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10. ESTRELLAS
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PASADA UNA SEMANA LOS PEVENSIE Y ADHARA ERAN MUY BUENOS CON SUS RESPECTIVAS ARMAS, en horas de la mañana se encontraban Susan y Adhara practicando tiro al arco en compañía de Lucy cuando un caballo y un unicornio montados por Edmund y Peter pasaro...

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PASADA UNA SEMANA LOS PEVENSIE Y ADHARA ERAN MUY BUENOS CON SUS RESPECTIVAS ARMAS, en horas de la mañana se encontraban Susan y Adhara practicando tiro al arco en compañía de Lucy cuando un caballo y un unicornio montados por Edmund y Peter pasaron haciendo resonar el ruido de sus espadas.

—A ver Ed, la espada hacia arriba como Oreius nos enseño.—decía Peter.

—En guardia.

—Ahora bloquea.

—¡Peter! ¡Edmund!—Y al escuchar los gritos del señor castor hacia los dos chicos, las tres decidieron acercarse.—La bruja demanda una audiencia con Alsan.—Fue lo que escucharon al llegar.—Se dirige hacía acá.

Todos compartieron miradas y rápidamente las chicas llamaron a los caballos que habían utilizado para llegar hasta allí y anduvieron directo a la carpa de Aslan.

Al llegar todas las criaturas estaban reunidas y a lo lejos se escuchaba la voz chillona del enano Ginarrbrik.—¡La reina de Narnia! ¡Emperatriz de las islas solitarias!

La bruja iba sentada en un trono alzado por cuatro repugnantes trolls, al llegar al frente de Aslan estos dejaron el trono en el suelo.—Hay un traidor en tus tropas Aslan.—Edmund bajó la cabeza avergonzado, Adhara le tomó la mano y la apretó un poco, Edmund le devolvió el gesto.

—Su ofensa no te ha hecho ningún daño.—Fue la respuesta del gran león con total serenidad.

-—¿Olvidaste las leyes sobre las cuales Narnia se forjó?

Aslan ofendido por tal denigración soltó un rugido antes de hablar.—¡No recites la gran magia ante mi, bruja! Estuve ahí cuando fue escrita.

—Entonces sabes ya que todo traidor por ley es mío, su sangre es de mi propiedad.

Edmund asustado por las dichas palabras de la reina retrocedió un poco, así que por instinto Adhara se paró frente a él ocultándolo un poco con su espalda.

—¡Intenta llevártelo!—espetó Peter desenvainando su espada y apuntando a la bruja con esta.

—¿Y crees que lograrías por la fuerza negarme mi derecho, niño rey?—dijo, nombrando el titulo de Peter con burla, las mejillas de Peter se colorearon de un leve rojo mientras agachaba su cabeza avergonzado.—Aslan sabe que si no recibo la sangre que la ley demanda—dijo para luego voltearse y dirigirse a todos los Narnianos que se encontraban atentos a la conversación.—¡Toda Narnia va a ser devastada y perecerá en fuego y agua!—Ahora mirando y señalando a Edmund con sus ojos llenos de maldad enuncio.—Ese muchacho morirá en la mesa de piedra, así lo dicta la tradición. Es cierto y lo sabes bien.—Terminó mirando únicamente a Aslan.

—Suficiente, Lo discutiré contigo a solas.—Y sin más Aslan se adentró a su tienda, la bruja no tuvo de otra, así que lo siguió.

Se encontraban todos esperando a que la charla entre la bruja y Aslan terminara, los cinco niños estaban sentados en un círculo cada uno absorto en sus pensamientos. Mientras que el resto de Narnianos intentaban seguir con sus respectivas actividades.

Adhara tenía miedo por Edmund, y no quería imaginar como se sentía él, no quería que esa bruja se lo llevara y mucho menos que él muriera; mientras esperaban en ningún momento Edmund dio indicios de soltar su mano, así que la rubia lo dejó pasar.

El campamento estaba inundado de un silencio demasiado tenso, cada sonido aunque fuera insignificante se escuchaba. Después de un largo tiempo de espera Jadis salió de la carpa, regalándoles una mirada indescifrable mientras caminaba a su trono.

Todos los presentes miraban a Aslan que salía de la carpa a la espera de la decisión.—A renunciado al sacrificio del hijo de Adán para siempre.—Dicho esto todos empezaron a celebrar, pero antes de que pudieran decirle algo a Edmund la bruja habló.

—¿Cómo se que tu promesa será cumplida?—Aslan ya harto de la arrogancia de esta, dio un rugido tan estruendoso que empujó a la bruja hacía atrás.

Después de esto el campamento volvió a sumirse en gritos de alegría y festejo, mientras la bruja salía de allí, los otros cuatro niños no perdieron más tiempo y abrazaron a Edmund con todas sus fuerzas.

(...)

Se encontraban en una increíble y gran cena que habían preparado en honor a la salvación de Edmund. Adhara se encontraba sentada al lado de Lucy, las dos niñas estaban un poco apartadas de todos, Lucy no paraba de hablar de lo increíble que era el lugar y que se quedaría allí para siempre.

—Ad, ¿No te parece hermoso el cielo?

—Es lo que más me ha encantado de este lugar, siempre me ha interesado la astronomía y ver estos cielos es simplemente...

—Perfecto.—Terminaron de decir las dos a la par y se sonrieron por la coincidencia.

Se sumergieron en un silencio tranquilo, el estar con Lucy en cualquier situación te relajaba, la pequeña era una muy buena compañía.

—¿Sabías que mi nombre viene de una estrella?—Adhara siempre había admirado el significado de su nombre, y sabía que fuera lo que le contara a Lucy, ella la escucharía sin rechistar.

—¿Enserio?—comento Lucy con verdadero interés.—¿De cuál?

Al ver que la niña mostraba tal interés se emocionó, podía hablar de las estrellas mil horas sin cansarse.—Es la segunda estrella más brillante de la constelación Canis Maior, claro después de Sirio; desde aquí no se puede ver, si no te la mostraría, al parecer el cielo narniano es diferente al nuestro.

—¡Wow! Eso es increíble Ad, me encantaría saber más, siempre he tenido fascinación por el cielo, pero al parecer para mis hermanos no es un tema interesante.

—Si quieres yo te enseño, así pasamos más tiempo juntas y hacemos algo que nos guste a ambas.—dijo Adhara más feliz de lo que podía demostrar.

—Me encantaría pasar tiempo contigo leyendo las estrellas.—dijo con un pequeño dejé de diversión en su voz, pero sin dejar de lado su tono sincero.

Así la pasaron hasta altas horas de la noche, cada vez Adhara tenía más sueño así que convenció a Lucy de seguir después e ir a descansar, aunque la pequeña quería seguir hablando y viendo las estrellas, aceptó.

En el momento que entraron a la carpa en donde se quedaban Adhara se tiró a su cama correspondiente.

—¿No te vas a cambiar?—preguntó Lucy divertida.

—No Lu, tengo mucho sueño; hasta mañana.

Lo siguiente que escuchó fue una pequeña risa de Lucy, para caer en los brazos de Morfeo.

ADHARA | Edmund PevensieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora