CAPITULO 10.

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La oscuridad los estaba acariciando, la luz de la luna resplandecía en sus orbes, ambos de color miel con veneno.

—¿Porque me trajiste aquí?— Liam le reclamó.

Zayn se bajó del auto, pues cuando se estacionó en medio de la profundidad del bosque, donde era su territorio, su acompañante se había bajado a trompicones para alejarse de él. Aunque no importaba, porque si Liam decidía correr solo sería una presa más divertida.

—Es un lugar hermoso ¿No te parece?— le dijo, con una sonrisa de lado a lado, tenebrosa.

Esa misma noche, Zayn se había presentado en la puerta del apartamento de Liam, no sabía cómo había conseguido su dirección, pero estaba ahí, llegó extremadamente asustado, clamando por que lo acompañara, estuvo a punto de llamar a Harry pero Zayn le arrebató el teléfono en cuanto estuvieron dentro del auto, lo apago y se lo metió al bolsillo, justo al lado de la pistola corta debajo de su chaqueta, después aceleró hasta detenerse muy lejos de la ciudad.

El menor no le habló en todo el camino, incluso si casi lo golpea para saber que diablos pasaba. Y ahora, parecía tan tranquilo al pie de un árbol gigantesco, con una lampara en la mano que era la única luz entre la tenebrosidad del bosque espeso.

—Zayn...— usó un tono de advertencia, pensando en cómo arrebatarle las llaves de la mano porque su cuerpo estaba vibrando en defensa de lo desconocido.

—Liam— probó las letras de su nombre, como caramelos que se deshacen en tu lengua y amargan.
—Me vas a decir que mierda hacemos aquí o te juro que vas a saber de lo que soy capaz— amenazo al que ahora era su contrincante.
—Oh, yo sé quién eres— le dijo con total tranquilidad.
—Tu no me conoces— lo apuntó, con el corazón rompiendo sus costillas una a una.

—Una cosa más— lo apuntó con la lámpara, cegándolo como un pequeño ciervo en medio de la carretera —no te lo tomes personal.

Sus miradas se cruzaron y esta vez Liam vio todo distinto. Aquellos ojos ya no eran de un café cálido, dulce por la mañana, no, eran de un café amargo, sin azúcar. Se sintió caer en un vacío. Ahogo un grito, perdió la vista. Sintió una tela pegarse a su cara, algo haciendo presión alrededor de su cuello y su respiración ahogándose. Ya no estaba ahí Zayn, solo había oscuridad y delirio. Las manos que lo volvieron preso se sentían frías. Escuchaba pasos de botas pesadas sobre las rocas. Algunas flores siendo oprimidas con calzado pesado y el olor a perfumes mezclados casi le dio arcadas. Sus pies arrastraron por el suelo, sin golpes, solo como un cadáver capaz de gritar, se sintió desfallecer por los sentimientos tan repentinos, tan podridos que amenazaban por embargarlo, por poseerlo de pies a cabeza. No quería llorar, no, esta vez estaba solo, no había un Harry que tomara su mano y lo apoyara, diciendo que todo iba a estar bien. No, el ya no estaba y su mente en parte agradecía que Harry no tuviera que pasar por eso de nuevo.

Sintió una venda y una mordaza ser puesta en su rostro, la venda por sobre la tela que cubría su rostro y la mordaza, por debajo, las comisuras de su boca ardieron por la quemazón que la tela causo, sintió el pañuelo mojarse de saliva y lágrimas que escaparon contra su voluntad.

—El Vultur dice que vayas con él— dijo una voz desconocida.

—Bien— contestó Zayn. Maldito Zayn. ¿Cómo podía estar haciéndole eso? Dejando que lo amordazaran y arrastraran como saco lleno de tierra fría.

Los Hijos Del Viento.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora