CAPITULO 8 (Parte 2)

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¿Podía hacerlo verdad? ¿Él podía?

Acababa de pelear con Zayn hacía unos minutos, había tenido un arma en la cabeza, y no había estado tan nervioso hasta ese momento. Era Harry.

Porque nunca sentía miedo en esas situaciones. Ese era su secreto, el de Euro, era no tener miedo de morir, lo que retenía a todos los corredores era ese escalofrío brumoso de sentir que van tan rápido que van a dejar de respirar, que una pequeña piedra en la rueda los va a matar, y ese miedo es exactamente lo que no les permite alcanzarlo.

Porque Louis no tiene miedo de morir. Pero... ¿Él sería una piedra enredada en las ruedas? ¿Será esa debilidad en su camino?

—Louis... ¡Diablos! ¿Estás bien? —Harry se acercó apresurado al ver su piel escarlata combinada consigo mismo, él era un desastre de sangre, huesos y dolor.

Harry estaba demasiado preocupado y ver a Louis en ese estado, salpicado de sangre, gotas descansando delicadamente sobre la piel de su cara, era perfecto, aun así, pero, ese no se veía como el Louis que conocía. Las manos del rizado temblaron casi acunando su cara, pero sin llegar a tocarlo, contorneando su rostro en el aire, sus dedos trémulos rodeados de anillos picaron por tocarlo, acunarlo contra si para calmar las heridas, todas ellas, las que tenía en la piel y aquellas que quemaban dentro de él.

—Estoy bien...—No, nada estaba bien.

—Pero...Esto es mi culpa— declaró con seguridad y tristeza.

—No, Harry, esto no es tu culpa— El rizado cerró los ojos con fuerza, recriminándose internamente por haberlo besado, y no es que no hubiera estado esperando por ello o se arrepintiera, era por haberle hecho daño.

—Harry, mírame— exigió el castaño al casi leer los pensamientos del hombre frente a él —¡Mírame! — El esmeralda de sus ojos se extendió hasta parecer acariciarlo, precioso contra las luces serpenteantes en el ambiente, pareciendo cegarlas con su propia luz, que, aunque no era feliz, parecía poderosa y delirante. Todo un mundo escondido en el bosque —No fue tu culpa...— casi susurró —Pero si de alguien que está lejos, y vivo.

—¿Qué fue lo que te pasó? — casi exigió con tono doloroso. ¿Cómo a él, Harry Cox, podía afectarle tanto algo así? Había pasado y visto cosas horribles, malas, había sufrido, se volvía más frío y severo, se suponía que debía ser así y ahora el solo se sentía indefenso.

—Una pelea de bar, eso fue todo— mentiroso, mentiroso, mentiroso.

—Pero, tú no eres así, Lou, no eres de los que tiene peleas de bar, no se...

—Si...es la primera vez que pasa, pero eso no quiere decir que fue tu culpa, ricitos, nada de esto es tu culpa— sorbió un poco su nariz, Harry se veía demasiado dolido.

—¿Quién fue? — exigió saber.

—No, no debes meterte en problemas, menos ahora...— se recriminó ante casi haber soltado más de lo necesario, "No con las sospechas que se levantaron en el bar a cerca de nosotros" quiso decir —es mejor, eres nuevo aquí y no queremos que se te echen encima todos, a mí me conocen por Alester, el me cuida incluso si no tengo nada que ver con su mundo, pero yo no puedo cuidar de ti ¿Ok?

—Creo que debería irme ya, yo...solo necesito algo de silencio— se alejó un par de pasos dolorosos del castaño.

—Si, deberíamos irnos ya— los mismos pasos que Harry avanzaba, un chico de ojos añiles lo seguía, como un planeta orbitando a una estrella, una distancia marcada que no debería romperse o un cataclismo inminente sacudiría la línea de espacio-tiempo.

El sonido estruendoso se desvaneció poco a poco mientras avanzaban, no había más motores explotando, no más llantos, gritos, risas, solo silencio poco cómodo contra el frió; caminaron, dando un paso después de otro.

Los Hijos Del Viento.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora