Paola.

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Paola siempre veía el vaso medio vacío aunque estuviese a rebosar.

Se le daba muy bien animar a los demás pero cuando se trataba de ella estaba perdida.

Era la típica adolescente que fingía ser una persona segura y con autoestima alta aunque en realidad no se valoraba nada y era insegura.

"Si tú no te valoras nunca te valorará nadie".

Le decían.

Pasaban los días y la cosa iba a más.

Salía de casa porque no tenía más remedio.

Las únicas veces que iba a un sitio con ganas es porque tenía la esperanza de que le vería.

Tenía miles y miles de complejos.

Perdía el interés por la vida.

Respiraba y porque no le quedaba otra.

A pesar de todo ella siempre sonreía.

Siempre se reía de todo.

Siempre estaba bien, o eso decía.

Siempre intentaba aparentar que nada podía con ella.

La cuestión es que siempre decía muchas cosas, tantas que a veces ni ella se las creía.

Que irónico utilizar la palabra Siempre para ella.

Era más de Nuncas.

"Nunca podré, nunca lo conseguiré, nunca lo lograré, nunca seré suficiente, nunca seré feliz..."

De repente un día todo cambió.

Y bueno, volvió a ser la típica adolescente segura de si misma, con el ego y el autoestima por encima de las nubes.

Se declaró al chico que le gustaba.

Volvió a su etapa feliz.

Empezó a preocuparse solo por ella.

Dejó de pasarse el día rayandose por las cosas.

No volvió a pasarse las tardes pegada al ordenador, a la play ni al móvil para entretenerse.

Estaba agusto consigo misma.

Volvió a ser confiada con lo que hacía porque tenía la certeza de que todo le saldría bien.

O eso es lo que le habría gustado a ella, pero quizás ya era pedir demasiado y como le pasaba con todo, en el fondo lo sabía.

De todo, de nada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora