Cap. 29

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Luego de todas mis clases, me dirigí al aula donde estaba el profesor.

-Hola de nuevo, Lyra. Quizás deberías llamar a tus padres para avisarles que te quedarás aquí.

De repente sentí un gran vacío por dentro. Apreté los sabios con fuerza y sólo asentí con la cabeza, para dirigirme a la dirección y poder comunicarme. Busqué el número de Víctor entre algunos registros y lo llamé a su teléfono celular.

-¿Víctor?

-¿Qué quieres? –preguntó apenas respondió a mi llamada.

-Sé que estás trabajando, lo lamento, sólo quería avisarte que voy a quedarme un rato más en el colegio, para hablar con un profesor sobre los contenidos y... -pensé rápidamente una mentira.

-Bien. –Dijo interrumpiéndome, y cortó la llamada.

...

-¿De qué quería hablarme, profesor? –pregunté.

-Esto se trata de lo que tú quieras decir, Lyra.

-No quiero decir nada.

-Sé que estás mintiendo. Pero no voy a presionarte para hablar.

Estuvimos unos minutos en silencio.

-Noté un cambio en tu expresión cuando nombré a tus padres. ¿Hay algo con ellos? ¿Te tratan mal?

Negué con la cabeza.

Me observó durante unos segundos y largó un suspiro.

-Ven mañana a la misma hora. Disfruta el resto de tu día. –Luego de decir esto, agarró sus pertenencias y salió del lugar.

...

Al día siguiente, como él pidió, volví a encontrarlo luego de mis clases, pero nada cambió demasiado. Él hacía preguntas y yo sólo permanecía en silencio o negaba con la cabeza. Luego de cuatro de estas "sesiones" psicológicas, decidí hablar. El profesor Jackson ya me había hecho algunas preguntas, pero yo no había contestado ninguna. Luego de que él agarrara sus pertenencias y estuviera a unos pasos de la salida, hablé.

-Mis padres están muertos.

Pude sentir cómo se sorprendía y volvía lentamente a su asiento. Sin embargo, mis ojos parecían no ver nada.

-¿Cómo murieron? –preguntó con delicadeza.

-Mi madre murió en un accidente automovilístico cuando yo tenía tres años, y mi padre murió hace unos meses de cáncer pulmonar.

-¿Con quién estás viviendo?

-Con un viejo amigo de mi padre. –contesté, sin saber exactamente cómo referirme a Víctor.

-¿Te sientes bien viviendo con él?

Guardé silencio. Me quedé mirando a la nada, con los ojos muy abiertos. Luego de unos minutos, se fue, diciendo adiós.

-S



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