AÑO 2

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Crowley estaba nuevamente en la librería. Había mantenido el lugar en funcionamiento. Mandó a reparar parte de las paredes, y también se tomó la tarea de aprender a reparar algunos libros. En especial los que había destrozado hace tiempo. Podría haber usado un milagro, pero no. Entendía porque su ángel prefería hacerlo a la manera humana. El tiempo transcurría más rápido, parecía una labor...divertida. Incluso Crowley se sorprendía de eso. 

La trastienda no había sido modificada en lo absoluto. No se atrevía a cambiar las tazas en forma de ángel, ni siquiera esa vieja computadora, y conservaba parte de los libros tal y como Aziraphale los había dejado. La cama y demás objetos personales, como algunos moños de tartán seguían ahí. El demonio solo quería mantener vivo el recuerdo de su ángel, como si llegase a regresar algún día...a pesar de haber pasado dos años de aquel fatídico suceso. Tenía la ilusión de encontrarse con Aziraphale. Se aferraba a esa esperanza, aunque después lloraba de dolor al saber que no podría verlo. Era su perdición.

Había cambiado un poco el lugar. Principalmente, el recibidor. Había cuadros de ángeles rubios, y la mayoría con la particularidad de que parecían ser la misma persona... Crowley había aprendido a pintar, eso ayudaba en parte a su enojo y dedicaba horas a retratar a Aziraphale, o eso pensaba el demonio. Su memoria estaba siendo afectada, injerencia del infierno, o quizás del cielo. A pesar de haber estado conviviendo con Aziraphale por 6000 años y un poco más, sabía que su ángel tenía ojos azules, que después cambiaban a verdes, para después ser avellanas...o incluso como la miel, brillantes... todo dependiendo de como la luz se enfocaba en el rostro de este. Sin embargo, sea quien fuese, estaba alterando el aspecto de su ángel en su mente. Eran cambios ligeros, como la forma del rostro, la altura, entre otras cosas, y Crowley se había percatado de estos cambios, pero había podido lograr recordar más y guardar en sus pinturas el aspecto de su ángel.

El demonio estaba en un escritorio, con guantes puestos evitando lastimar las hojas de los libros, trataba las hojas con sumo cuidado, estaban pegadas por algo de humedad, esta era una ardua tarea que a veces le llevaba bastante tiempo. Transcurrió el día y sin darse cuenta estaba atardeciendo. El atardecer le daba un tono cálido a la librería. Amaba eso...quizás esa parte del día era su favorita por los tonos que adquiría el lugar. Puso el anuncio de CERRADO y comenzó a beber. El vino se había convertido en un aliado en su soledad.

Puso música. Podía reproducir la que quisiese...y había optado por dejar algunos clásicos de lado. La música llegaba a ser diversa, y la llegada del internet fue un invento bastante útil.

-Veamos que han hecho los humanos...

Reprodujo parte de Youtube

Nunca sabía que tipo de canciones saldrían, pero era interesante cambiar la música que escuchaba.

Sirvió dos copas, una para él y otra para Aziraphale. Se sentó en el sofá, frente al  lugar donde el principado se sentaba.

-Salud ángel.

-Salud ángel

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