Louis se encontraba sentado en la sala de su casa, rodeado de libretas y lápices, libros y dibujos de diseños. Por mucho que tuviera que estar en el café y resolver los miles de problemas del clan junto con sus amigos, terminar los arreglos de la recaudación y ordenar sus cosas para el sábado. Debía de poner atención a sus estudios. ¿En qué momento había llegado al punto de tener tantas cosas que hacer?
Ese era su destino, quiso suponer, así nació y así iba a morir. Era jueves, casi las 12:00 para cambiar a un mucho más ocupado viernes. Regularmente no dormía bien, nunca, pero ese día pretendía dormir lo más posible, levantarse muy tarde a la mañana siguiente para tener energía para la recaudación que seguramente duraría hasta tarde. Había subido un anuncio en la página oficial del LB para que todos se enteraran de su evento, Niall se había encargado de correr la voz por todos los pasillos de cada lugar al que iban, asegurándose de que todo saliera bien.
Se les acababa el tiempo y era horrible que nadie pudiera ayudarlos. Sus ojos comenzaban a cerrarse mientras trataba de seguir escribiendo para terminar su tarea, deseando por una vez en su vida poder recostarse en su mullida y poco cómoda cama individual. Un sonido agudo y molesto lo sobresalto quitándole, aunque sea un poco el sueño. Tomó su teléfono entre sus manos y contestó la llamada, era un número desconocido.
—¿Hola?
—¡Louis! Dios, que bueno que contéstate— hablaron del otro lado.
—¿Quién eres? — dijo con desconfianza. Un par de respiraciones pesadas se metieron en sus oídos a través de la línea y su piel se erizó en presagio de malas noticias.
—Soy...Marsella, no me conoces— confirmó antes de dejar hablar al menor —por lo menos no en persona.
—¿Marsella? Imposible— exclamó, haciendo un ruido con su boca al chasquear la lengua, se levantó de la silla medio rota olvidándose de su tarea.
—Louis, tienes que creerme, es importante— el hombre casi le exigió con su tono de miseria y ruego.
—Tú...tú estás muerto— susurró al teléfono.
—¿Qué? ¿Quién te dijo eso? — preguntó el hombre mayor.
—Alester...es imposible— comenzó a respirar un poco más pesado.
—Yo...no tenía idea que pensaban que yo estaba muerto, pero, eso no es importante ahora— se apresuró a hablar, los nervios de su cuerpo podían sentirse hasta Londres —necesito que hagas algo, si necesitas ayuda, solo dile a personas de entera confianza.
—Espera, espera— lo detuvo —¿Crees que puedes llamar después de desaparecer por 10 años, sin dar explicaciones y luego pedir que te haga un favor? — dejó salir su tono molesto, estuvo tentado a colgar la llamada.
—Yo sé que parece idiota, pero por favor, Louis, solo puedo confiar en ti para esto.
—Dispara— Pudo distinguir una exclamación de alivio y luego un suspiro. La llamada se sentía brumosa y como hecha por un teléfono viejo.
—Necesito que vayas al bosque, cuando llegues al restaurante de paso en el kilómetro 34, das vuelta en un camino algo escondido, debes adentrarte casi tres kilómetro y no podrás seguir en camioneta, sigan a pie, cuando llegues al árbol más grande que veas, das vuelta a la derecha hasta que veas una lápida.
—Mierda ¿Es enserio? — exclamó inseguro.
—Desentierra lo qué hay ahí, protégelo con tu vida, Louis, sus vidas dependen de ello, pero no lo abras, tú sabrás cuándo será el momento— el hombre hablaba rápido, le recordó como Alester siempre decía que Marsella era un hombre templado que no se dejaba amedrentar por nada. Algo no cuadraba.
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Los Hijos Del Viento.
FanfictionMotos, cerveza y una carrera clandestina a mitad de la madrugada ¿Que podría salir mal? Un lugar lleno de secretos te ahoga, te quema por dentro hasta consumirte pero ¿Podrás resurgir o te desvanecerás en el viento? Fanfic: L.S.