Capítulo 8.

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—Hola.

El chico entrecierra los ojos y camina dentro de la habitación con su atención fija de Ray.

—Carajo, ¿Te conozco? ¿Tú y yo...? —Balbucea, señalándolo—. ¿Es mío?

No puedo evitar una risita nerviosa.

—No. No te conozco.

—Jodidas gracias, Dios. —Levanta ambas manos y mira hacia el techo—. ¿Mamá te trajo del hospital?

¿Qué?

—No, ¿Por qué ella haría eso? —Ahora estoy más confundida.

—Porque ella es, básicamente, una buena persona.

—Oh.

El bebé se renueve incómodo, así que lo levanto contra mi pecho para amamantarlo.

—Voy a alimentarlo, ¿Te importaría?

—No, adelante.

Creí que el chico saldría de la habitación, pero solo regresa sobre sus pasos para entrecerrar la puerta detrás de él y sentarse en el borde opuesto de la cama.

—Soy Elliot, por cierto.

—Rose y este nene bonito se llama Ray.

—Lindo... —Tengo qué cubrir mi pecho de su mirada curiosa—. Entonces Rose, ¿Estás buscando un papá para tu bebé?

Eso me hace reír. Antes de que pueda dar una respuesta, la puerta se abre y Christian nos mira a ambos con el ceño fruncido.

—Largate, Elliot.

—Pero estoy...

—¡Que te largues!

El rubio también frunce las cejas y se levanta para enfrentar al papá de mi bebé.

—Yo la vi primero.

—Yo la vi primero, idiota. Ese de ahí es mi bebé.

A Elliot se le va el color de la cara.

—Mierda, Christian, ¿tuviste que embarazar a una chica para atraparla? ¿No has aprendido nada de mi?

—Afortunadamente no. —Christian señala el pasillo—. Ahora vete de una jodida vez porque Rose necesita privacidad.

El juego de machos termina cuando Elliot levanta las manos y sale de la habitación después de guiñarme un ojo.

—Lo siento por eso, mi hermano es un idiota la mayor parte del tiempo.

—¿Tu hermano? —Espero ansiosa por más información de la familia de mi hijo.

—Si, Elliot es más grande aunque no lo parece y de Mía... Bueno, ya la conociste.

—Encantadora. —Mi nariz se arruga por el gesto.

Christian mantiene su vista en mis ojos, luego en la ventana de la habitación mientras alimento a Ray. Cuando ha quedado satisfecho, me levanto con él en brazos para dejarlo con su padre.

—Aquí, tómalo y golpea con suavidad su espalda para hacerlo eructar.

—¿Pero cómo? ¿Y si lo lastimo?

—No lo harás.

Me aseguro de que él sostiene su cabecita antes de apartarme para mirarlos, incluso con el temor, Christian susurra palabras tranquilizadoras.

Lo último que sé es que mi cabeza cae contra la suave almohada antes de quedarme dormida. Cuando despierto sobresaltada, la habitación está a oscuras y Ray en medio de nosotros.

—Olvidaste encender la lámpara, Luke. —Gruño a mi mejor amigo—. No puedo ver a Ray.

—Ray está bien.

El tono de su voz es distinto, más profundo y ligeramente molesto. Mierda. Me enderezo para ver la figura de Christian acostado del otro lado.

—Ay, lo siento, creí que... —Dejo la frase a medias sin sabes cómo terminarla.

—¿Quién es Luke y por qué estaría en una cama contigo?

— Es mi amigo y me ayuda con Ray cuando mis padres no están cerca.

—Es el tipo del auto, ¿Cierto? El que va contigo a todos lados.

—Si.

Christian se levanta de la cama y sale de la habitación sin darme tiempo a decir el resto, aunque no hay mucho que pueda explicar.

—Mierda, tendré qué decirle la verdad pronto.

Esperaba decirlo después de acordar la situación de Ray, aunque no parece que los Grey necesiten mi dinero.

Temprano en la mañana alisto a Ray para bajar a desayunar, encontrando solo a la señora Grey y a Christian en la mesa del comedor.

—Buenos días.

—Buen día, cariño. Siéntate y dame a mi nietecito para que tú puedas comer.

—Gracias, Señora Grey.

—Solo Grace. —Toma a Ray en sus brazos pero sale del comedor dejándome sola con Christian.

—¿Has pensado en la leche de fórmula?

Intento no parecer molesta.

—No.

—Es más práctico. —Insiste.

—Puedo amamantarlo.

—Sé que puedes, lo vi. —Se mete un trozo de fruta a la boca—. Elliot también lo vió.

—Dios mío, ¿Esto es por lo de tu hermano? Yo no pedí que...

—Tendrá que hacerse así cuando tenga la custodia del bebé.

—Media custodia, querrás decir.

—Rose... —Deja el tenedor para mirarme—. Estás sola en Seattle, no tienes trabajo ni familia que te apoye para cuidarlo mientras trabajar. Además, ¿En qué clase de lugar vivirías? Creo que lo mejor es que el bebé se quede conmigo y el juez te otorgue visitas.

Imbécil.

—No. Ray se queda conmigo, tengo los medios para hacerme cargo de él y si estoy aquí es porque quería que lo conocieras. No necesito nada de ti, ni mi bebé.

—Míralo de esta forma, si Raymond se queda aquí, tendrá a su disposición una niñera de tiempo completo y a una pediatra en casa.

—¡No me importa! ¡No me puedes quitar a mi bebé!

Mis gritos debieron llegar hasta Grace, que se acerca y me entrega a Ray. Sentir a mi bebé no impide que las lágrimas corran por mis mejillas.

—Christian, ¿Qué estás diciéndole a esta pobre chica? ¿Que le quieres quitar a su hijo?

La mirada en ella es de desaprobación total, su hijo se encoge en la silla por su reclamo.

—Yo puedo hacerme cargo.

—Oh, lo harás. Pero ella se queda aquí y no tiene qué trabajar mientras viva con nosotros porque su bebé la necesita.

Carajo, ella está furiosa.

—Solo digo que eventualmente...

—Cuando ese momento llegue, lo discutiremos de nuevo. —Grace lo hace callar—. Ahora termina el desayuno porque tienen que ir a comprar las cosas para el cuarto del bebé.

—¿Cosas? —Balbuceo.

—Una cuna, ropa y lo que sea que necesites. —Toma el resto de su café antes de ponerse de pie—. Dile a tu novio que no lo necesitas para esto.

Sale del comedor y luego escucho sus pasos en la escalera. Con Ray en mis brazos, voy a la sala para asomarme en la ventana y si, ahí está Sawyer esperando en el auto.

Genial.



~ • ~ • ~

Lento pero seguro 😅😐

Saluditos ❤️

Glamour: La Vida Secreta De Una EstrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora