Cap. 25

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Me desperté al escuchar ruidos en el piso de abajo. Miré la hora y eran las 9:39. Me había levantado en el orfanato a las 7, pero no estaba segura de a qué hora habíamos llegado a la casa de Víctor.

De todas maneras, me levanté. Bajé las escaleras, observando la casa. Era bastante grande; en el piso de abajo estaba la cocina, el comedor, un baño, la habitación de mi tutor y una oficina. En el piso de arriba había dos habitaciones y un baño. Por la ventana pude ver un gran patio, con una profunda piscina en el centro.

-Logré hacerte entrar a una escuela. –Dijo Víctor a penas me vio entrar en la cocina.

Bajé la mirada y contuve las lágrimas. Nada iba a ser lo mismo sin Aike, Matt, Jessica y Tommy.

-Lo siento, iba a preparar algo para desayunar pero se me hace tarde para el trabajo. Hoy volveré temprano, estarás sola un rato.

-No hay problema. –murmuré. Lo cierto es que era lo que más quería en ese momento.

Tomé un vaso de leche y antes de que Víctor se vaya le pregunté si podía nadar en la pileta. Gritó un rápido “si” y se fue, pero miré por la ventana para asegurarme de que se había ido. Estaba por empezar a subir la escalera cuando vi que la puerta de su oficina estaba levemente abierta. La curiosidad me ganó, por lo que me acerqué a la pequeña abertura. Miré a los lados, a pesar de que sabía que no había nadie, y entré, ignorando el hecho de que Víctor me había dicho que me mantenga alejada.

Había un escritorio lleno de papeles y algunas fotos, una poblada biblioteca y una silla gastada.

Me acerqué a observar los papeles y pude ver algunos planos, por lo que supuse que era arquitecto. Miré los portarretratos, que estaban cubiertos con una fina capa de polvo.

Había una foto de una mujer joven, y dudé si Víctor tenía esposa. Sin embargo, pude darme cuenta de que la foto era bastante vieja, así que supuse que era su madre. Había una foto con varios hombres jóvenes, una foto de un bebé y una foto de… ¿mi madre?

Me acerqué más, cuidando de no tocar el portarretrato ya que mis dedos limpiarían el polvo. Pero sí, era mi madre.

Un escalofrío me recorrió la columna vertebral y salí rápidamente de la oficina. Subí a mi habitación, me puse mi traje de baño y salí.

Me sumergí en el agua y me senté en el fondo de la piscina, tratando de limpiar mi mente. La pileta no llegaba a los dos metros de profundidad.

Escuché los latidos de mi corazón y abrí los ojos. Comencé a sentir una leve presión en el pecho y miré para arriba.

Sabía que tenía que salir.

Tenía que salir.

Pero no lo hice.

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Fin.

Bueno, no, no es el final, no se precupen jajaja
¡Gracias por leer! :)

-S

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