Capítulo 38.

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—¡Tres, dos, uno... Acción!

La luz roja de la cámara frente a mi se enciende, dando la señal para que comience a caminar agitando mi cabello al aire. Bueno, las extensiones que decidieron colocarme porque creen que mi cabello es demasiado corto enmarcar el lápiz labial del anuncio.

Camino hasta el fondo de la sala donde se ubica la cámara, manteniendo el gesto tenso y una pequeña sonrisa antes de caminar de regreso.

—Una vez más, ahora gira la cabeza hacia la derecha. ¿Lista? —el director espera a que yo confirme antes de volver a gritar—. Tres, dos, uno... ¡Acción!

Repito el proceso al menos dos veces más antes de que crean que tienen suficientes tomas, luego pasamos a la siguiente escena del comercial.

Esta vez, tengo que estar mucho más cerca de la cámara.

—Ana, ¿Estás lista?

—Si.

La maquillista aplica más polvo para quitar el brillo de mi rostro y espero las nuevas instrucciones. Según escuché de la directora de escena, hubo otro cambio de último minuto.

—¿Chad, estás listo? —el director se aparta de la cámara para mirar alrededor—. ¿Chad?

¿Qué dijo?

—¿Quién es Chad? —pregunto a nadie en particular.

La directora de escena termina de masticar su rosquilla y me mira.

—El modelo que se pidió para el comercial, ¿No lo mencioné?

Oh, carajo.

Mi primera reacción es mirar a Christian y a Luke, ambos en el extremo opuesto de las cámaras y del ruido porque Ray duerme apacible en los brazos de su padre.

—¿Modelo? —balbuceo, consiente de que luzco confundida.

Puedo ver las cejas gruesas de Luke arqueárse en su frente, mirando algo en la entrada... O a alguien.

—¡Al fin llegas, Chad! Estoy haciéndome viejo, chico.

Un tipo de cabello rubio largo y ojos azules de acerca, tan alto que imagino a un Dios Vikingo de esas series de televisión de paga. Sus ojos azules son muy claros y la elegante camisa blanca medio cubre los tatuajes de su pecho.

Mierda.

El director le hace una seña para que se acerque a mi, busca algo en sus anotaciones y nos muestra un dibujo tachoneado.

—Bien, Ana. Sonríes y besas al chico mientras los mantengo en primer plano, luego te alejas y sonríes a la cámara, ¿Capisci?

Estoy negando antes de darme cuenta.

—No, no, no fue eso lo que me dijeron —lanzo otra mirada nerviosa a mi chico de ojos grises y ceño fruncido—. Nadie me dijo nada sobre besar a un chico.

La mujer tiene la amabilidad de soltar su rosquilla a medio comer y acercarse con los brazos cruzados sobre su pecho y gafetes del estudio.

—Es un comercial de lápiz labial, Anastasia. Tienes qué convencer a tus clientas que el producto es indeleble y cumple su función.

—Lo sé, pero creí que utilizaríamos otro truco o algo, dudo que... —ella me interrumpe.

—Está hecho, Chad está aquí y si fuera tú, aprovecharía —guiña un ojo y el chico sonríe—. Él es una estrella en ascenso, lo estás estrenando en comerciales para televisión.

Dios, eso no suena bien y puedo ver la diversión en la cara de Luke. Christian intenta acercarse aún con Ray en sus brazos.

—¡Ana! —gruñe bajito—. ¿Qué carajo está pasando?

—Trabajo —encojo los hombros con indiferencia—. Vamos a pasar a la siguiente escena con el modelo.

—¿Qué escena?

Sé que está molesto por esto y yo prometí dejarlo cuando estemos comprometidos, pero aún no lo estamos y tengo qué cumplir mi contrato.

—Un beso, muy pequeño. Un piquito y ya, nada que deba preocuparte. —le aseguro, pero Sawyer lo arruina riéndose.

—Si, claro. Con todas las escenas que tendrán qué repetirlo, el chico llegará a segunda base.

—¡Luke! —chillo para que se calle. Incluso golpeo su brazo para que deje de reír—. Eso es mentira, ¡Ya basta!

Solo él está riendo, provocando que Christian se enoje más y yo quiero pellizcarle el brazo sin que chille para llamar la atención.

—¿Recuerdas esa película que hiciste con Mark? —insiste.

Suficiente.

—Cállate Luke, o te quedas sin ese bono de navidad.

Mi amenaza logra la hazaña cuando rápidamente resopla.

—Era una broma, Annie. Cristo. —gira para tomar a Ray de los brazos de Christian—. Dame al bebé, les daré privacidad.

Se aleja de nuevo hasta una silla desocupada y se sienta ahí, mirando a todos lados. Entonces pongo atención a mi chico de ojos grises.

—No me gusta esto, Ana.

—Lo sé.

—Y estoy realmente luchando por controlarme.

—Lo sé —repito. Se ve tan adorable cuando está celoso.

—Pero comprendo la situación y acepto tus condiciones —presiona los labios con fuerza y asiente—. Estaré allá con tu amigo Luke, tómate tu tiempo.

Lo veo alejarse y arrastrar otra silla hasta detenerse frente a Sawyer, pero no la gira. Se sienta en ella dándome la espalda para no mirar.

—¡Ana! Ven aquí ahora —el director me llama de nuevo—. Chad está listo, terminemos esto de una vez, gente.

El chico rubio apoya sus manos en mi cintura cuando me acerco y comienzo a molestarme. El director hace una seña y la camara filma.

Chad, o como sea que se llame, tiene qué inclinar la cabeza para que pueda besarlo, y justo cuando sus labios tocan los míos, desliza las manos sobre mi cadera.

—¡Oye! —gruño, apartándolas—. Sin tocar.

El director me mira como si estuviera loca o fuera una estupidez, pero no quiero a este chico tocando mi vientre embarazado.

—Manos fuera y estaremos bien —lo amenazo pero solo sonríe—. Lo digo en serio.

Estira los brazos detrás de su espalda, con una sonrisa de burla que me molesta mucho. Respiro hondo para entrar de nuevo en el papel y lo beso cuando el director lo indica.

—¡Otra vez! Con más emoción, Ana —se dirige a mi y lo señala—. Acabas de conquistar al tipo más atractivo de la noche, seducelo.

Pide que reinicien la grabación, besando de nuevo al tipo y sonrió a la cámara. Ni siquiera tengo qué mirar al director para saber que está comenzando a molestarse.

—Ana, nena... De nuevo.

Mierda.

El tipo pone de nuevo sus labios sobre mi y lo único en lo que puedo pensar es en Christian, sentada en el rincón con nuestro hijo, y lo mucho que me gustaría que fuera él a quien tengo qué besar.

—¡Corte! ¿Qué acabo de decir? —gruñe—. Otra vez, desde el inicio. ¡Acción!

Glamour: La Vida Secreta De Una EstrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora