Capítulo 22

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Adrien

— Listo, deberían dejar de pelear, sus puntos podrían abrirse.

Ruedo los ojos poniéndome la camiseta y veo como él asiente y se levanta abriendo uno de los cajones sin preocuparse por cubrir su torso y saca una paleta... ¿De caramelo?

Abel me descubre viéndolo.

— ¿Qué?

— ¿Un dulce? ¿Es en serio? ¿Quieres también un beso de tu mami?

Me mira molesto caminando hacia mí con el dulce en su boca listo para comenzar otra contienda y... El dueño de casa lo detiene con un agarre firme en su hombro que me sorprende. Paro en seco a uno de los mejores sicarios que existe.

Contiene a Abel sin esfuerzo alguno, ¿Por qué no peleo conmigo en el pasillo?

Luce flacucho y débil, sin embargo...

Gira su rostro hacia mí.

— Yuko te mostrara la habitación que usaras.

Asiento lentamente con una corriente de desconfianza recorriéndome y salgo de ahí tomando mi chaqueta. Busco a Hanna con la vista, sin embargo, no parece estar en la sala y la puerta de su habitación está cerrada.

— Señor Volkov, el amo Mizake dijo que usaría una habitación de la casa principal.

Me giro hacia la mujer bastante baja que usa un atuendo típico de la cultura japonesa.

— ¿Casa principal?

Asiente con elegancia.

— ¿O gustaría dormir en la caseta de empleados y guardias?

Recuerdo donde deje mi maleta y miro de reojo el pasillo hacia la habitación de Morgan.

— Creo que dormiré en la caseta.

— ¡Okay! Por favor, sígame.

Salimos de la casa de campo caminando en la oscura noche y llegamos a la pequeña casa a unos cuantos metros de distancia donde las luces si están encendidas, y mis guardias en el interior ríen a carcajadas.

Le agradezco a la mujer y ella vuelve a la casa principal luego de hacer una reverencia innecesaria.

Entro y la presencia de luz me obliga a cerrar los ojos unos instantes por lo intensa que es. Mis guardias se callan y esa es mi señal para abrirlos.

Maximus se gira hacia Wilson con una sonrisa.

— Me debes cincuenta dólares.

Comienza a hablar ruidosamente otra vez y me siento con ellos en la mesa sirviéndome de la gran variedad de comida chatarra que tienen allí.

De ser otro instante, los regañaría, la comida chatarra descuida sus dietas y su salud, sin embargo, ahora mismo mi mente solo repite una y otra vez las palabras de Morgan en mi mente.

"Que sigas aquí dentro, solo significa que el amor que algún día sentí por ti se marchito, y se pudre."

— ¡Adrien!

El grito me devuelve a la realidad y miro la lata de refresco en mis manos. Alzo la mirada notando que los guardias no se encuentran conmigo y todas las luces están apagadas a excepción de la luz sobre la mesa en la que estoy.

¿Cuánto tiempo me perdí en mis pensamientos?

Giro mi rostro buscando de donde vino el grito y veo la ventana donde un hombre que no esperaba ver me invita a salir.

Escapando del Paraíso (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora