Cap. 4

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Dios mío, que sola me sentía.

Algunos me miraban mal, y algunos ni siquiera me miraban.

Era “la chica nueva”, y estaba invadiendo su preciado orfanato.

Me sentaba sola en las escaleras a comer. Siempre me sentaba ahí, a pesar de que más de uno había pateado o escupido mi comida. Especialmente Brianna. Empujaba mi cabeza y pisaba mis manos, me tiraba su bebida o metía un cubito de hielo en mi espalda.

Yo los ignoraba, como si nada estuviera ocurriendo. Yo fingía que todo estaba bien, fingía que los moretones de sus patadas en mis costillas no estaban, que mis manos raspadas por sus pisadas no existían, y yo dibujaba en mi rostro una sonrisa que juraba ser verdadera, pero era más falsa que mi felicidad en el orfanato.

Ese día, decidí sentarme en otro lugar ya que estaban limpiando la escalera. Recorrí un pasillo y llegué hasta una esquina vacía. Me senté y cuando estaba por empezar a comer, un chico completamente vestido de negro se acercó a mí.

-Ehm… lo siento este es mi… ehm, no importa.

-Ay, ¿este es tu lugar? Perdóname, no tenía idea, ya me voy.

Comencé a levantarme.

-Está bien no te preocupes…yo…

Y en ese momento vino un chico alto y fornido y comenzó a revolverle el cabello como si fuera un niño.

Él lo ignoró, tal como yo hacía. El chico se fue riendo y empecé a caminar sin rumbo, buscando un nuevo lugar para comer.

-¡Hey! Ehm… si quieres…ehm…si quieres podemos…ehm… compatir…ya sabes, el lugar y…

Sonreí. Sus mejillas se ruborizaron y se sentó sin mirar mi rostro.

-Soy Lyra.

-Soy Aike.

Se quedó mirándome misteriosamente. Me reí.

-¿Qué pasa?-pregunté sonriendo.

-¿Por qué tienes moretones?-preguntó seriamente.

-Oh, no… no es nada.-Dije tímidamente.

Comimos en silencio.

-¿Hace cuánto estás acá?-pregunté.

-Creo que ya perdí la cuenta. ¿Tú?

-Siete días.

-Por lo que veo no te va muy bien. Tus brazos están llenos de moretones, y estás sola.

Bajé la mirada.

-Tú también estás solo.

-Estoy acostumbrado.-Contestó.

Comimos en silencio.

Terminamos de comer y nos levantamos.

-Tengo que irme-dije limpiando mi pantalón.-Nos… vemos.

Comencé a alejarme cuando él me llamó y me giré para observarlo.

-Lyra… nos vemos.- Comenzó a caminar hacia el lado opuesto, pero pude percibir una tímida sonrisa en sus labios.

Fui a mi habitación, sintiéndome rara. Siete días sin hablar con alguien y de repente encontrar a alguien fue raro. Pero me hizo sentir bien. Ese vacío que sentía se había esfumado. Era estúpido, ya que apenas habíamos hablado.

Llegué a mi habitación y me senté en mi cama. Apoyé la cabeza en mi almohada y algo crujió abajo. El sobre. El sobre que mi padre me había entregado antes de fallecer. Rápidamente lo saqué de debajo de mi almohada y con dedos temblorosos, lo abrí.

Respiré hondo y metí mi mano. Saqué el contenido del sobre y luego de unos segundos, lo miré.

Era una foto. Una foto familiar. La única que teníamos, de hecho. Mis ojos se llenaron de lágrimas y una nostálgica sonrisa se formó en mi rostro.

La foto había sido tomada unos días antes de que mi madre falleciera en un accidente. “Éramos una familia feliz”, pensé. Di vuelta la foto y había una frase escrita a mano. Era la caligrafía de mi madre. Podía distinguirla de una carta que ella le había escrito a mi padre antes de morir. Yo nunca la había leído, pero mi padre la leía todas las mañanas.

“Cuando solo haya oscuridad, busca la luz.”

Suspiré y dejé mis lágrimas correr.

Break Me.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora