10: Sol

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Zhongli intentó ir tras Childe, pero los dos presentes le detuvieron. El castaño se giró a mirarlos, debatiendo en si ignorarlos o hacerles caso. 

—No te molestes —el tono burlón de Kaeya había desaparecido por completo, parecía alguien totalmente diferente—. Siempre se escabulle.

Zhongli analizó sus palabras, ¿esto ya había ocurrido anteriormente? Su expresión de confusión no pasó desapercibida.

—Supongo que no te habrá contado nada —dijo Aether, mirando a Kaeya, los dos asintieron—. Te lo explicaremos nosotros.

Zhongli cerró los ojos, recordando el momento en el que Childe se tiró al suelo, como sus lágrimas empapaban el pavimento, cuando se aferró a él como si su vida dependiera de ello. Si esta situación no era nueva confiaría en el criterio de los dos jóvenes, quienes conocían desde hace mucho más tiempo al pelirrojo.

—Por favor.

Caminaron hasta llegar a la playa, donde no había gente que pudiera escucharles. El trayecto fue corto y silencioso, Zhongli seguía pensando en si debería haber salido corriendo tras el pelirrojo, tal y como su corazón le decía. Sin embargo se aferró a su sentido racional, primero debía conocer el terreno antes de adentrarse en él.
Pararon de caminar, Kaeya se giró a mirar el mar.

—Imagino que ya habrás notado que tiene bastantes problemas —empezó a decir el peliazul, cruzándose de brazos sin apartar la mirada de las olas—. No solo de salud, también económicos y sentimentales.

—Sí, he podido darme cuenta de eso. Sin embargo nunca ha querido decirme nada.

El rubio suspiró.

—Que no te extrañe —Aether miró a Zhongli, con una expresión de cansancio—. Para hacerte un resumen, su madre está enferma. El mayor problema es que no es una enfermedad muy conocida, y los pocos medicamentos que hay son muy caros.

—Entiendo...

—Su pasado también es bastante duro por lo que sé —dijo Kaeya—. No sabemos mucho de él en realidad, lo conocimos cuando su madre ya estaba enferma aunque por ese entonces no era tan grave como lo es ahora.

—¿Cómo era antes?

Kaeya suspiró, sonriendo amargamente.

—Me contó que siempre se metía en peleas, y que en una hubo una víctima. No quiso entrar en detalles, pero su relación con su padre y hermanos mayores empeoró desde ese incidente.

Se quedaron callados. Zhongli no se podía imaginar a Childe siendo revoltoso y peleando hasta el punto de que alguien pudiera resultar... muerto. Cerró los ojos, no sabía nada de Childe. No podía comprenderlo en ese estado. Un sentimiento de impotencia le recorrió el cuerpo.

—Ha modificado su horario de trabajo —dijo Aether—. Quizás haya ocurrido algo.

—El día del Rito de La Linterna le llamé —empezó a decir Zhongli, captando la atención de los otros dos—. Estaba borracho. Me pidió disculpas llorando por haberse olvidado de nuestra quedada, y no quiso contarme detalles. Cuando vino a mi trabajo tenía la mano izquierda vendada.

—Solo hay una persona que puede causarle esa reacción —suspiró Kaeya, refiriéndose al progenitor del pelirrojo.

—¿Qué se supone que debemos hacer? —preguntó Aether, sin esperar una respuesta en concreto—. Esta vez... ha sido diferente. Debe haber ocurrido algo más grave que una riña con su padre.

—Childe esconde muchos misterios —susurró Zhongli.

—Ese ni siquiera es su nombre real —dijo Kaeya. Zhongli lo miró alzando una ceja, su expresión estaba entre la sorpresa y la confusión.

𝙂𝙊𝙇𝘿𝙀𝙉 𝙀𝙔𝙀𝙎 [ 𝘼𝙐 𝘾𝙝𝙞𝙡𝙞 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora