55 Un cambio de clase

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El Orco restante vio venir espada en mano, al enemigo que acababa de matar en un instante tanto a su compañero como a su montura. La impresión por ataque despiadado de Bryan lo dejó impactado por un instante, pero rápidamente se recuperó y mostró una expresión furiosa, con la boca bien abierta para mostrar sus colmillos mientras rugía:

- ¡Maldito motón de porquería humana! ¡Te arrancaré la carne de los huesos! -

El enorme lobo lanzó un aullido mientras su jinete sacaba una ballesta que llevaba sujeta en la espalda. El orco apunto rápidamente y disparó contra Bryan. El virote surcó el aire emitiendo un agudo silbido que perforaba los tímpanos, mientras se dirigía directamente al cuello de su víctima.

En respuesta a la amenaza, la Esencia Mágica en el interior de su cuerpo circuló rápidamente y la concentración de Bryan aumentó a niveles extraordinarios. Desde su perspectiva, ese afilado virote pareció reducir su velocidad como su lo viese en cámara lenta. Eso se debía a que la velocidad con que su mente procesaba las señales de sus cinco sentidos se había triplicado.

Cuando el virote ya estaba a un metro de distancia, Bryan blandió la espada larga que le había quitado al primer enemigo con un movimiento veloz y acertó en darle un golpe certero a la punta metálica. Se escuchó un crujido y el virote se quebró en varios pedazos de forma súbita.

Incluso después de haber destruido el virote la velocidad de Bryan no se redujo. Antes de que el Orco tuviese oportunidad de recargar su ballesta o sacar su propia espada, Bryan ya había espoleado al caballo para abalanzarse contra su enemigo.

El acero trazó un arco casi perfecto cuando atacó. En general las armas que los Orcos hacían eran toscas y poco refinadas. La espada que Bryan sostenía no era la excepción. El metal era muy sólido, pero el peso del arma no estaba bien balanceado y la forma dejaba mucho que desear. Aun así, como Bryan no sabía nada de esgrima, le importaba muy poco si podía utilizarla con gracia. Su única intención era levantarla en alto para descargar un golpe como si estuviese usando un hacha.

El Jinete Wargo también levantó su espada para defenderse del golpe, pero justo cuando ambos filos estaban a punto de chocar, un virote de ballesta más pequeño y de color marrón salió sorpresivamente de la manga derecha de Bryan. El virote voló limpiamente y se incrustó firmemente en el cuello del Orco con un suave sonido

- ¡Tra... tramposo! -

De la boca del orco ya botaba un puñado de burbujas de sangre mezcladas con su saliva, pero se las arregló para escupir esta última palabra con mucha dificultad. Al mismo tiempo sus manos perdieron fuerzas y su espada resbaló de sus dedos hasta quedar tirada en el suelo. El cuerpo de su dueño la siguió poco después, cuando sus convulsiones le hicieron caerse de su bestia y quedar inmóvil en el suelo. Era evidente que estaba muerto para cualquiera que lo mirase.

- Realmente son una raza con poca inteligencia ¿eh? - La expresión fría y severa de Bryan comenzó a relajarse mientras bajaba del caballo y desapareció para cuando llegó al lado del enorme lobo, siendo reemplazada por una sonrisa maligna. Con un tajo de su espada larga liberó el enorme saco amarrado a la montura y lo arrojó hacia el corcel que seguía detrás suyo. Después dio una certera puñalada sobre la cabeza del Wargo, que se había quedado paralizado tras la muerte de su jinete y el enorme lobo cayó muerto sobre un charco de su propia sangre.

- ¡Matar, matar, matar!... -

En ese momento, unas figuras doblaron repentinamente por una esquina y comenzaron a acercarse a ellos. Eran unos diez Jinetes Wargos que aullaban con fuerza mientras perseguían a un grupo de magos y guerreros que huían desesperadamente. Entre los que escapaban destacaban Beacher y el resto de estudiantes de la Facultad Luminosa, montados en los caballos famélicos que alguna vez llevaron los necromantes.

The Great Demon King I - Libro Primero El Bosque OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora