Crowley jamás imaginó que el infierno y el cielo serían capaces de matar... Y así fue... Aziraphale no existe más para dónde fue una vez su hogar, el cielo...y por lo tanto, ni siquiera para el infierno...
¿Cómo lidiará el demonio su pérdida?...
Só...
La bienvenida no era de lo más agradable. Estaba con el demonio. Romel tenia miedo...Había escuchado ciertas cosas sobre los demonios, pero no había tenido ninguna interacción con estos. ..hasta ahora.
Gabriel se había ido, dejándolo con el pelirrojo. Solo le había dado un paseo rápido por lugares de la librería y después, se esfumó. Desde ese momento el pobre estaba algo incómodo. Estaba en la parte de arriba, en la habitación. El demonio estaba dormido..descansando. Aunque este ya estaba bien, Romel se dedicó a cuidarlo. Sabia que el cuerpo de este se encontraba en mal estado. No solo por haber pasado casi 6000 años y algo más de tiempo conviviendo entre humanos, sino por la parte demoniaca. De lo poco que comprendía..este demonio estaba perdiendo parte de sus poderes, así como el hecho de que este había perdido algo muy importante, y no solo algo físico, sino algo mas allá de eso. Poco a poco vio a este despertar.
-¿D-Deseas comer algo?
Dijo algo nervioso.
-No consumo comida. Solo vino. Tráeme eso.
Hablo el demonio con voz somnolienta, arrastrando algunas palabras. Ademas, estaba estirandose, cosa que notó Romel. Le faltaban cosas por entender de los cuerpos humanos.
Romel bajó. Se había estado familiarizando con la librería... Por alguna razón, le parecía muy conocida. Sabía donde se ubicaba el vino. Solo tenía que pasar por la trastienda...y entonces notó con mas detenimiento este lugar. Era agradable...aunque estaba intacto. Lo notó por el polvo que estaba acumulando. Camino dentro, viendo las sábanas que cubrían la cama, ademas de una taza con alas de ángel y ciertos moños de tartán que estaban en una mesita de noche. Unos lentes...y entonces decidió alejarse. Quizas..no debía entrometerse mucho. Lo pasó de largo antes de que su curiosidad le ganara más. Tomo la botella de vino que estaba en unas cajas ya casi vacías y se quedo observando aún mas los detalles de la librería. El lugar era amplio. No creía que una librería tuviese la necesidad de tener dos recámaras. Pero era un lugar que daba la sensación de ser cálida . Antes, había notado esas pinturas. Ese ser que estaba pintado, le parecía conocido. Rubio, y los ojos azules, verdes, pero siempre sonriendo, hasta que notó en cada pintura ciertos cambios que hacían lucir a este extraño...Romel sonrió un poco.
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