Paz y Calma

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Spoilers del manga

Headcanon

La brisa soplaba sobre sus cabezas. Ella estaba sentada en la cubierta del barco con sus rodillas pegadas al pecho. Originalmente, había salido para despejarse y pensar en otra cosa que no fuera que seguramente la única persona que la había esperado por años y años, la única persona por la que ella había cometido actos atroces como un genocidio y múltiples asesinatos estuviera muerta. Por lo que sí, ella salió corriendo en cuanto Jean y Mikasa dejaron de sostenerla con fuerza. La ansiedad y la desesperación iban a acabar con ella antes de que su maldición titánica moviera hilos.

Por eso, cuando Annie se sentó en la cubierta del barco, se centró en observar el mar en calma. Parecía irreal que todo pareciera estar tan en paz cuando en realidad miles no, millones de personas morían en este mismo instante. Siendo aplastadas por Eren Jeager la nueva amenaza de la humanidad. Annie cerró los ojos tratando de quitar de su mente esos pensamientos, eso solo servía para angustiarla más. Además de que, indirectamente era su culpa. Y de Reiner y de Berthold y de toda Marley. 

Justo cuando Annie estaba desesperada e iba a empezar a gritar al vacío de las profundidades marinas sabiendo que solo las aves podrían escuchar sus lamentos, apareció él como una luz, un sol radiante salvandola de la desesperación.

Al parecer Armin no se había percatado de la presencia de Annie pues estaba aturdido mirando al horizonte. Pero ella en cambio no pudo apartar la miraba de él por más que su cerebro le gritase que lo hiciese. Ella no quería pensar en que también indirectamente por su culpa Armin también podría correr la misma suerte que su padre. Se mordió la lengua para no articular ninguna palabra. Pero sus labios eran unos traidores a los que les gustaba sufrir:

— ¿Estás curado? — pronunció Annie de forma automática.

Era como si su subconsciente deseará hablar con él de alguna manera. Tampoco la sorprendía ese hecho, de todos los que iban a participar en esa misión suicida era Armin quien le trasmitía paz, calma y una pizca aún que sea de esperanza. Deseó con todas sus fuerzas que él marcharse con ella, odiaba saber que iba a poner su vida en riesgo por miles de personas que lo habían confiando en una isla y habían tratado a los suyos, tanto del continente como de Paradise, como basura. Pero sabía que por más que lo deseara no pasaría aquello. Armin Arlert no era ningún cobarde y era de corazón noble, puro y amable. Al contrario de ella.

—¿Annie?— pronunció el aturdido después de haber estado unos segundos mirándola — Si... Cicatrizaron al rato — elevó su vista al cielo — No creí que pudiéramos tener tiempo para descansar y...

De nuevo, su yo interna hablo por ella.

— ¿Quieres sentarte?

El chico la miró aturdido, en cambio aceptó de buena gana. Se sentó a medio metro de ella imitando la acción de colocar sus rodillas a la altura de su pecho. Quedaron un buen rato en silencio hasta que la chica de pelo rubio platino hablo desde el corazón.

— Ahora que lo pienso... No te he agradecido por... Bueno por haber estado durante esos cuatro años hablando conmigo.

Armin abrió los ojos sorprendido. No esperaba que ella hubiera estado escuchando, sin poder evitarlo se sonrojo un poco.

Pequeñas Historias | Aruannie Donde viven las historias. Descúbrelo ahora