Capítulo 10: Por tu culpa

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Llega el Miércoles, tras nueve días pasados sin noticias de Martín Raúl tiene un humor más decaído que el de la semana pasada, aún así piensa en esperar recibir algo ese fin de semana pero si no pasa nada, si llega el domingo y sigue sin recibir ni un mensaje tendrá que aceptar que Martín no le llamará nunca y no le verá más.

Como está de mal humor duerme mal por eso en vez de comprar el pan al salir del taller como muchas veces suele hacer, hoy que ha llegado pronto a Cáceres para a comprar el pan en la panadería donde lo suele hacer por la mañana ya que la pilla de camino al trabajo, de sorpresa delante de él está Martín, parece recoger un encargo ya que además de llevar muchas barras de pan en una bolsa le están entregando una tarta. Raúl siente galopar su corazón y piensa:  «Cuánta razón tenías, cariño ¿Cuanto tardaríamos en encontrarnos?» Mordiéndose ligeramente el labio inferior comenta en su mente: «Qué ganas de abrazarte y besarte» . 

Al verlo tan cargado pregunta alegre:

-¿Te ayudo?

Martín se altera al reconocer la voz, mira de reojo con temor de que sea Raúl y allí está enseñando una hermosa sonrisa, Martín sin saber por que se pone tan nervioso que hasta le tiemblan las piernas, colgándose la bolsa de una muñeca y cogiendo la tarta con dos manos indica en ese estado:

-Ya...ya puedo yo. Uhg...gracias.-Baja la cabeza al pasar a su lado y dice en un susurro:-Adiós.

-¡Martín!-Le llama alarmado pues interpreta a ese «adiós» como una despedida para siempre, este se para y gira levemente la cabeza hacia él, Raúl dudando que decir finalmente pregunta serio:-¿Sigues teniendo mi número?

-Ehm... Sí. Le tengo,-responde manteniendo su nerviosismo y pensando que no lo quiere borrar por si le llama saber que es él.

-Llámame o escríbeme cuando quieras ¿De acuerdo? A cualquier hora,-indica serio.

-Ehm... sí, losé.-Mirando hacia delante informa:-No...no tengo tiempo para hablar, Raúl, me esperan.

Tras decir eso sale, Raúl se arrima al escaparate para mirar tras él por ello descubre que es cierto que le esperan y se relaja al descubrir que por las fotos es su hermano Julián y a la chica la reconoce a la perfección por Adán, es Samanta; pero su conversación, si eso se le puede llamar conversación, con Martín le ha dejado muy inquieto, con muy mal sabor de boca.

Como no para de dar vueltas a como Martín le ha esquivado en la panadería llega al taller de muy mal humor, en la puerta está Juan con una pequeña mochila en su hombro a la espera de que abra, este se sorprende al escuchar el portazo que pega Raúl al cerrar la puerta de su coche y observa serio como abre el taller de mala manera y porta todo el tiempo un gran gesto de enfado.

-Qué cara, jefe,-comenta serio.- ¿Problemas?

-Podría decirse,-responde con un tono que acompaña al gesto de su rostro.

-Me puedes contar si quieres,- propone mientras se ponen el mono de trabajo en la pequeña sala donde suelen hacerlo.- Soy más joven por lo que seguramente poco o nada pueda ayudar pero escuchar sé y desahogarse siempre ayuda.

-No importa,-indica con un ademán.

-Voy a intentar adivinar,-dice mientras van hacia la zona de trabajo:-¿Has discutido con Martín?

-Para eso primero tendríamos que hablarnos,-Responde asqueado.-Un momento,-mira a su empleado preguntando serio:-¿Cómo has sabido que es por él?

-Bueno,-se encoge de hombros y explica:-La semana pasada estabas muy contento por su causa si cambia tu humor tan drásticamente al contrario pensé que él también sería el causante.

Llámame amanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora