Jungkook dejó a un lado los archivos. Le dolía la cabeza. No había conseguido apartar a Taehyung de su mente ni por un segundo, por lo que concentrarse en el trabajo se había convertido en una misión imposible.
La llegada de un mensaje al buzón de entrada de su correo personal captó su atención. Se trataba de un recordatorio. Al día siguiente, tenía programada la sesión en la que por última vez le medirían el traje que vestiría en su boda. Su boda. La mención de ese evento inevitable y dolorosamente le recordaba a Taehyung.
Había arruinado las cosas con él, presentándose en su casa sin previo aviso. Sin embargo, había optado por hacerlo de esa manera, porque sabía que voluntariamente Taehyung nunca aceptaría verle fuera de algún espacio laboral. Por ese mismo motivo, Jungkook se la había pasado todos estos días pendiente a la cobertura periodística del caso Hwang. Después de todo, Taehyung había causado, con su artículo, un gran revuelo en Corea y un gran problema en el estudio.
– ¿Ya te vas?
Su madre se encontraba a unos metros de distancia con unos archivos en las manos y los lentes al borde del puente de su nariz.
– Sí –respondió, disponiéndose a tomar el ascensor.
– ¿Ya terminaste las apelaciones y recursos de nulidad pendientes? –preguntó Minah nuevamente, con desinterés, mientras ojeaba uno de los archivos que llevaba en la mano. Jungkook asintió–. Perfecto. ¿Por qué el repentino interés en la prensa del caso Hwang?
El ascensor había llegado, pero el pelinegro se quedó congelado en el mismo sitio por unos segundos.
– Solo es curiosidad –atinó a decir.
– Por supuesto –sentenció Minah, pero Jungkook reconocía ese tono de voz. Era el mismo ella que solía usar con él cuando era un adolescente. El mismo que le dejaba entender que ella ya sabía lo que sea que estaba ocultando y que simplemente estaba esperando que él se lo confirmara–. Buenas noches y saludos a Sooyoung.
Se estacionó a una cuadra de su departamento y se recostó en el respaldar del asiento piloto. No estaba listo para enfrentar a Sooyoung en ese momento. Necesitaba despejar su mente. Abrió la gaveta y sacó una botella pequeña de whisky. Había pasado un tiempo desde la última vez que bebió un poco alcohol. No debía hacerlo, pero aun así decidió dar el primer sorbo, al que pronto se le sumaron dos y tres más, hasta que el recipiente quedó vacío y fue reemplazado por otro completamente nuevo.
La cabeza le daba vueltas. Sin embargo, se sentía conforme con este estado, porque solo de esa manera había conseguido evitar darle vueltas a sus preocupaciones. Luchó consigo mismo por unos segundos para abrir el cerrojo de la puerta principal de su departamento, aquel lugar que se suponía era hogar, y que a la vez se sentía tan ajeno e impropio.
– ¿Jungkook?
Sooyoung, siempre elegante y serena, estaba sentada en el comedor. Sobre este, yacían dos juegos de mesa y dos pequeños recipientes con la cena del día. Lo había estado esperando todo este tiempo. Sabía que debía hacer el esfuerzo de tomar asiento y acompañarla, pero sintió que simplemente esa noche no podría hacerlo. Así que, tras una leve reverencia, se dirigió hacia el dormitorio.
– ¿Estás bien? –preguntó Sooyoung, tomándolo del brazo.
– No –respondió en un impulso de honestidad.
Deshizo con cuidado el agarre de Sooyoung. Sin embargo, no logró apartarse cuando esta, tomándolo desprevenido, envolvió su cuerpo con los brazos y recostó la cabeza en su espalda.
– No me apartes, por favor.
Se obligó a darle la cara. Sooyoung tenía los ojos cristalinos por las lágrimas que, supuso, estaba reteniendo. Entonces lo entendió. Ella lo sabía, sabía que tenía a alguien más y probablemente ello eso la había llevado a pensar que si no se aferraba a él, él simplemente se iría. Sacándolo de sus pensamientos, Sooyoung lo besó y se aferró al cuello de su camisa con fuerza, y, movido por la creciente culpa que comenzaba a agobiarlo, Jungkook le siguió la corriente.
Sentía las manos de su futura esposa recorrer su cuerpo, pero su corazón seguía muerto. Comenzó a corresponder las caricias, esperando que algo más sucediera, que algo más que un pobre deseo sexual llenara su alma. Cerró los ojos cuando, en su desnudez, se unieron.
– ¿Quieres que pare? –preguntó el pelinegro, cuando se le hizo imposible ignorar las lágrimas que rodaron por las mejillas de Sooyoung. Esta negó aferrándose aún más a su cuerpo e impulsándose contra él cuando notó la indecisión de este último.
El éxtasis que compartieron fue temporal, dejándolos al cabo de unos segundos con un inmenso vacío. Jungkook se retiró de la cama y tomó una toalla para envolverla alrededor de sus caderas. Abrió un poco la ventana de la habitación y encendió un cigarrillo.
Tal vez ese era el castigo que debía cumplir: condenarse a una vida de apariencias junto a Sooyoung. A la vista del mundo, ambos eran la pareja perfecta. Sin embargo, cuando ingresaban al departamento que compartían juntos desde hace más de un año, las máscaras que llevaban durante el día caían al suelo y se derretían entre sus pies.
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Himitsu (Taekook)
FanfictionUna tarde de verano, la familia Kim se muda al vecindario de Jeon Jungkook, un joven estudiante de Derecho, y su mundo da un giro de 180 grados. Por primera vez, en sus dieciocho años de vida, descubre lo que es desear y amar a alguien, pero también...