió.
Una semana transcurrió para que mi madre hallara otra vivienda en el pueblo contiguo. La gente de mi vecindario no dejaba de husmear acerca de mi condición psicológica y la de mi madre sobre todo por creer en las “fantasías” que le conté. Por ello también mi buena progenitora decidió que nos iríamos a un lugar en el que nadie nos conozca, podamos empezar desde cero y yo me sienta a gusta con el medio.
“BIENVENIDO A SHERKLAINS”. Finalmente, leí el letrero que me trajo la más gloriosa felicidad a mi vida. Supe que, al pasar por esas letras negras iluminadas por un foco, las cosas para mi tornarían distinto.
Subimos por una cuesta, la más empinada pendiente que eh percibido en toda mi existencia. El camión de mudanzas parecía que iba a caer en cualquier minuto, pero se mantuvo estable hasta llegar.
Ubicadas justo en medio de esa colina en la calle #84, con la neblina invadiendo nuestras pertenencias y el calor humano que nos hacía sobrevivir.
-Es mejor que meta pronto sus cosas, señora. –Habla el conductor que mi madre contrató. –Aquí, es muy común que el frío les quite el sueño y hasta la salud. Deberá lo más pronto instalar los objeto eléctricos o también podrían dañarse, lo más posible es que llueva. Todas las noches son así, muy predecibles en Sherklains.
-¿El clima es el mismo? –Pregunto Gloria, mi mamá.
-Siempre que la luna se asoma, pero le prometo que cuando el sol se posa en este cielo, es normal tener un calor de infierno en verano y en invierno simplemente no verlo. Otra estación presente es otoño. Pero ninguna más. –Dijo el hombre. –Acostúmbrese pero, a que el céfiro le carcoma por el anochecer.
Tuvo razón ese individuo, fue el oscurecer más helado que presencie en toda mi existencia. El silencio fue inmutable, parecía que se escondían los habitantes para no morir congelados en medio de las calles. Aun así yo no podía unir mis parpados por más de un segundo.
Mi alcoba era en el tercer piso, y la única que existía en esa planta a decir verdad. Mi madre dormía en un dormitorio pequeño y se sacrificó en darme el más grande a mí (quizá recompensando todo lo que he tenido que pasar).
Las tablas de la casa rechinaban a cada paso, y la madera de las puertas también gruñía. No era exactamente una opción mejor, pero los primeros días me la pase en tranquilidad.
En el colegio conocí a Bill, un niño de mi clase que tenía diez años y lo presumía porque él era el primero en cumplir que el resto. Hasta que yo llegue, en enero había obtenido otro número a mi edad así que él no era tan especial ahora.
No tardó en odiarme, pero como fue el que sociabilizo conmigo termino convirtiéndose en mi mejor amigo. Quizá el único que he tenido. Me aislé un poco de las personas porque tenía miedo de que descubran mi pasado y se limiten a creer que estoy loca.
Bill era mucho más alto que yo, (siempre lo ha sido) y sus ojos marrones hacían contraste con esas delgadas pestañas. Era una cara que consideré graciosa, por su parecido femenino. Pero en realidad muchas chicas conforme fuimos creciendo, lo miraban como un candidato a la perfección. Para mí siempre fue, es y será un amigo. No quisiera que la gente del otro lado (la dimensión obscura) le hiciera daño, así que no me encariño de él, pero en ocasión es un poco imposible no sentir afecto por esa odiosa mujer atrapada en un contenedor de hombre. (No explico que sea gay, solo que era un poco quejoso y más resentido, como suelen ahora ser los varones y ya no las féminas).
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ESPECTRAL
TerrorLAS ALMAS DEL PURGATORIO DE VEZ EN CUANDO TOMAN VÍCTIMAS.... UN INOCENTE Y EL ESTÚPIDO SENTIMIENTO DE AMOR, MEZCLADO CON EL SADISMO.