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Antonia

Me habían pasado a una habitación para estar mas cómoda, y para tener más privacidad en el momento de alimentar a mis hijos.

Antonia: Muero de hambre.
Villamil: ¿De verdad?, ¿Lo primero en lo que piensas es en comer?
Antonia: No, lo único que pienso ahora es que quiero mi cama para dormir como no lo hago hace nueve meses. -sonrío.-
Villamil: Iré a buscarte algo de comer, y de paso aviso a todos allá afuera de que están bien.

Asiento, lo veo salir. Suspiro, que maravilloso momento había pasado, había tenido dos bebés, y ahora estoy aquí como si nada. La Antonia de hace años estaría llorando de dolor y cansancio. Unos toques en la puerta me hace reaccionar.

Adriana: hola hola. -entra con una sonrisa. Detrás la enfermera con dos carritos- Traemos a tus pequeños.
Antonia: Gracias. -digo acomodandome- Gracias Adriana, por haberme ayudado con el parto y todo eso.
Adriana: No hay de que cariño, recordé que habías dicho que querías que fuera yo quien recibiera a tus hijos... Felicidades, son dos bebés completamente sanos.

La enfermera acomoda a los mellizos en mis brazos, le agradezco con una sonrisa. Y ambas se despiden de mi cerrando la puerta detrás de ellas.

Antonia: No puedo creer que están aquí. -murmuro con una sonrisa- Y son igual de hermosos a como los imaginé, prometo ser una buena mamá, prometo no ponerlos en vergüenza, prometo no ponerles apodos ridículos como a papá, y sobretodo prometo amarlos incondicionalmente. -siento mis ojos cristalizarse- Papá y yo haremos todo para que ustedes sean felices siempre. Bienvenidos a la vida, a veces suele ser un asco, pero siempre hay un lado bueno. -suelto una baja risa-

Escucho la puerta abrirse, levanto la mirada y sonrío al ver a Juan Pablo entrar, el me sonríe de vuelta y deja la bolsa en la mesita de a un lado. Toma a Theo de mis brazos.

Villamil: Bueno, ahora somos una familia.
Antonia: Una familia. -asiento.- Ya no puedes echarte para atrás. -lo escuchó reir-
Villamil: No tenía planeado hacerlo. -toma mi mano con su mano libre- Ahora más que nunca no te dejaré.

Estaba por contestarle, pero Cons comenzó a removerse en mis brazos, ví sus ojitos abrirse, y sonreí con inmensa emoción. Que bonitos ojos.

Antonia: ¡Cómo los de tu papá! -digo con emoción-

Constanza tenía unos hermosos ojos esmeralda, como los de Juan Pablo, aquel toquesito verde que yo tanto amaba.

Villamil: ¿Cómo puede ser posible que hayas ganado?

Habíamos apostado, aposté a qué los bebés tendrían los ojos esmeralda, y el apostó a qué serían azules como los míos. Pero al parecer, gané.

Villamil: espera, está despertando... ¡lo sabía! -exclama en un susurro- Son azules. -me mira con una sonrisa- Ambos ganamos.

Intercambiamos bebés, nuevamente. Ahora yo me dediqué a observar los ojos de Mattheo, azules como el cielo, tal cual los míos, heredados de la abuela. Ojalá ella estuviera aquí, para ver qué alguien más había heredado sus bellos ojos.

Antonia: Tuviste suerte. -lo miro unos segundos hasta que nuevamente miro a Theo- Apuesto a que nuestro próximo hijo va a parecerse a tí.
Villamil: vas a perder... De nuevo.
Antonia: Deseas. -murmuro riendo-

Unas voces se hacen presentes fuera de la habitación. Sabía perfecto quienes eran, mi familia, estaba aquí aún. Abrieron la puerta, y entonces pude ver primero a mis padres siendo empujados por Martín.

De Cero. -Juan Pablo Villamil.- LDA #4 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora