Capítulo 22: Eros Razzi-latte

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Tras una semana llega el cumpleaños de Felipe, Martín ha ocultado su tatuaje ya que en el primer mes la recomendación es taparlo menos por unas curas que tiene que hacer con unas cremas especiales que lo tiene que dejar que se seque al aire por lo que lo mantiene tapado por unos apósitos y de momento para su familia y amigos ha comentado que tiene una herida en la muñeca, que ha servido la escusa por que nadie le ha preguntado demasiado y será así hasta que saque las fuerzas para confesar que es un tatuaje, por que no es solo es admitir a sus padres que se ha hecho un tatuaje cuando nunca comentó nada de ello, si no que la mayor vergüenza que siente es que es un tatuaje de pareja y la otra parte la tiene Raúl.

Raúl llega puntual y llama al timbre muy cerca de las doce del medio día, en la casa además de los convivientes Felipe, María y Martín están Lorena con su marido Francisco y sus dos pequeños, además Samanta que es la mujer de Julián e Isaías con su hija de unos ocho años Sara, o Sarita, como suelen decir para no confundirla con la madre. Con el sonido del timbre se pone al telefonillo Samanta que pulsa para abrir el portal gritando a la casa «Es Raúl» y deja la puerta de entrada entreabierta, esa frase de dos palabras tensa mucho a Martín que espera, de manera ya bastante inútil, que nadie sospeche que ellos dos tengan algo más que amistad, pero intenta disimular su nerviosismo marchando a la cocina para ayudar a su madre con algunos preparativos de la comida.

Nada más llegar Raúl busca a Felipe y cuando le haya sentado en un sillón del salón alza las llaves del Toyota Yaris de este informando con una sonrisa:

-Muchas felicidades, Don Felipe, como regalo ya tiene su coche arreglado y a la puerta de casa.

-¡¿Pero qué me dices?!

Pregunta alegre apareciendo una sonrisa en su rostro mientras agarra las llaves y se pone de pie para mirar por la ventana para verlo, Raúl al apreciar eso se asoma por otra ventana que está al lado y señala sacando el brazo por la ventana indicando:

-Allí está ¿Lo ve?

-¡Halá! ¡Pero qué buen aspecto!-Exclama alucinado ya que aunque la pintura está medio quitada y está lleno de arañazos y abolladuras no tiene nada que ver a cuando lo llevaron al taller.-Vamos a probarlo, Raúl, demos una vuelta,-ordena severo metiendo la cabeza dentro mientras menea las llaves, Raúl no ve oportunidad ni forma de negar la propuesta así que aunque la situación le tensa un poco contesta encogiéndose de hombros :

-Como quiera, demos una vuelta a la manzana.

En el pasillo emerge Martín que algo nervioso pregunta a Raúl acercándose a ellos:

-¿Ra...Raúl que quieres tomar?¿Cerveza?¿Cola?

-Creo que comenzaré con una cerveza pero ahora me voy con tu padre,-responde señalando a Felipe con el pulgar que aparece justo detrás de él.

-¿Cómo que te vas con él?-Cuestiona extrañado.-¡¿A dónde?!-Pregunta como alarmado.

-Raúl ya ha traído el coche arreglado y vamos a probarlo ¿Quieres venir?-Propone el padre serio.

-No, uhm...Me quedo a ayudar a mamá,-responde señalando hacia atrás, hacia la cocina.

-Pues no tardaremos en venir,-declara Felipe saliendo por la puerta y Raúl le sigue.

-Pues que sea así que Julián no tardará en llegar con los panes y la empanada,-informa Martín mirándoles serio.

Como el padre entra primero en el ascensor y Martín se queda mirándolos ya que una cierta preocupación recorre su cuerpo Raúl le mira dedicándole una sonrisa y un guiño, a lo que Martín le responde serio enseñándole sin alzar mucho la mano su dedo corazón haciendo que Raúl aumente su sonrisa y entre al ascensor, tras eso Martín cierra la puerta y se dirige a la ventana para ver el coche, lo mira con cierta admiración pues le parece un trabajo impecable y se queda allí hasta que se llevan el coche y desaparece de su vista.

Llámame amanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora