RAMO DE MARGARITAS

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–              ¡Claro que quiero que vengas Maria, será un placer tenerte por acá! y por fin vernos en persona ¿Vendrá Oliver contigo?

–   El me alcanzará una semana después

–    ÑMe alegra que por fin los conoceré, y ¿Qué quieres hacer?

–  No lo sé, sorpréndeme, primero un tour por el lago, me muero por subirme a ese bote en donde rebotas al compás de las olas y quizás un viaje a la ciudad antigua o a las playas de arena negra o subir un volcán, las fotos que he visto son impresionantes

–    Suena genial, haremos un viaje de chicas en lo que Oliver viene entonces, déjalo todo en mis manos. ¿Cuándo piensas venir?

–   En una semana, hoy compraré mi boleto, pero voy sola, ¿sería mucho si fueras por mi al aeropuerto? No sé cómo pedir un taxi siquiera, mi español ha mejorado pero no tanto como para comunicarme con ustedes, hablan muy rápido

–    No te preocupes por eso, aprenderás rápido, me queda bien ir por ti, estoy viajando seguido a la capital por materiales para el hotel, y puedo agenda ese día, voy por ti e iniciamos el tour por acá en el lago, solo dime numero de vuelo y hora de aterrizaje y me tendrás con un rótulo con tu nombre en las manos

–   Muchas gracias Zoé, será una semana divertida, muero por llegar.

Tres semanas habían pasado desde que empecé la remodelación del Bar del Muelle, los nuevos compradores habían contratado una empresa con el equipo completo, yo sólo debía dar ordenes y supervisar a los empleados, lo querían terminado en un mes y con toda esa gente trabajando lo lograríamos antes de tiempo. Los nuevos propietarios estarían llegando para esa fecha y aunque no querían un gran evento en su reapertura querían una pequeña celebración con algunos invitados nada más.

Mi relación con Héctor había mejorado bastante, debía verlo a diario, se le había ordenado quedarse todo el mes y supervisar los gastos y manejar a los proveedores, dejó de verme de la manera que lo hizo la primera vez, se comportaba con mucho respeto y se notaba que sabía mucho de gerencia y sobre todo que le gustaba lo que hacía.

En varias ocasiones cenábamos juntos en el bar cuando el trabajo del día no había terminado y debíamos esperar a que los trabajadores lo hicieran, era muy serio en su trabajo y reservado, pero después de un par de cervezas salía su lado amable y bromista que dejaba ver que no era un mal encarado siempre.

– ¿Quieres ir por un trago? – preguntó saliendo del hotel

–No suena mal – respondí con duda

– Vamos a donde trabajas, El Colours, dicen que es el más alegre de la región

– Lo es, allí están mis amigos, te caerán bien, vamos

Entramos, el lugar estaba un poco lleno, Olivia había cubierto mi lugar porque sabía que saldría tarde esa noche. Pepe servía cervezas, su expresión facial cambio al ver a mi acompañante, no podía disimular nunca su molestia cuando me veía con alguien, era tan celoso pero ya no entendía por qué, no había intentado acercarse desde que Alex se fue, lo que me daba a entender que no sentía ya este tipo de atracción hacia mi.

–Hola Zoé, trajiste a tu nuevo jefe– dijo con un poco de sarcasmo

– No soy su jefe, soy sólo Héctor, ella es la jefa de obra, mucho gusto – extendió su mano para saludarlo

Pepe, como cosa rara, le respondió el apretón de manos y nos invitó a una cerveza, platicamos de todo un poco, que llevaba años trabajando en la línea de Hoteles Bay y que a sus treinta y cuatro años había ascendido a gerente del hotel más importante de la cadena. Iba a tomar vacaciones pero le habían encargado este proyecto fuera del país a lo que accedió sin pensarlo, no había salido nunca de Europa y viajar antes de sus vacaciones le había parecido buena idea.

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