Desde pequeño, había escuchado a su abuela materna hablar sobre el día que sería el más importante de su vida y él, todavía con la inocencia de infante intacta, había estado totalmente de acuerdo cuando Choi Jisun había dicho que el matrimonio con la persona que elegiría solo podría traerle felicidad.
Años después, cuando fue lo suficientemente consciente de las cosas a su alrededor, descubrió que el matrimonio no era un pasaje gratis a la eterna dicha ni de libre elección. Sus padres eran el gran ejemplo de ello. Eran completamente distantes y ajenos, tanto que Jungkook había llegado a la conclusión de que si no fuera por la existencia de un papel que acreditaba su lazo y el apellido que compartían, nadie podría realmente asegurar que estaban casados. Ambos parecían ser un par de extraños que, por azares del destino, se habían visto forzados a estar unidos. Por ese motivo, le costaba siquiera imaginar algún pasado en el que los Jeon hubiesen sentido algo similar al amor por al menos un momento. En un escenario como ese, siendo aún pequeño, se había prometido no caer en ese conformismo en el que la relación de sus padres se basaba. Sin embargo, esa promesa tenía un precio que ahora no se podía permitir pagar.
– Ya es hora –anunció Jeon Jichul, sereno y frío como de costumbre.
De repente, la música matrimonial llenó toda la iglesia en la que le iba entregar su vida a alguien que no amaba, Jungkook, parado en el altar, sintió que poco a poco el aire entraba con más dificultad a sus pulmones. Tuvo el impulso de arrancarse la corbata, pero se contuvo cuando vio a Sooyoung, vestida de blanco, caminar ceremoniosamente por la nave central de la iglesia, detrás de unas cuatro niñas que esparcían pétalos de rosas blancas a medida que avanzaba la procesión.
El resto sucedió sin que realmente estuviese consciente de todo. Le quitó el velo del rostro a la mujer que, en ese instante, también se estaba condenando a una vida con alguien que no le podría dar más que una falsa sensación de afecto. Luego de un breve intercambio de sonrisas nerviosas, ambos recitaron sus votos.
Mientras salían De la Iglesia, cada invitado les iba entrenado un ramo de flores. Una costumbre que, según los Choi, era una forma de atraer prosperidad y felicidad al matrimonio. Jungkook no pudo evitar pensar que estaban llamando todo lo contrario, y entonces inevitable e indefinidamente la desesperanza se instaló en su corazón.
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Himitsu (Taekook)
FanfictionUna tarde de verano, la familia Kim se muda al vecindario de Jeon Jungkook, un joven estudiante de Derecho, y su mundo da un giro de 180 grados. Por primera vez, en sus dieciocho años de vida, descubre lo que es desear y amar a alguien, pero también...