Era media semana, un miércoles por la mañana, el clima estaba frío y lúgubre, con aspecto nuboso, eran los primeros días de Harry en el hospital desde la recaudación y Louis aún no sabía cómo había logrado ir a la escuela, cuidar de él y no oler como vagabundo.
Podía ver lo incomodo que el menor estaba, lo veía removerse en la cama, mirar a todos lados, suspirar molesto y ahogarse en aburrimiento. No había vuelto a casa, sus hermanas decían que su madre aún parecía realmente molesta.
Dormía mayormente en el hospital y se daba duchas rápidas en la casa de campo de Pach, todo había estado realmente calmado. Harry tenía la habitación más grande y cómoda de todo el lugar, al parecer su tío solo había mandado a su secretaria a preguntar si Harry estaba vivo y a pagar todo lo necesario, ni siquiera se molestó en ir a verlo, su madre solo le hizo una llamada rápida.
Parecía como sí el rizado estuviera solo en el mundo, sin la presencia de Liam, Harry parecía extrañamente nervioso. Un día bastó en terapia intensiva, y dos días más tan empastillado que a penas y se mantenía despierto.
Desde la noche Harry ya tenía los ojos bien abiertos y la sonrisa brillante, había estado feliz y parlanchín a lado de Louis que lo acompañaba todo el tiempo que podía, hacia sus tareas ahí, siempre buscando que el rizado no viera las miles de cuentas matemáticas y los bocetos de motores que guardaba en su block.
La alarma de su teléfono se encendió y lo sacó de su sueño intenso, vibraba y la cálida música invadió sus oídos. Abrió los ojos lentamente, estaba con Harry, eran sus rizos, sus labios y sus pestañas gruesas.
Olía a Harry y a medicamentos, él dormía tranquilamente, con la respiración acompasada, relajado. La alarma decía que pronto llegaría la enfermera para darle los medicamentos de la mañana, así que se levantó un poco y tocó el hombro de Harry, queriendo despertarlo con mucha suavidad.
—¿Hum? — soltó un sonido gutural.
—Harry, es hora de tu medicina— deslizó sus manos por los rizos rebeldes, alborotados y hermosos —vamos, despierta.
En ese momento, abrió los ojos, dejando ver el verde más intenso y reluciente que jamás haya visto. Lo sentía, eran cosquillas y electricidad en la piel, calor en el pecho. Era algo que no quería reconocer. Le sonrió, suave. ¿Hasta cuándo dejaría de tener esa sensación en el estómago?
—No sé porque les ponen horarios tan malos a las medicinas— parpadeó, aclaró su vista y ahora si sabía que Louis jamás podría ser más hermoso que ahora —es muy temprano.
Tenía todos esos mechones de cabello revueltos, los pómulos marcados, la sonrisa lánguida en los labios delgados y tintados en rosa claro, llevaba un suéter suyo, seguramente olía a Harry, se veía pequeño como siempre, amable y limpio.
Eran las 8:00 de la mañana, cuando la enfermera entró con un carrito repleto de frascos, una bandeja de comida y un vaso de agua, no había tardado tanto, sabía que pronto lo dejarían marcharse a casa, tal vez en un par de días más.
—Listo, si necesitan algo, solo toquen el botón rojo, ya lo saben— se apresuró la enfermera, mientras salía, sin esperar una respuesta.
—¿Cómo te sientes? — preguntó cuando la puerta fue cerrada.
—Me siento bien, ya quiero irme de aquí— soltó una risita, la cama lo tenía enfadado y aunque le dejaban salir a caminar por los pasillos, nada se comparaba a caminar por Londres, montar su motocicleta o conducir.
—¿No crees qué un es muy pronto? — Louis torció el gesto —digo...te apuñalaron tres veces.
—No— chasqueó la lengua —a mi tío lo operaron de corazón, le dieron terapia intensiva unos días y en una semana estaba de vuelta en casa, caminando y todo.
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Los Hijos Del Viento.
FanfictionMotos, cerveza y una carrera clandestina a mitad de la madrugada ¿Que podría salir mal? Un lugar lleno de secretos te ahoga, te quema por dentro hasta consumirte pero ¿Podrás resurgir o te desvanecerás en el viento? Fanfic: L.S.