Capítulo 0;01

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En la ruidosa y movida ciudad de Yokohama, cada persona se movía por su cuenta. Algunos a trabajar, algunos de regreso a casa, algunos solos y otros cuantos acompañados.

Era increíble cómo la gente vivía sus vidas incluso si alguien había muerto, y eso no le importaba en lo más mínimo, cada quien vivía su vida de manera independiente.

Pensaba, mientras analizaba la escena del crimen.

"¿Qué opina, Ranpo-san" dijo uno de los muchos policías que habían solicitado su presencia para lo que parecía ser un caso imposible.

"Que son unos idiotas." dijo sin más el chico de apenas dieciocho años, a pesar de su edad, había resuelto un centenal de casos en el pasado. Así que su experiencia era tan profesional como un policía de treinta, claro que estaríamos hablando de un policía competente.

Algunos policías quienes no conocían aún al detective quedaron ofendidos, no serían insultados por un chico que les sacaba décadas y ni siquiera había terminado su carrera. Y le hubieran reclamado, de no ser porque los demás policías no hicieron más que continuar su conversación como si no hubiera ofendido toda su línea de trabajo.

Eso en verdad los dejó desconcertados.

Pero en el momento que todos callaron, Ranpo pudo presenciar algo. Una pequeña luz blanca salía de la manta que cubría el cuerpo. Más específicamente , aquella brillante luz salía del cuerpo de la victima de este asesinato.

Ranpo lo supo entonces, se quitó su boina e inclinó la cabeza en dirección al cuerpo, los otros policías reaccionaron por inercia copiando rápidamente sus acciones.

No importaba cuántas veces viera esto, a Ranpo le traía malos recuerdos.

Las victimas de asesinato eran así, usualmente eran las almas que más tardaban en aceptar su muerte, suponía que se debía a que ellos se iban con más arrepentimientos que nada.

"No hice nada." "Fui débil y por eso me mataron." "Yo no merecía morir."

De pronto el alma tomó la forma de una mujer, era la imagen del cadáver. La pobre estaba desorientada, ya que, aquellos que morían no se llevaban con ellos sus recuerdos. Lo único que los mantenía unidos al mundo humano eran sus arrepentimientos.

Mientras más fuerte era el arrepentimiento, más oscura se tornaba el alama.

"Buenos días, señorita." dijo Ranpo mientras se alejaba del montón de policías y se dirigía a la desorientada y confundida mujer. "Veo que ha sido un largo viaje para ti. Pero no te preocupes, el mejor detective hará que descanses en paz muy pronto." habló bajo pero claro, no quería arruinar su reputación por que los demás pensaran que estaba loco por hablarle a un cadáver.

Porque, a la vista de los demás, él estaba hablando solo.

Aunque eso nunca lo desanimó. En cambio, llevó su mano al chaleco que portaba, y de ahí sacó unos lentes de marco negro. Viejos, desgastados y tal vez hasta rayados. Pero eran su mayor tesoro.

Los extendió y al momento de colocarlos, repitió la palabra que se convirtió en un mantra para él.

"Ultradeducción."

Ninguno lo admitiría, pero dentro de los policías crecía la intriga por ver el tan conocido poder del mejor detective del mundo. La que el detective se encargaba de presumir en cada caso que resolvía. Su magnífica ultradeducción, la cual era capaz de resolver el misterio de un crimen en sólo segundos.

Claro que, los poderes no existían.

Eso era lo que tenían que aparentar ya que solo una minoría de la población estaba dotado de ellos. Nadie sabe cuándo aparecieron, o cómo, así que los altos mandos decidieron no hacerlo público a aquellos que no los tuvieran.

De vuelta en el caso, el detective de ojos verdes guardaba la información en su cerebro y ésta, poco a poco se iba resolviendo sola.

Lo logró resolver en tiempo record. Para su suerte el culpable estaba relativamente cerca, y cuando lo atraparon, él junto con la brigada policíaca lo llevaron a la estación.

Así una vez más guardaba el honor de llamarse "El mejor detective del mundo", mostrando su impecable deducción con años de experiencia.

A pesar de eso, había algo que sus compañeros de trabajo aún no lograban entender. Y es que, Ranpo no sabe moverse por la ciudad.

"Oh, Atsushi-kun, llegas tarde." habló el detective a penas vio llegar a su colega del trabajo. Unos años más joven que él, sin experiencia, y sin dinero. Pero buena persona.

"Lo siento, Ranpo-san." se inclinó levemente como saludo y disculpa. "Dazai-san me enseñó un atajo... aunque realmente no funcionó"

Ranpo asintió como muestra de que lo entendía, sus compañeros eran tan peculiares. Por eso nunca se aburría ahí.

Mientras viajaba Atsushi hablaba de lo mucho que le gustaría resolver un caso también como Ranpo. O al menos eso fue lo que el pelinegro entendió.

Al final llegaron sin problemas a la Agencia, todos los esperaban y los recibieron con una sonrisa, usualmente se debían hacer reportes de los casos realizados, pero Edogawa aseguraba que podía recordar cada uno de los casos que resolvió a lo largo de su vida, entonces él se privaba de llenar un formulario completo y en cambio le ponía la fecha del día resuelto, el nombre de la víctima y sin detalles lo marcaba como completado con ayuda de un sello.

Su parte favorita venía después, comer sus dulces hasta esperar a que algo lo entretenga.

"Ranpo" habló su colega, Kunikida, quien era un completo maníaco del control. "Llegó una petición para un caso esta mañana. Quieren saber si lo tomarás." digno de su atención, Ranpo sólo lo volteó a ver mientras bebía de su ramune, lo cual era señal de que podía continuar con su explicación. "Al parecer el caso es en el extranjero, parece que es de dificultad superior y necesitan tu ayuda. No hay más detalles."

Kunikida se acomodó los lentes mientras dejaba la hoja en el escritorio de su compañero. Él estaba seguro que sería uno de esos casos en los que dice "no me interesa" "demasiado simple", esas eran las cosas que solía decir con casos como este, vagos en cuanto a información respecta.

"Me parece bien, lo tomo." respondió calmo, volviendo a tomar de su bebida restándole importancia al asunto. Cosa que sorprendió al contrario.

"Bien, llevarás al mocoso contigo." Atsushi aprendía rápido y era bueno para ubicarse entre las calles, el problema es que haría falta un traductor para Ranpo. "Bien, te buscaré un traductor después."

Kunikida tomó la hoja donde venía la información del caso en Estados Unidos y se dirigió a su escritorio.

Ranpo no solía tomar casos en el extranjero a menos que vinieran a hablar con él en persona.

¿En qué estaba pensando esta vez?

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⊙☉ No sé qué decir, pero miren. Una nueva historia. Espero les guste
⊙☉ Gracias por leer.

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