La gente se arremolinaba extravagante como un remolino de cenizas y murmullos. Louis tal vez se sentía un poco atrapado, pero estaba bien, porque valía la pena tener que pasar por todo aquello. Mentiría si dijera que la cantidad de luces de navidad, focos, bocinas y voces no lo aturdían, lo mareaban incluso. Pero estaba bien, la gente había comenzado a caminar de allá para acá desde hacía un par de horas, rápidamente crecía, parecían llegar cientos de personas más cada media hora.
Tal vez se debía a una linda foto que subió Euro diciendo que estaría allí. Solo así, casi se da cuenta de el alcance que tenía su fama. Era extraño, pero, le servía y siendo sincero consigo mismo, amaba los flashes de las cámaras, los gritos, los saludos y felicitaciones.
Habían comenzado a gustarle hace poco, de hecho, pero la espina de timidez jamás se desvanecía. Esperaba que su padre pudiera vivir a través de él, no le importaba ser una sombra después de todo. Sus amigos estaban sonrientes atendiendo sus propios puestos, así como él, ayudando a sus hermanas a vender postres y yendo de vez en cuando a ver cómo iba todo. El frío le calaba hondo. Pero ya era imposible ponerse la única chamarra que tenía, porque un imbécil había decidido subir un video suyo, aparte de la cantidad de lodo que tenía embarrado.
—Hola— le sonrió a un cliente nuevo que llegó a paso lento, con las manos escondidas en un gran abrigo negro.
—Hola, ¿Qué venden por aquí? — le dijo con voz lenta, se le erizó la piel.
—Tenemos galletas, y pastel, había cupcakes, pero se acabaron— bajó la mirada a la mesa llena —aunque aún queda un poco de ensalada de frutas y fresas con chocolate.
—Es lo que veo, creo que me gustarían algunas fresas, pequeño— pronunció viendo cómo los ojos azules de Louis dejaron de admirar el mantel de encaje y lo miraron a él. Se quedaron así un minuto.
¿Por qué siempre parecía quedarse hipnotizado cuando lo miraba atentamente a los ojos? Sintiendo las ramas de árboles verdes rasguñarle la piel.
—Claro— se apresuró a darle una banderilla de fresas que él mismo había decorado.
—Gracias, Louis— le dio el dinero. El castaño pensó en decir que no, que no le pagara, que iba por su parte, pero al final de cuentas, tenían una meta, y cada centavo contaba.
—No hay de que, Harry.
—¡Hermano! — llegaron ambas gemelas corriendo, vestidas una de ángel y otra de diablo. Siempre tan unidas y distintas. Harry sonrió hacia ellas, pero sus labios se pusieron rígidos de nuevo, ellas lo miraban con atención. Sin sonrisas y con nerviosismo.
—Nosotras...ya puedes irte si quieres, podemos volver a cuidar el puesto— dijo Phoebe, que vestía una falda roja y grandes cuernos brillantes, claro, Harry no podía distinguirlas normalmente, pero al final de cuentas, ellas tampoco se veían muy dispuestas a platicar.
—Claro, yo...regresaré en un rato ¿Bien? Mucha suerte, chicas— les sonrío, poniéndose una sudadera negra con capucha que le había regalado Alester hacía un año en su cumpleaños. Era lo más cálido que tenía. Harry le sonrió a la niña vestida de diablo y ella, aunque casi asustada, le devolvió la sonrisa. Que octubre acabará significaba cada vez más frío.
—Me gusta— le dijo Harry, Justo cuando Louis se ponía a su lado para comenzar a caminar.
—¿Qué cosa?
—Tu disfraz— señaló sus ojos que estaban rigurosamente delineados de forma extravagante. Era un delineado que dejaba las líneas bajar del borde de sus ojos hasta sus pómulos. Con sombra roja al redor y la boca en un tono oscuro de rojo, como si se hubiera comido las entrañas de alguien hacia unos segundos.
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Los Hijos Del Viento.
FanfictionMotos, cerveza y una carrera clandestina a mitad de la madrugada ¿Que podría salir mal? Un lugar lleno de secretos te ahoga, te quema por dentro hasta consumirte pero ¿Podrás resurgir o te desvanecerás en el viento? Fanfic: L.S.