CAPITULO 15.

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La escena que Vincent había encontrado después, fue la más horrorosa qué haya visto en un tiempo, los brazos de Louis reposando tranquilamente en el filo de la bañera, sus ojos posaban cerrados.

Hilos de sangre escurrían por la porcelana lustrada, decoraban el color blanco brillante para perturbarlo con el fulgor del rojo escarlata.

Su cuello estaba extendido, como si el diablo acabara de besarlo ahí, acomodado perfectamente contra el fino material helado, su cabello seguía igual de plumoso y lúgubre, resaltando contra su piel pálida.

Era como ver una vieja pintura basada en una tragedia colonial, la hermosura colisionando con la naturaleza del horror, la piel abierta en vivo escurriendo dolor en forma de sangre reluciente, sus pies recogidos justo a sus rodillas, la ropa empapada de rojo.

Sus ojos permanecían cerrados, dejando a sus pestañas acariciar con parsimonia sus mejillas, la misma piel suave que recorrían aún más manchas de sangre.

—¡Louis!— había gritado, un minuto después de encontrolarlo, para asegurarse de que no fuera un espejismo de horror —¡Maldición!

Metió sus manos a la tina y recogió aquel cuerpo frío entre sus manos, pegándolo a su pecho, quiso irradiar calor para brindárselo a su amigo.

Salió corriendo del departamento, metiendo al hombre dentro de su camioneta, la espera en el ascensor había sido tortuosa, le dio un par de palmadas en la cara por si despertaba, pero no había si quiera abierto los ojos o movido un dedo, estaba totalmente inconsciente, haciendo que su corazón se apretara, pensando lo peor.

Una vez subieron a la camioneta, el acelerador gritó, quejándose de lo fuerte que Vincent lo había pisado. En menos de 3 minutos ya estaban frente al hospital, aquel al que siempre acudían porque su padre tenía un acuerdo con los encargados.

El hospital atendía en silencio y ellos mantenían en regla todo lo que necesitaran.

Nadie iba a hacerle preguntas, igual que después de la cacería de Café Racer, el mejor tratamiento sin recibir ni una sola queja o cuestionamiento.

Solo esperaba que Louis fuera lo suficientemente fuerte para llegar vivo al hospital, no le había avisado a nadie, ni siquiera había tenido tiempo.

Lloraba mientras conducía y cuando por fin vio a un batallón de doctores y enfermeras llevarse a su mejor amigo, gritando "Código rojo" logró derrumbarse.

Pocos minutos después de recuperar el aliento, por fin pudo reunir la fuerza para hacer las llamadas.

Sin Louis, el clan estaría a la deriva, sin Louis, todos estarían a la deriva.

El primero en llegar fue Niall, con sus mejillas rojas y ojos hinchados por el llanto, llegó histérico, rogando piedad del universo.

—¿Está...está vivo?— preguntó con miedo abrazador.

—No lo sé— Vincent había susurrado, con la voz del tamaño de un hilo.

El llanto de Niall fue contrastado después con el silencio de Zayn, él solo se sentó ahí, a escuchar lo que Vincet explicaba, lo que había pasado, eran las 6 de la mañana cuando Dean llegó, y ahí fue donde comenzó una batalla.

Un puño fue hasta la cara de Dean, que ya tenía un moretón marcado recién echo.

—¿Qué carajo le hiciste?— casi gritó Zayn, se había levantado con la misma velocidad que un relámpago dividiendo el cielo.

El impacto no dejó que el mayor respondiera, justo después fue empujado contra el cancel, haciéndolo retumbar y haciendo gritar a las enfermeras.

—¿Qué te pasó en la cara?— su hermano agarró su quijada, viendo el moretón que obviamente no era de ese momento —¿Fue Louis? ¿Pelearon?

Los Hijos Del Viento.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora