Luego de tanta insistencia, Jungkook, a regañadientes, había aceptado ir a la reunión que Minguk estaba organizando. No le apetecía salir, pero necesitaba hacer que Kyungsoo y Yoongi abandonaran la tonta idea de descubrir a quien Jungkook estaba viendo en secreto, porque, desde hace casi un mes, había comenzado a salir por su cuenta y cancelado la mayoría de sus planes.
A pesar de encontrarse a unos metros de distancia, el sonido de la música llegó a sus oídos e inevitablemente la sensación de agobio lo invadió. Incluso estando rodeado de gente interesada en obtener unos segundos de su atención, Jungkook no pudo dejar de pensar en lo mucho deseaba estar al lado de Taehyung en esos momentos.
La presencia de Minguk lo sacó de sus pensamientos. El chico estaba a su lado, sirviéndose un poco de la mezcla que acababa de preparar.
–Oye, me agradas, así que por eso te lo diré. Deberías tener cuidado –advirtió Minguk, jugando con su cigarrillo–. Hay muchos rumores sobre el menor de los Kim y algunos comienzan a involucrarte.
Jungkook dejó con brusquedad el vaso sobre la mesa y preguntó sin molestarse en ocultar su incomodidad–. ¿Qué rumores?
– ¿En serio, Minguk? –amonestó Kyungsoo, que hasta ese momento estaba distraído, intentando romper el hielo que habían traído para los tragos–. El que debería tener cuidado eres tú. Andar esparciendo rumores sobre la gente es un comportamiento bastante mierda.
Minguk se encogió de hombros, pero decidió hacer caso omiso a la advertencia y continuó–. Yo solo estoy poniendo en aviso a tu amigo sobre lo que se dice en la facultad.
– Vámonos a otro lado, chicos –se adelantó Yoongi, posando sus manos en los hombros de Kyungsoo para evitar que se involucrara en una discusión innecesaria, desde su punto de vista–. Jungkook.
El pelinegro sabía que debía alejarse de ahí, pero algo se lo impidió–. Les doy el alcance después.
Kyungsoo salió a zancadas de la cocina y Yoongi solo atinó a mirarlo con decepción–. Bueno, haz lo que quieras.
– Tus amigos sí que se toman muy en serio las cosas –comentó Minguk, acomodándose los lentes por el puente de la nariz.
– ¿De qué rumor estás hablando?
El chico se recostó en la encimera y dejó salir una risita burlona–. Pues que Taehyung es un marica y que tú te estás metiendo con él –soltó con desagrado y Jungkook se contuvo para no estrellarle el puño en la cara–. No entiendo por qué Kyungsoo y Yoongi no te lo dijeron antes. Sé que nadie se mete con ese niño porque Namjoon es su hermano, pero es tu reputación la que está en juego.
– Gracias –atinó a decir y, cuando un grupo de compañeros ingresó a la cocina y captaron la atención completa de Minguk, escapó de ahí.
Intentó ubicar a Kyungsoo y Yoongi, pero no los divisó por ninguna parte, así que huyó hacia las escaleras que llevaban al segundo piso de la casa y se tumbó en ellas, recostándose en la pared y esforzándose por obtener un poco aire. Se sentía atrapado y el miedo de ser descubierto por completo lo paralizó.
Yoongi había tenido que llevar a Kyungsoo a rastras al baño para evitar que vomitara frente a todos y diera un espectáculo gratuito, así que Jungkook se había visto obligado a compartir de nuevo con Minguk y sus amigos en la entrada de la casa, mientras estos fumaban, hacían bromas ofensivas y le recordaban que había un rumor sobre él esparciéndose por toda la universidad.
– Hey, hablando del rey de Roma –dijo Jaehyun.
Jungkook dirigió su vista hacia la dirección en la que Jaehyun miraba y se encontró con un Taehyung sonriente, que se acercaba seguro de sí mismo hacia él. Las manos comenzaron a sudarle. Le rezó a los cielos para que algo se interpusiera entre ambos, pero ello no sucedió.
– No sabía que estarías aquí –saludó alegremente el pelirrojo, pero cualquier atisbo de aquella calidez desapareció cuando Jungkook lo empujó al suelo.
– Aléjate, marica de mierda –espetó, sintiendo que cada una de sus palabras se le clavaban como navajas en el corazón.
– Deberías irte a casa –escuchó a alguien decir, mientras se alejaba del lugar.
No quiso hacerlo, pero, cuando vio el rostro desencajado de Yoongi, decidió voltear. Taehyung se incorporó con dificultad. Las palmas de sus manos estaban llenas de sangre. El cemento de la pista le había arrancado parte de la piel. Cuando este le sonrió y dejó caer un par de lágrimas por sus mejillas, Jungkook deseó morir en ese preciso instante, porque la vida sería un martirio con ese recuerdo de él.
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Himitsu (Taekook)
FanfictionUna tarde de verano, la familia Kim se muda al vecindario de Jeon Jungkook, un joven estudiante de Derecho, y su mundo da un giro de 180 grados. Por primera vez, en sus dieciocho años de vida, descubre lo que es desear y amar a alguien, pero también...