La sensación de estar atrapada entre sus brazos me trajo el recuerdo de aquel sueño. Porque los latidos frenéticos de mi pecho parecían no desear detenerse. El roce de sus labios luego de susurrar en mi oído descendió a mi cuello, y yo solo podía estremecerme.
Su aliento de la nada estaba mezclándose con el mío. Me moví, o al menos lo intenté. Ya que tan rápido como lo hice, como un imán regrese al metal.
Jadee y cerré los ojos con fuerza, sintiendo la yema de sus dedos como fuego quemando mi piel ascender debajo de mi camisa. Tan paulatinamente, que erizaba mi piel.
Apreté mis muslos, sintiendo la humedad bajo mis bragas, estaba tan jugosa, que al apretarlas y moverlas, mis labios internos resbalaban, haciéndome desearlo más.
Una de sus manos aprisionaron las mías arriba de mi cabeza, con las suyas. Su pierna se metió entre la mía, y las separo, llevando su mano libre a tomar mi entrepierna. Suspire pesadamente.
Su mirada y la mía parecían sumirse en la otra. Lamió sus labios, y un atisbo de sonrisa ilumino su rostro.
—Oh, parece que ya nos está gustando.— Sonrió y entonces se alejó.
Mis manos se volvieron puños, de solo pensar que él una vez más me dejaría así.
Caminaba hacia mi sala como si la conociera, mientras yo seguía pegada a la pared, intentando regular mi pesada respiración.
¿Qué había sido eso?
Con el ceño fruncido lo seguí. Encontrándolo sentado en mi sofá, no llevaba corbata, dos botones de su camisa blanca estaban abiertos, y sus mangas arremangadas hasta los antebrazos.
Trague grueso al ver sus venosos brazos marcarse, dejando a la vista sus tatuajes.
Ahí estaba yo, Selene Jones, en medio de la sala de mi departamento estupefacta ante lo visualmente deseoso que se veía, llevo su cabello para atrás y pude jurar incluso que lo vi como en una cámara lenta hacerlo.
¿Me estaré volviendo loca?.
Palmeo sus piernas, mirándome fijamente. En una actitud relajada y autoritaria. Negué, resistiéndome; por el simple hecho de que buscaba más de él.
Evan odiaba que desobedecieran una orden.
¿Cómo mierdas sabía eso?
Arqueo sus cejas y cínicamente rio.
—¿Cómo hace años mi bebe me sigue desafiando, no es así?.—Se levantó y camino con las manos en sus bolsillos hacia mi dirección. En ningún momento le levanté la mirada, tenía las manos tras mi espalda, mirando los rojizos dedos de mis descalzos pies.
—De rodillas Selene.—Subí la cara, dejando que con sus venosas manos tomara mi mentón, permitiéndole perderse en mi lujuriosa mirada, siendo correspondida por la suya.
—Estoy jodidamente celoso, tan furioso, que unos azotes como castigo, para ti, se vuelven poco.—Todo lo que decía cerca de mi boca, era para mí como un detonante. Deseaba obedecerle, así como deseaba ser castigada.
No era mi primera vez con un chico, pero él siempre parecía saber que decirme para hacerme sentir como si lo fuera. Sabía qué decirme para llenarme de nervios y ansias.
Estaba de rodillas, con mis mejillas calientes, y el coño húmedo, viendo su ancha espalda retomar su posición anterior en el sofá, cambiando mi programa a lo que parecía ser YouTube.
—Gatea hasta donde estoy.—Abrí los ojos como platos ante lo ronco que salió su voz. Body de Rosenfeld fue lo que inundo cada rincón de mi departamento cuando le subió, supe que estaba jodida, y eso deseaba.
******
—Castígame.
—Espero que recuerdes esas palabras cuando este fuera de ti, torturándote para que me supliques.—Dijo tan lento y rudo con su mano sobre mi cuello, y no sabía que era lo que más amaba de él, si está sucia manera de follar, o como era también después de terminar.
******
Salí de mis pensamientos confundida, me veía a mí, pero el rostro de con quien estaba no.
Tomo mi helado a medio terminar de la mesita, llevando una cucharada a su boca, sus labios cubrían la cuchara que impecable saco. Jadee ante la escena.
Con todo se veía sexy, y lo odiaba por eso.
Llegue hacia donde estaba como lo pidió. Metió dos dedos llenándolos del sirope de chocolate.
—Chupa, sé que quieres terminarlo.
Acatando su orden, cerré mis ojos al momento que el chocolate invadió mi boca, mi entrepierna palpitaba al imaginar que su dedo no era lo que chupaba.
Lo saco de mi boca con su mandíbula apretada, y una erección notoria bajo su pantalón, lamí mis labios quitando el dulce restante, con mis ojos fijos en su entrepierna.
—Si lo sigues viendo de esa manera me follaré tu boca, no soy paciente, ni vainilla, no contigo, y lo sabes.
—No quiero que lo seas tampoco...
—No sabes lo que pides.
—¿Puedo probarlo?, solo una lamida.—Hice un puchero, y quise desabrochar su pantalón, apresurada por sacarlo y devorarlo antes de ser detenida por su repetitiva excusa.
La tela de su bóxer lo cubría, estaba tan duro que parecía no resistir más.
Lo acaricié por encima, sintiendo los pálpitos en mi mano; ambos con un mutuo deseo que parecía rodearnos cada vez que nos topábamos. Su respiración se hizo pesada y fue cuando supe lo que provocaba en él.
Hay cosas que en ocasiones no puedes describir, existen gustos que no deberíamos sentir, que moralmente vistos no están bien. Sabía todos los sucios pensamientos que me rodeaban al verlo, sabía que lo que sentía no lo debía. Siempre me lo repetía.
No deja de ser un desconocido, ¿Por qué con el sí?.
Nunca llegaba a una concreta respuesta, la única excusa que me permitía avanzar con él era la constante respuesta que mi cerebro parecía repetir.
Entonces... ¿Por qué cuando me toca me siento tan segura?, ¿por qué cuando me besa se siente tan entrañable?, ¿por qué cuando me abraza me dan ganas de aferrarme a él por miedo a que me lo quiten?.
Sentí el tirón de mi cabello y gemí cuando con ansias tomo mi boca por pocos segundos.
Nuestros ojos con intensidad conectaron; y si bien mi coño chorreaba y palpitaba, con intensidad sentí mi corazón golpear contra mi pecho.
Que jodido nivel de conexión.
—Si me sigues haciendo esos pucheros...— Acaricio mi labio y resoplo.—Te terminaré levantando el castigo, no es lo que quiero, no es a lo que vine Selene.
Sus manos soltaron mi cabello, vi como saco el cinturón de cuero de su desabrochado pantalón.
—Será una larga, pero placentera noche... Mia piccola dea, gemirás mi nombre y ni dentro estará, entenderás por qué hasta en tus pensamientos más sucios no dejo de estar.
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La chica de los auriculares violetas.
RomanceCiertas personas llegan a nuestras vidas a marcarnos, o dejar partes de ellas en nosotros que pueden ser inolvidables. Lo mismo, Selene causó en él. Sus más oscuros deseos saldrían a flote con la llegada de la pelirroja ojos zafiro que volvería a p...