U. R. BEAUTIFUL (The Beach)

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El viaje por Centroamérica estuvo genial, conocimos lugares y personas diferentes, habíamos estado por las playas de El Tunco en el Salvador, por la isla de Roatán en Honduras, por las Islas del Maíz en Nicaragua hasta llegar a Costa Rica donde pasamos la navidad, yo quería estar después del año nuevo ya de regreso por Atitlán, así que salimos después de navidad.

Zoé me había contando en la noche de su cumpleaños que estaría en San Marcos hasta culminar su trabajo en un hotel que estaba remodelando, tardaría sólo unos meses y volvería a su casa si no encontraba otra razón para quedarse. Algo me pasaba con ella que no podía explicar, era una sensación de curiosidad y emoción que no había sentido jamás, pero si no la conocía ¿cómo era posible?, debía descubrirlo antes de que se fuera o que yo tuviera que volver a mi país.

Llegamos el primer sábado del año, el cambió de clima era radical, de estar en playas tropicales llegar a un lugar con lluvias y aire frio que te hacían rechinar los dientes al hablar.

– Creo que voy a morir, ¿no será que tengo Malaria? – expresó Javier en la lancha camino al pueblo

– No seas dramático – reí sosteniéndome por los bordes de la lancha, el viendo hacía que esta rebotara bruscamente en el agua provocando que brincáramos del asiento hasta tocar el techo

– Tranquilo Jack, si tu saltas yo salto – le dije a Javier haciendo referencia a la película de Titanic

Llevaba puesta una chaqueta de Javier sobre mi suéter de lana, no había considerado el frío invierno de inicio de año y no tenía una prenda que me cubriera lo suficiente, así que tomé prestada la de él

– Ahora no me reclames lo pesado de mis maletas, te he salvando la vida – reclamó Javier

– Si ya sé, te debo una.

Llegamos al pueblo, el cielo estaba nublado, había neblina hasta por debajo de nosotros, caía una brisa suave que lograba mojar mi cabello que estaba ya bastante largo, pero me gustaba así. No había gente en las calles, los locales tenían las luces encendidas a pesar de ser de día, la gente arropada hasta el cuello y las calles mojadas, lo vendedores cargando enormes bolsas de nylon para cubrir sus espaldas y el cielo disparando rayos como amenaza que llovería el resto del día.

Mario nos esperaba como siempre, él parecía estar en su clima ideal, llevaba una pantaloneta deportiva roja con una camiseta blanca sin mangas y sandalias de cuero, no parecía tener tanto frío, su barba blanca había crecido hasta su cuello y su escaso cabello era sujetado por una cola de caballo que lo dirigía por debajo de su espalda.

Nos sentamos en la barra

– ¿Qué van a tomar hoy?

– Té, quiero té – respondió Javier rechinando los dientes y abrazandose a si mismo.

– Ingleses – rio Mario

– ¡Hey, Mario! ¿Sabes si ya inauguraron el Grand Hotel? – pregunté

– Si, hace un mes, está funcionando desde entonces, ¿Qué te quieres hospedar allí ahora?

– No, ¿cómo crees?, sólo quería saber sobre la chica que trabajó allí en su remodelación -

– ¡Oh!, ¿Zoé?, si la he visto un par de veces por el centro, es una chica muy amable, a veces pasa por acá a saludarme

– ¿Saludarte? – cuestionó Javier

– Si, creo que está enamorada de mí, pero me estoy haciendo el difícil – respondió Mario soltando una carcajada al estilo Santa Claus, Javier lo acompañó con una risa exagera y golpeó mi espalda en signo de burla, volteé a verlo con expresión de descontento, regresé la mirada a Mario

– ¿Sabes donde vive? –

– Si, con Adela creo yo, allá en las cabañas del otro lado de la playa

Me emocioné al saber que seguía viviendo en el pueblo, tenía ganas de verla otra vez y esta vez quería conocerla en serio.

Las lluvias empezaron de nuevo, el clima seguía helado y hacía muy difícil salir a dar una vuelta por el pueblo así que decidí quedarme en el hotel y aprovechar a ensayar y escribir temas e ideas nuevos y practicar con mi guitarra.

