Desde que fue consciente de su alrededor, el menor de los Kim había descubierto que era diferente. Había nacido en la cuna de una familia acomodada, dueña de la principal empresa de lácteos del país, así que había crecido bajo el escrutinio de la élite más importante de sociedad coreana. Sin embargo, ese no fue el detalle que lo obligó a crecer a una edad temprana. A los cinco años, un pequeño mechón platinado, que no había sido una mera casualidad, sino un efecto tardío de poliosis capilar, hizo que su madre pegara el grito al cielo. Al comienzo, Kim Taehyung no le había encontrado lo malo a esa particularidad, pero con el tiempo comprendió que, para el resto, aquello era algo diferente y que, por ende, debía ser ocultado.
Es así que, desde pequeño, había aprendido a usar tinte para el cabello. Aquello había funcionado hasta entrada la secundaria, cuando inevitablemente toda su cabeza terminó llena de mechones platinados. Fue, entonces, que los eventos sociales para él habían quedado reducidos a solo breves apariciones en fiestas navideñas y de año nuevo. Mientras menos fuera visto en público, mejor, había dicho su padre. Por ese motivo, Taehyung había sido enviado a Japón con su abuela por una temporada, que eventualmente se extendió hasta terminada la secundaria.
Había sido difícil separarse de su abuela, pero extrañaba inmensamente a Namjoon, su hermano mayor, así que, cuando sus padres le comunicaron que debía regresar a Corea, no se opuso. Volver al seno de su familia nuclear fue como obligarse a vivir junto a un grupo de extraños. No obstante, Namjoon había hecho llevadera la experiencia. Solo a él le interesaba su opinión, solo él se tomaba la molestia de escuchar lo que tenía que decir.
Su cabellera seguía siendo un problema para sus padres, así que las salidas sin supervisión habían quedado prohibidas para él. No obstante, Namjoon siempre encontraba la forma de sacarlo a escondidas y ello no había cambiado en el nuevo vecindario. De hecho, Taehyung había aprendido a hacerlo solo, montando una vieja bicicleta que, en algún momento, le había pertenecido a su madre.
La tarde del último día de mudanza, Taehyung había aprovechado el ajetreo generado por la cena que ofrecerían sus padres esa noche para escaparse por unos minutos y recorrer su nuevo vecindario. El viento golpeando su rostro le había resultado liberador, por lo que, en un pequeño exceso de confianza, había decidido quitarse el gorrito que cubría su cabellera y se había permitido disfrutar de la vida por un corto tiempo.
Sin embargo, antes de ingresar a casa, se detuvo. Se había sentido observado y, con la adrenalina causada por la actividad física que acababa de hacer todavía recorriendo su cuerpo, se animó a descubrir quién era la persona que lo estaba espiando.
Ese día, Taehyung pensó que había visto los ojos más bonitos del mundo y la idea de que estos se habían fijado en él no le disgustó.
ESTÁS LEYENDO
Himitsu (Taekook)
FanfictionUna tarde de verano, la familia Kim se muda al vecindario de Jeon Jungkook, un joven estudiante de Derecho, y su mundo da un giro de 180 grados. Por primera vez, en sus dieciocho años de vida, descubre lo que es desear y amar a alguien, pero también...