Celos

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Post Canon

Spoilers del manga

Se habían asentado en las ruinas del fuerte Salta al final del día, mientras esperaban que los hombres de Marley pudieran arreglar los sistemas de radio para así ponerse en contacto con alguna colonia superviviente que los sacará de allí.

Para su fortuna, habían conseguido ponerse en contacto con una colonia Marleyana y no tendría que pasar más de una noche en aquel horrible lugar con probabilidad de derrumbamiento.

Se suponía que debía sentirse eufórico, pero cada vez que lo intentaba un dolor agudo se presentaba en su pecho. Se alegraba, tendrían que diagnosticarlo de demencia si no lo hiciera, pero una gran parte de él estaba en llamas. Le dolía demasiado pensar que Eren no vería el mundo que él mismo se esforzaria por construir, le dolía saber que no podrían recorrer el mundo juntos y que únicamente tendría que vivir con el recuerdo de la fantasía creada por el propio Eren en los caminos.

Ni siquiera tenía fuerzas para pensar en cómo debía sentirse Mikasa al perder al amor de su vida. Porque en todo lo que podía pensar era en que había perdido a un hermano.

Nadie podría reemplazar a Eren.

Y ahí estaba él, hundido en la miseria y la tristeza, mirando la luna llena desde el horizonte, viendo toda la tierra devastada, preguntándose si pudo hacer algo para evitar que todo esto sucediera.

— ¿Tampoco puedes dormir?

Él giró su rostro, sonrió dulcemente mientras veía como Annie se sentaba a su lado, guardando la distancia por supuesto.

— Estaba relajandome mirando el paisaje.

Annie asintió, teniendo poco que añadir en realidad. Lo miró, sintiendo que su corazón se hacía pedazos de verlo así. Quería decir algo para hacerlo sentir mejor pero, ¿El qué? Que podría hacer ella. Maldice mentalmente su incompetencia, es una persona tan malditamente inútil que ni sabe consolar a una persona que la salvó de haber quedado sin cordura en todo su encierro en ese cristal.

— Creo que nunca me disculpé contigo — dijo Armin de pronto mirándola —, por mi culpa te has perdido cuatro años. Por mi culpa no pudiste ir a tú tierra natal. Lo siento.

De nuevo, Annie se quedó sin nada que decir. Aún a sabiendas de que debería pedirle que se detuviera y no se hiciera más daño así mismo. Armin ya estaba lo suficientemente herido.

Apretó la mandíbula, sintiéndose horrible por no poder devolverle el favor y no poder hacer que su dolor fuerza más leve.

— Siento muchísimo haberte manipulado de esa forma — siguió él, su expresión era de tristeza profunda —, siento mucho haberte hecho creer que eres una persona horrible, me doy cuenta que mis palabras te afectaron y sobretodo siento mucho haber actuado de una forma en la que sabía que te estaba haciendo daño. Era lo mejor para Paradise en esos momentos pero no es una excusa.

Como ella sigue sin decir nada, y mira al suelo con una expresión neutra, Armin está más que seguro que no quería tener esta charla, ni siquiera recordarlo pero su consciencia no habría estado tranquila si no se hubiera disculpado con ella por eso.

Pequeñas Historias | Aruannie Donde viven las historias. Descúbrelo ahora