☆CAPÍTULO 7☆

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Oscuridad

Katerina

Mis ojos aguantan con todas sus fuerzas que las lágrimas salgan, no quieren salir y demostrarle al sujeto que tengo delante de mí, lo que sus palabras provocan en mí. Duelen, más aún, sabiendo mí pasado, nunca un hombre hizo este gesto tan bonito para mí, nadie se molestó en hacer este tipo de cosas, ni al menos la figura de hombre que tengo como padre.

Veo como se aleja de mí por el pasillo de las habitaciones, quitando las cosas que encima de él. Lo sigo intentando alcanzarlo antes de que entre en su habitación. Me quito los tacones para poder tener más velocidad. Al alcanzarlo lo tomo por el brazo y le doy la vuelta, quedando los dos muy cerca uno de otro.

—Que usted esté acostumbrado a que la mujer en su familia sea muy respetada, me alegra oírlo —intento ahogar mis ganas de llorar por solo recordar mi infancia—. Pero en mi mundo eso nunca estuvo, por eso me conformo con el mínimo detalle de caballerosidad, porque nunca recibí al menos un pequeño regalo por alguien. Nunca estuve acostumbrada a cosas con mucho dinero y no es porque mis padres no tuvieran dinero, porque lo tenían —río al recordar la mierda por la que pasé—, solamente es que a mí nunca me hicieron notar ese dinero.

Su rostro y sus ojos no me transmiten nada, está serio escuchándome atentamente sin dejar de prestarme atención al menos un segundo. Sus ojos tienen un viaje entre mis labios y ojos.

—Debo decir que agradezco un montón su gesto de caballerosidad, es lo más hermoso que nunca alguien me ha podido dar. El anillo que llevo en la mano es una de las joyas más valiosas que he podido llevar en mi vida —aunque esté dudando mucho en hacer este movimiento, tomo la valentía que llevo por dentro y lo hago.

Me levanto sobre las puntillas de mis pies tomando su cabeza entre mis manos y acercándolo hacía mí. Al tenerlo muy cerca de mí, pongo mis labios en su mejilla y después de eso enrollo con mis brazos su cuello, abrazándole.

—Gracias —susurro, apoyando mi cabeza en su hombro.

Se separa de mí lentamente y fija su poderosa mirada en mí. Escaneándome.

—Creo que sería mejor esto —dice, acercándose rápidamente en mí dirección.

Doy pasos hacia atrás sin saber su intención, pero la pared del pasillo me impide alejarme más. Muestra una sonrisa de lado y a pasos lentos se acerca a mí. El nerviosismo me gana y antes de que se acerque decido girarme e intentar escapar hacía mi habitación, pero él es demasiado rápido, toma mi brazo y tira de él para que mi espalda vuelva a estar pegada a la pared.

—Arman... — sus brazos me rodean completamente, su cuerpo es doble que el mío. Me siento tan pequeña en sus brazos, su cuerpo transmite tanta tranquilidad que hasta podría quedarme una eternidad aquí, desahogándome de los horribles recuerdos que el pasado no deja de traer.

Y siempre supe que las almas puras siempre se quedaban en el pasado si no lograban salir a tiempo, porque este no consumiera las purezas que ellos tienen por dentro. Mi madre fue la que me explico que existen las personas con un alma tan pura que el mundo no puede manejar tanta pureza y al final este acaba herido, esa pureza acaba dañada, esas personas acaban dañadas por personas que supuestamente deberían quererlos.

Cuando esto me lo contó mi madre, pensé que yo no era un alma pura, aunque ella dijese que sí lo era. Más tarde me di cuenta de que solamente estaba en espera de ese momento en el que debería empezar a pelear contra la oscuridad y proteger mi luz.

Estar en sus brazos es como si estuviera saliendo otra vez de la oscuridad en la que fui metida.

Se separa de mí y volviendo a mirarme a los ojos en la manera que solo él lo hacía, dice: —Descansa —es lo último que dice antes de entrar a su habitación.

ARMAN © [#2 Serie Velkov]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora