Himitsu (Taekook)

34. Dudas

Un sentimiento de constante nerviosismo lo acompañó durante el trayecto a casa. El encuentro con Taehyung en la repostería había cambiado las cartas del juego y dejado al descubierto el detalle de que Jungkook había estado mintiendo todo este tiempo.

El semáforo rojo los atrapó y, en cuestión de segundos, el peso de todo lo no dicho en su matrimonio cayó sobre sus hombros.

– ¿Por qué Taehyung creyó que estaba enferma? –preguntó de repente Sooyoung, justo cuando el semáforo cambió a amarillo y luego a verde.

– No lo sé –respondió, sin despegar los ojos de la carretera–. Seguro solo se confundió.

– Parecía muy seguro de lo que estaba diciendo.

Esta vez Jungkook no respondió y solo atinó a encoger los hombros, mientras nuevamente el silencio comenzó a adueñarse del ambiente. Al cabo de unos largos minutos y eternos semáforos, la rutina de cada día volvió a repetirse, en esta ocasión, sin ninguna pregunta de protocolo sobre sus trabajos. Las dudas suspendidas en el aire, como depredadores al asecho de su presa, le impidieron respirar con tranquilidad. Sin embargo, no hizo nada por cambiar las cosas, en un intento por aferrarse a la absurda idea de que tal vez hacerse el tonto e ignorar las olas de interrogantes que ahogaban a Sooyoung podría salvar su matrimonio y mantener a salvo aquel secreto que, con el tiempo, se había convertido en su razón de vivir.

"¿Por qué él?" la escuchó preguntar y sus manos se congelaron antes de terminar de desanudar la corbata que Sooyoung había elegido para él esa mañana. Desde el espejo de su armario, pudo verla, sentada en la cama, observar el anillo de bodas que hace unos años le había entregado en el altar.

– Te has casado conmigo, pero realmente nunca me has pertenecido –comentó, mientras volvía a ponerse el anillo–. Así que, ¿por qué él?

– No sé de qué estás hablando –negó, fingiendo indiferencia, mientras se alistaba para dormir.

Sooyoung soltó una risita por lo bajo–. Entonces, ¿es alguien más?

– Para tu pesar y el mío supongo, este siempre fue, es y será un infierno de dos –respondió, dejando la habitación con el corazón en la garganta.