Al final de la tarde y habiendo dejado de llover un poco, pensé ir en buscar a Zoé, no tenía idea por donde empezar, no sabía si ir a donde Mario me dijo que vivía o al Colours Bar, alguien debía darme una respuesta allí, sólo debía preguntar a los empleados por ella, así que opté por esa opción, aunque sabía me toparía con el desagradable Bar tender, me armaría de valor para preguntarle a él por ella, no habría nada que me impidiera saber por lo menos donde estaba esa noche así que muy seguro de mi mismo caminé hasta el lugar.

Javier no se sentía bien, había estado con malestar gripal creyendo que era Malaria, no tenía  ánimos de nada, imaginé que se quedó dormido porque no abrió la puerta cuando fui a buscarlo.

En el camino iba haciendo una video llamada con Oliver y Maria, estaban en un salón que sería el lugar donde realizarían la boda y querían mi opinión, me habían enviado varias fotos que iba observando con atención, tenía la mirada en el teléfono sin prestarle importancia a mi alrededor. Llegué por fin al Bar, no me percaté de quienes estaban cuando entré, saqué un billete de la bolsa trasera de mi pantalón y sin pensar lo puse en la barra

– Un Whisky en la Rocas – solicité - aún con la mirada baja

Escuché una voz decir "Alex", sentí un escalofrío recorrer todo mi cuerpo, levanté la mirada y no pude ocultar mi asombro, Zoé estaba parada frente a mi detrás de la barra, se veía tan bien con ese uniforme negro, tenía los ojos muy enmarcados que le daban una mirada intensa, me sentí helado, pero intenté disimular armando una conversación al azar. Bebí mi trago de un solo y le pedí otro, ella contestó con una frase divertida acercándose lentamente a mi por sobre la barra, pude sentir nuevamente el olor de su perfume, ese olor que la caracterizaba, era ella, ella y su exquisito olor.

No pasó mucho tiempo hasta que el Bar Tender se apareció para arruinar el momento, me desagradaba mucho ese tipo, sentía que custodiaba algo que no le pertenecía, algo que yo quería.

Por suerte el animador del lugar llegó a saludar y entre pláticas y risas me pidió cubrir la presentación esa noche, acepté, no sabía cómo comportarme delante de ella y sin pensar respondí a Jhon con indirectas sobre lo hermosa que ella era, noté que se ponía nerviosa y le encontré el gusto a eso, me gustaba jugar así y que cambiara de colores, verla bajar su mirada y fruncir su diminuta nariz cada vez que se reía.

Me subí al escenario y canté, la primera canción que se me vino a la mente fue U. R. Beautiful de The Beach, decía lo que sentía en ese momento, quería dedicársela y lo notó porque se quedó parada detrás de la barra mirándome fijamente, para luego desaparecer. Seguí con el show, poco a poco el bar se fue llenando de gente, ella debió seguir trabajando y no la vi más, dieron las doce de la noche, la presentación había terminado, bajé del escenario a buscarla, estaba en la cocina arreglándose para irse

– ¿Hora de irse? – le pregunté

– Si, a las doce de la media noche pierdo el encanto y me convierto en calabaza

– ¿Cómo es posible que siempre tengas algo divertido que contestar? –solté una risa bastante sincera

– Tal vez tú también me pones nerviosa – respondió un poco más seria, me había dejaba un poco inmóvil su respuesta

– ¿Te acompaño a tu casa? – dije sin pensar

Una vos masculina detrás de mí respondió por ella

– Yo la llevaré, muchas gracias -

Quería voltearme y golpearlo, era molesto por cualquier lado que lo viera pero no dije nada, solo volteé a verla sin decir nada

– Gracias, Pepe – respondió ella – Alex me acompañará esta noche, estoy cerca y le quedo en el camino así no te desvías tanto

– Está bien, como quieras – dijo - bastante irritado mientras tomaba sus cosas y se encaminaba a la puerta, al pasar al lado mío, se acercó y muy cerca me dijo

– No te atrevas a hacerle daño –

– Descuida – respondí a secas

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