9: Lo que la luz no ve

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Habían pasado dos días desde el Rito de La Linterna, y Zhongli se había ido a Fontaine por un viaje de negocios el día siguiente del festival. Childe seguía pensando en lo que ocurrió, no procesaba bien los hechos. Había estado abrazando a Zhongli durante bastante rato, además de que le había dado un beso en los nudillos. El pelirrojo terminó de limpiar la mancha que se había estado resistiendo durante más de diez minutos pegada al suelo, se pasó el antebrazo por la frente sudorosa, suspirando mientras se sentaba en el sitio. Aether pasó por su lado con la escoba, parándose a mirarlo.

—Buen trabajo —sonrió.

En la mañana ya se había disculpado con él por no cogerle el teléfono, al parecer le iba a preguntar si asistiría al Rito. Childe se levantó del suelo, mientras se miraba la palma de la mano izquierda, las heridas estaban curándose así que ya no necesitaba las vendas, solo tener más cuidado.

—Igualmente —le contestó al rubio. Aether le miró la mano, agrandando los ojos.

—¿Y eso? —señaló, acercándose más para verlo mejor.

—Bueno... Me tropecé —era la peor mentira que podía haber hecho, la forma de medias lunas le delataban completamente. Aether lo miró incrédulo, levantando una ceja.

—Ah, ¿en serio? —se apartó de él—. ¿Y qué más?

Childe suspiró, no quería hablar de la llamada con su padre.

—No es nada, solo me despisté un poco.

—Creo que se necesita mucho más para hacerte esas heridas sin darte cuenta, Childe —Aether meneó la cabeza—. En fin, no voy a conseguir nada preguntándote, pero que sepas que te voy a tener vigilado.

—Sí, bueno... —caminaron hacia la sala de limpieza y guardaron los utensilios.

—No me has dicho lo que hiciste en el Rito de La Linterna —Aether apoyó la escoba en su sitio, girándose a mirar al pelirrojo—. Eso sí que me lo puedes decir, ¿no?

Childe se encogió de hombros, evitando los ojos del otro.

—Supongo... Pero será mejor que esté Kaeya —Aether se sorprendió al escuchar una respuesta afirmativa, sonriendo.

—Tiene que ser algo increíble para que nos lo quieras contar, ¿no? —ensanchó su sonrisa—. Lo malo es que hace días que volvió a Mondstadt, así que tendrás que conformarte con una videollamada.

—Me parece bien...

—Genial, ¿te apetece ir a cenar a Wanmin y le llamamos?

Childe apretó los labios.

—No creo que pueda...

—Oh... —Aether sabía de su delicada situación familiar y económica, aunque no estaba al tanto de que ahora era incluso peor—. Está bien, pues le llamamos ahora, no pasa nada.

—Gracias.

Scaramouche se apoyó en el marco de la puerta de la habitación, mirando a sus dos compañeros. Childe desvió la mirada al verlo.

—He visto el nuevo horario —dijo el azabache, clavando la mirada en el pelirrojo—. Te has puesto más horas extra.

—Bueno, no creo que sea de tu incumbencia —espetó él, girándose a mirarlo.

—Childe, nos conocemos desde hace bastantes años, deberías dejar de fingir que somos enemigos o algo. No te estoy diciendo se ser amigos porque yo tampoco te soporto, pero al menos podríamos hablarnos como personas normales.

Childe entrecerró los ojos, ni siquiera recordaba la razón por la que se llevaban mal. Algo del instituto probablemente.

—Quizás tengas razón...

𝙂𝙊𝙇𝘿𝙀𝙉 𝙀𝙔𝙀𝙎 [ 𝘼𝙐 𝘾𝙝𝙞𝙡𝙞 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora