26. Culpa

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Ese maldito mensaje continuaba rondando por su mente desde hace ya una semana. Se dejó caer en el asiento y, tras un suspiro y haber guardado sus archivos, apagó el ordenador. Alrededor, todos los cubículos estaban vacíos y, en consecuencia, el ambiente lucía algo sombrío, como era de esperarse de un viernes por la noche. Todo el mundo, incluso el personal de seguridad del turno regular, se retiraba del edificio a las siete de la noche a más tardar, pero él, esta semana, no había tenido otra opción que trabajar horas extra. Le estaba costando terminar artículos que normalmente hubiese entregado en cuestión de días. Su cabeza estaba en otro mundo, en otra ciudad para ser más exactos.

Mientras esperaba, en las afueras del edificio, al taxi que lo llevaría a casa, un mensaje nuevo llegó al centro de notificaciones de su móvil.

"¿Cenamos hoy? Acabo de llegar a Seúl y me gustaría verte.

- Chanyeol"

Desde el viaje a Daegu, Taehyung había evitado a medio mundo, especialmente a Chanyeol, porque había descubierto que esa era la única manera en la que conseguía escapar de la culpa, un fantasma que constantemente lo asechaba. De todos modos, lo cierto era que Taehyung estaba cansado de cargar con ese tipo de sentimiento. Era consciente de que sus acciones habían lastimado y traicionado a muchas personas, pero comenzaba a ya no interesarle. No le debía nada a nadie. No tenía por qué preocuparle el resto. Al menos, eso había elegido creer, porque así era más llevadero aceptar el hecho de que llevaba a Jungkook en la piel y que, sin importar los peligros, deseaba volver a sentirlo suyo, aunque sea por unas horas.

"Nos vemos en mi casa

– Taehyung"

Leyó el mensaje y lo envió sin pensarlo dos veces. El móvil vibró nuevamente, pero para entonces Taehyung ya lo había enterrado en el fondo de su maletín. 

El viaje en el taxi se le hizo más largo de lo normal, porque al tráfico se le había sumado la necesidad de descubrir si aún no era demasiado tarde

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El viaje en el taxi se le hizo más largo de lo normal, porque al tráfico se le había sumado la necesidad de descubrir si aún no era demasiado tarde.

– Buenas noches, señor Kim, su invitado ya ingresó como lo ordenó –anunció Yeji.

– Gracias –respondió, mientras se dirigía hacia el ascensor.

Los latidos de su corazón se escuchaban como ecos de tambores en esas cuatro paredes. Tomó un respiro profundo antes de salir y todo atisbo de remordimiento murió, cuando, a unos metros, frente a su puerta, vio a Jungkook jugar con las llaves de su auto. En su rostro, encontró el mismo nerviosismo que, como una sombra, se había negado a dejarlo durante todo el trayecto a casa.

Los saludos quedaron en un segundo plano en ese pequeño reinado que había creado el silencio que los acompañaba. Bajo la atenta mirada del otro, Taehyung abrió la puerta y lo invitó a ingresar. Sin contacto ni palabras de por medio, lo guió hasta su habitación. Dejó sus cosas sobre su silla de estudio y se mantuvo quieto frente al pelinegro. Este último se tomó unos segundos para observarlo y, cuando la necesidad se le hizo insoportable, se acercó lo suficiente como para que Taehyung pudiese esconderse en la curvatura de su cuello. Olía a ella, supuso el menor, cuando una extraña fragancia dulce llegó a sus fosas nasales.

Un fugaz sentimiento de enojo lo invadió, pero pronto se tuvo que obligar a recordar que no tenía derecho alguno para quejarse, no cuando era él el que estaba tomando algo que no le pertenecía. Jungkook se apartó un poco para besarle y, dejándose llevar por las olas de satisfacción que aquello le provocó, se permitió engañarse una vez más.

Himitsu (Taekook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora