CAPÍTULO XIII

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Arrancamos todos en un unido duelo.

  El frío se mezcla con los poros de mi cara, sé que esta vez no fallaré. Fuerzo la capacidad que tiene esta máquina, empiezo a reír sin frenesí por tantos nervios.

  Unos tipos se ponen alado mío, me cierran el paso. Desacelero y los esquivo pronto. Estar tres años compitiendo en estas clandestinas luchas, hace que desarrolles más tu habilidad.

  Me ven como un riesgo el par de asechadores, juntos empiezan a seguirme.

  Al pasar por el marcador, una pantalla me pone de quinta. Y solo serán tres vueltas en esta etapa.

  Me doy cuenta de que he perdido del radar a los amenazantes. Ahora solo disfruta la brisa fugaz y furiosa que despeina mi cabello.

  Alzo mis manos para sentirme libre un par de segundos.

  Es la segunda vuelta, el marcador me dice “Buen trabajo” porque consto de segunda.

  Mi  concentración expira cuando escucho la voz unos vulgares dando alaridos, son esos que trataban de botarme de mi motociclo.

  En una etapa del camino, debemos pasar por un puente obscuro, sin nada de iluminación.

  La única salida es a diez minutos, con el vértigo  de no saber si impactaras o no un obstáculo que colocan los dueños.

  Ahora siento miedo.

  Fuertemente agarro las manillas y cierro los parpados, pues recibo la misma luz al tenerlos abiertos.

  Siento como algo colisiona, pero no soy yo. A continuación oigo gritos de quien presumo son el dueto de tramposos. Piden clemencia para no atravesar el sufrimiento, ahora incógnito en mi mente.

  Al salir, no pienso en nada más que rebasar al obeso que me lleva delantera. Escucho un susurro en mi mente: “Patéalo”. Y me aproximo lo suficiente para poder hacer mi hazaña.

  He ganado.

  Me bajo del transporte y sé que sudo cantidades incontrolables. Georgia me invita un trago.

-Haz vuelto a ser la tú de antes. –Dice, cuando nos sentamos en la mesa principal de la taberna. Un lugar reservado para líderes de Calavera Kuis. Y ahora confirmo mis sospechas de que esta mujer, tiene más poder que otros apostadores.

-Ve al punto que quieres llegar. –Menciono amablemente.

-Bueno, Jim. Te tengo una propuesta. –Plantea. – Corre para mí.

  Cuando junta esas palabras presiento un temor naciendo y esparciéndose en cada poro de mi cuerpo. Porque tiene mayores desventajas que beneficios esa oferta.

  Atisbo en la barra a Zeus. Esta junto a Bill platicando.

-¿Podría pensarlo? Es una oportunidad que requiere de tiempo para concluir con una buena respuesta. –Afirmo a Georgia.

  Solo se para la mujer, y se marcha. Directo con su partida, se acercan Bill y el misterioso.

-Este señor me pagara $50 por dejar que te lleve a casa. –Revela Bill. –Así que, como sabes, necesito dinero Helena.

  Luego se despide.

  Estamos en la moto de Zeus. Y me dice que iremos al cementerio “Almas del Paraíso” a finalizar un negocio, antes de cualquier otra cosa.

  La imagen de él, ahora se me asocia con un narcotraficante. Eso explicaría por qué no puede ser visto en público para dejarme plantada, su nombre falso, y las cosas arriesgadas que hace. Pero cuando llegamos no es específicamente un “paquete” ¿con droga? el que se le es entregado. 

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