ATITLÁN, EL LAGO MÁS BELLO DEL MUNDO

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–       Así que el dueño – cuestioné a Alex camino a la cabaña

–       Si, es una buena inversión, Mario quería vender y yo quería comprar, el trato estaba más que hecho

–       ¿Cuándo pensabas decírmelo?

–       Te lo estoy diciendo ahora, si lo hubiera hecho antes jamás habrías aceptado trabajar allí

–       En eso tienes razón, pero ¿Con qué fin?

–       ¿No es obvio?, – me vio con sorpresa – pero también quería invertir acá, en San Marcos, en el lago, es un lugar hermoso que vale la pena y quería que el hotel tuviera tu talento en él, todo sonaba perfecto, ¿No crees?

–       ¿Y tus hoteles allá?

–       Puedo manejarlos desde acá, pero me tocará viajar cuando sea necesario

–       ¿Entonces si piensas mudarte definitivamente? – pregunté confundida y temerosa de su respuesta

–       Depende de ti – respondió con miedo

–     No Alex, es decisión tuya, no puede depender de mi, es tu vida la que cambiaría no la mía – detuve el paso y lo tomé por el brazo para detener el de él

– Tranquila, no me mal entiendas, el hotel ya lo compré, esa parte ya está, el negocio seguiría aunque dijeras que no, lo que quiero decir es que este sería mi lugar definitivo si tú me aceptas de nuevo, si aceptas estar conmigo

No esperaba que Alex fuera el nuevo dueño del hotel, fue una sorpresa, una muy buena, con razón Héctor no protestó por mis propuestas, "eran órdenes" que debía cumplir.

Pospuse el itinerario que tenía con Maria, recorrer el país podía esperar y después de todo no fue ella quien bajó de ese avión, ahora con el jefe en casa los últimos detalles debían estar perfectos, los socios de Bay's Corp estarían en San Marcos en unos días para su inauguración y este debía estar terminado para empezar a andar el mismo día.

Alex presionaba a Héctor con los resultados, él me presionaba a mí y yo al resto del equipo, tuvimos que cambiar de última hora muchas cosas, entre ellas la calefacción de todo el lugar que nos atrasó un par de días haciéndonos correr de más.

Fermín terminó el jardín a tiempo, la grama perfectamente cortada y las lavandas habían sido las plantas de elección, debían rodear cada bungalows para hacerlos resaltar en esos tonos morados, en los maceteros habían palmeras y por el suelo decoración en piedras blancas brindar más sensación de limpieza y mayor espacio.

Olivia llegó a ayudarnos, realmente no sabíamos qué ponerla a hacer, pero al saber que Alex era el dueño se sentía con libertad de decidir donde poner los cuadros y los floreros, no le pareció ninguno de los que había comprado en la capital así que pintó uno, no quiso que lo viéramos hasta que estuviera terminado, se encerró en una habitación por un día entero hasta que lo terminó, era enorme, un cuadro abstracto con el que, tanto Alex como yo, quedamos sorprendidos, era hermoso, utilizó los colores perfectos para el diseño, era un talento que no le conocía, ciertamente ella tampoco sabía que lo tenía pero quedó tan bien que lo pusimos en la recepción, sería lo primero que vieran los clientes cuando entraran al hotel.

Cuando Pepe se enteró del regreso de Alex, no por mi, por Héctor, me preocupó que no dijese nada, no me hizo ningún comentario en el bar cuando fui a trabajar esa noche y no llamó molesto como lo hubiera hecho meses atrás, me intrigaba su actitud, siempre me importó su opinión, me molestaban sus comentarios, pero me incomodaba aún más su silencio.

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