Capítulo 0;11

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Las risas de un niño de cinco años sonaban por la casa, él se encontraba sentado en un tapete del piso, sus padres no sabían si hicieron bien al elegir un tapete de tela que se podría manchar tan fácilmente por cualquier cosa típica de los niños pequeños, pero aún así confiaron en su hijo.

El niño no reía por algún juego que se hubiera inventado, de hecho ni siquiera estaba jugando, él se encontraba leyendo un libro popular sobre magia y hechicería, uno de los clásicos que todos aman. Estaba en el suelo por pura comodidad, dejando el sillón a su madre y su padre, la primera acariciando su barriga con seis meses de embarazo, su padre abrazando a la mujer de bellas facciones.

Ambos de cabello tan negro como la brea y aún así tan reluciente como las estrellas de la noche, pero el niño que yacía en el piso había heredado los ojos únicamente de su madre, unas joyas esmeraldas incrustadas en las cuencas de su cara, o así les decía su padre.

El niño estaba más que emocionado y feliz, el siguiente día sería su cumpleaños número seis y sus padres lo llevarían a comprar su regalo, así es, era la primera vez que él podría escoger su propio obsequio, además de que su tío iba de visita a verlo especialmente por su cumpleaños.

La señora Edogawa tarareaba dócil una canción dedicada especialmente para su hijo en vientre. Era ya pasada la noche y los padres de Ranpo lo querían en cama, pero eso era imposible, él estallaba de la emoción  y es por eso que la melodiosa voz de su progenitora lo empezó a arrullar. No mucho tiempo después se quedó dormido con el libro abierto, su padre lo cerró y lo tomó en brazos para llevarlo a su habitación, tapándole con sus cobijas y dejando un suave y tierno beso en su frente.

Ambos adultos se fueron a su propio cuarto para dar comienzo a sus horas de sueño, la mujer se durmió rápido aún con la luz que su esposo mantenía encendida para su lectura nocturna. Leía una novela desde su laptop, no especialmente porque quisiera sino porque trabajaba en una editorial de libros y revisaba un capítulo.

La visión le empezaba a fallar un poco así que estaba decidido a sacar sus anteojos de marco negro, mas detuvo su acción en cuanto sintió una sacudida que lo angustió de sobremanera.

Las luces parpadeando indicaban un nuevo vaivén en su respiración. El agua del vaso en la mesita de noche para sus pastillas de insomnio estaba tambaleante creando varias circunferencias desvaneciéndose tan rápido como se formaban.

A lo lejos se escuchó una melodía totalmente reconocible, solo entonces dejó su laptop de lado y se levantó con los pies descalzos, abrió la ventana y sus oídos se inundaron con la alarma sísmica.

Corrió nuevamente hacia su mujer para levantarla e ir por su hijo, debía poder llegar con él a tiempo, pero sin más preámbulos, le techo de su habitación colapsó aplastando a la pareja en un instante.

Ranpo, quien dormía con la ventana abierta se enteró un poco antes de su padre sobre la alarma sísmica, eso lo hizo salir de su cama saltando, sus padres le habían dicho que en cualquier caso similar ellos vendrían a buscarlo, que se escondiera debajo de su escritorio, eso lo resguardaría hasta su llegada.

Asimismo lo hizo, procuró tomar un par de zapatos para protegerse bien los pies y se metió debajo del refugio de madera cubriendo con prioridad su cabeza, no mucho después el techo se desmoronó en mil y un pedacitos.

Ranpo cerró los ojos, llegó a escuchar el crujido de la madera, estaba a punto de romperse y los escombros caerían encima de él. Para empeorar la situación, el chico quedó atrapado bajo su propio manto de protección, quería llorar, tenía tanto miedo y quería saber si sus padres lo encontrarían en ese lugar, mejor dicho, quería saber si estaban bien, sobre todo su mamá y su hermanito que llegaría en solo tres meses más.

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