Cap 27

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Me acosté muy tarde, estuve hablando por horas con Bolivia. Él de ninguna manera trataba de aconsejarme, lo hacía a su loca y extraña manera pero al menos ayudaba.

Me levanto con el terrible sonido de mi alarma de oveja. La maldita huevada repetia mil un vecez el mee, mee, mee de las ovejas, odio con todo mi ser a ese despertador pero papá me lo regalo hace dos años en el día de mi cumpleaños y no quería hacerle daño diciendo que tuvo el puesto del peor regalo del mundo.
Temo por mi vida la proxima semana, el miercoles será mi cumpleaños y ni me quiero imaginar que hara papá por mí.

Me arrastro medio dormida hasta el armario para coger una camisa y unos pantalones verdes, tomo mi toalla y camino hacia el baño. Intento abrir la puerta pero esta no se abre, empiezo a golpear con fuerza la puerta mientras grito.

-¡BOLIVIA, SAL DE BAÑO!

-Espera un momento, ya voy a terminar de peinarme.- me grita él de vuelta dentro del baño.

¡Mierda! Como que hoy me iré sin duchar.

Para buena suerte de mi hermano Bolivia, su novia lo viene a buscar todos los días para llevarlo a la universidad, a diferencia de mí que tengo que levantarme más temprano para que mamá o papá puedan llevarme. Bolivia me ha dicho un montón de vecez que Guatemala-su novia- puede llevarme al instituto de camino pero, ¿quién se aguantaría una escena de besos cachondos?

Yo no lo hago, causas.

Bolivia sale unos minutos después del baño, le lanzo una mirada de pocos amigos y entro al baño a ducharme. Creo que esto es mi rutina favorita, estar bajo el agua de la ducha. La mirada de México se posa en mis pensamientos, una sonrisa tonta se expande en mis labios, ayer fue... un día espectacular.

Ya despues de estar duchada y vestida bajo las escaleras encontrandome con la mirada nerviosa de papá, miro el reloj y ya sé porque mi papá se encuentra algo estresado, va muy tarde.

-Cariño...

-No te preocuoes.-interrumpo antes de que diga algo que no pueda llevarme-,me iré caminando.

Beso su mejilla y salgo a la calle, miro hacia la cada de México observando como la puerta se abre, México sale por la misma mirando su celular, teclea furiosamente en la pantalla y creo que se da cuenta de mi mirada. Sonríe y sonrío. Es vergonzoso este momento, camina rápidamente hasta llegar a mí y me envuelve con un sorprendente abrazo.

-Buenas, señora lápiz.

-Hola México

-¿Te llevo?- afirmo timidamente con la cabeza y caminanos hacia su auto.

¿Que?

Ya les dije que México no era un idiota bueno para nada?

Devuélveme Mis LápicesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora